Andalucía se juega mucho en Glasgow

Editorial

Apenas se ha avanzado en la lucha contra el cambio climático desde la Cumbre de París de 2015. La humanidad está perdiendo el tiempo

Andalucía se juega mucho en Glasgow
Andalucía se juega mucho en Glasgow

02 de noviembre 2021 - 01:47

Andalucía se juega mucho en la cumbre que se celebra en Glasgow para intentar frenar el cambio climático, la conocida como COP26. Evidentemente, a todo el mundo le compete, y mucho, lo que allí suceda, pero a nuestra comunidad especialmente, porque está situada en un lugar del planeta en el que las temperaturas subirán dramáticamente y que será pasto de una desertización que, hace ya tiempo, ha iniciado el salto del Estrecho de Gibraltar, así como por la posible desaparición de terrenos del litoral si sigue la fusión de los polos. Por tanto, nadie con un mínimo de responsabilidad política y ambiental puede ningunear lo que está ocurriendo en la capital escocesa, con independencia de que puedan parecer más o menos procedentes ciertas liturgias o ciertas actitudes. El mundo llega a la COP26 -que el Covid impidió celebrar en noviembre de 2020- con la tarea pendiente de frenar el calentamiento, algo que aún dista mucho de lograrse, pese a las buenas intenciones y compromisos de la Cumbre de París de 2015, en gran parte malograda por la pandemia. Los datos científicos son escalofriantes e incontestables. No se ha conseguido frenar el calentamiento. La humanidad está perdiendo el tiempo. Estamos desde hace lustros ante una auténtica emergencia climática. Muchos temen que los esfuerzos para frenar el calentamiento sean un mazazo para la economía de un planeta que actualmente vive una peculiar crisis de abastecimiento. Cuestiones como la subida alarmante de los precios de la energía no ayudan, en este sentido, a calmar los ánimos. Pero es importante que el mundo inicie de una vez una transformación que lo lleve a un modelo mucho más sostenible que el actual, lo cual debería ser una oportunidad para países como España, que tienen no pocos recursos para generar energías limpias, como son el sol, el viento y las mareas. Todos los países -incluidas las reticentes Rusia y China- deben hacer un esfuerzo. Nos jugamos nada menos que el planeta.

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