PASADO el magnífico subidón por la reaparición continental compartida, Betis y Sevilla se dan de cara en este recién inaugurado mes de septiembre con la cruda realidad de la Liga. La Liga es el fundamento del curso, ya que es la que premia o castiga, la que otorga salvoconductos o te manda a los avernos. O sea que como sin Liga no hay vida aquí está ella para lo que guste mandar y con dos compromisos de los que abundan en su cesto.

Va el Betis a un rodeo que nunca conquistó. Dos veces fue a Cornellá y en las dos cayó por la mínima, que cuando no fue Pandiani era Sergio García para hacer ese gol que te manda a la lona. Y ahora pasa que este Betis que aún no estrenó su cuenta de puntos visita a un Espanyol que va adquiriendo el sello aguerrido de Javier Aguirre. El recuerdo vivísimo de su paliza al Valencia hace que este pleito vespertino se antoje tan complicado como necesario para la causa bética.

El Sevilla recibe a un Málaga en recesión, pero que llega con la vitola que ha desempolvado José María del Nido, la de coco. Muchos han sido los disgustos que el equipo de Martiricos ha dado en sus visitas al Sevilla y eso debe tenerse muy en cuenta. Llega el equipo de Schuster sin un solo punto tras haber caído por la mínima ante Valencia y Barça, lo que no representa desdoro alguno. Pero el solitario punto que luce el Sevilla no le permite ni confianzas ni devaneos.

Es la Liga que retorna y que lo hace con horarios adecuados. Las cinco en todos los relojes de la tarde catalana y las nueve en la noche de Nervión, al fin horarios civilizados. El Betis viene de golear de forma espectacular continentalmente hablando, sabe que a la fuerza ahorcan y que las rachas negativas mejor no alargarlas; el Sevilla reaparece tras su golpe en la mesa polaca y no puede olvidar que han sido muchos los disgustos que el Málaga le dio de visitante. Silencio, la Liga.