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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El viejo cuartel de Caballería

Los que sirvieron en Sagunto eran parecidos a los soldados de John Ford: altivos, austeros y caballerosos

Por Manolo Ruesga niño, siempre al filo de las noticias urbanísticas, nos enteramos de un nuevo intento del Ministerio de Defensa de vender el cuartel Alfonso XIII, la vieja sede de la caballería sevillana desde los años de la Exposición del 29. Antes de la mudanza, el arma de los jinetes tenía solar y cantina en el acuartelamiento de la Puerta de la Carne, que luego acogió una unidad de Intendencia y, finalmente, a la Diputación Provincial. Ya saben, degenerando. Algún día habrá que escribir la interesante historia de los cuarteles de la ciudad y sus posteriores transformaciones.

Desde que fue abandonado en los años noventa, cuando era sede del disuelto Regimiento Sagunto 7, este cuartel de aroma regionalista ubicado en Bellavista, con sus jacarandas y sus nidos de cigüeña, ha sido saqueado sistemáticamente ante la pasividad de las autoridades. Queda como consuelo saber que los azulejos de su magnífica sala de oficiales fueron trasladados a la brigada Castillejo, en Zaragoza, que incluso construyó un pequeño pabellón para acogerlos. El resto fue carne de chamarilero y hoy, incluso, se pueden localizar algunas de sus antiguas olambrillas, con la cruz de Santiago y las lanzas, en el Jueves.

Aunque hubo varios y malogrados proyectos de recuperación (un museo de vehículos acorazados, un centro público de equitación y el campus de la Universidad Loyola) el cuartel Alfonso XIII ha sufrido la misma triste suerte que tantos edificios regionalistas de la periferia sevillana: el olvido, la desidia y el abandono. Tanto que Defensa ha tenido que rebajar su precio. Los muros que antaño escuchasen el alegre relinchar de los caballos a la hora del pienso o, más tarde, el fiero rugir de los carros de combate, están destinados ahora a albergar "comercios, oficinas o un hotel". Destino cruel, que diría el tango.

Hemos conocido a muchos de los hombres que sirvieron con orgullo en Sagunto 7, gentes muy parecidas a los oficiales y suboficiales que retrata John Ford en sus películas sobre la Caballería americana: altivos, austeros, caballerosos y un punto extravagantes. A todos ellos están dedicadas estas líneas. Sabemos también del malestar que les alcanzó cuando supieron de la disolución de un regimiento que era parte de la historia militar de Sevilla, que había recogido la tradición de los Cazadores de Taxdirt, una de esas unidades coloniales con las que Kipling hubiese escrito una novela. Probablemente el cuartel Alfonso XIII termine siendo un centro comercial (otro más), con hamburgueserías y tiendas de lencería, pero siempre quedará el recuerdo de unos escuadrones que, como su lema indicaba, dieron nombre a su nombre.

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