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Tribuna

Antonio Rivero Taravillo

Escritor

Revisionismo e hispanidad

Parece que hay que pedir perdón por defender el vínculo lingüístico, social, histórico con Hispanoamérica

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Revisionismo e hispanidad

Todo debate en el terreno de las ideas debería ser bienvenido. Por ello es una aberración acusar a alguien de revisionismo cuando precisamente la revisión es vacuna contra la esclerosis de las ideas. Revisar, poner en tela de juicio, mirar el envés debería ser obligado en cualquiera que desee buscar la verdad. ¿Se puede acusar de revisionismo, como vejamen, a quien pide reabrir un caso que fue cerrado en falso? ¿Se ha de despreciar a quien no se conforma con la versión oficial y busca con independencia iluminar los acontecimientos desde otro ángulo, desempolvar pruebas olvidadas? Está bien que un discurso impugne otro: si las fisuras pueden ser catastróficas en las presas, no lo son en el pensamiento monolítico, que pide grietas pues las certezas absolutas son cárcel del intelecto y cuna del fanatismo.

Por eso fue más que oportuno que se pusiera en duda el discurso altisonante de la Raza, de una Hispanidad de gesta en la que no tenían cabida las denuncias de los abusos, y mucho antes, frente al discurso dominante en sus días, la respuesta incómoda de fray Bartolomé de las Casas y otros. Ahora bien, la persistencia de una reacción no puede ser a perpetuidad (esto es más propio de tumbas). En el vaivén de las ideas y las consideraciones también es lícito reaccionar ante una reacción previa. Frente a la Leyenda Negra fue justo que se alzaran voces "respondonas" que indagaban a su modo en la verdad y querían, con la idea de poner por delante la razón, el logos, desmitificar anteriores desmitificaciones, valga la expresión. Lo cual no es volver a un viejo mito, sino airear y tonificar las ideas.

Como es costumbre, en los días previos y posteriores al 12 de octubre, muchos ríos de tinta desembocaron en el Atlántico que baña las orillas del Viejo y el Nuevo Mundo. Es comprensible que un indígena americano critique con amargura el Imperio español, la desposesión de sus tierras ancestrales y toda la galería de desastres a los que la Historia, vieja injusta, ha tenido la costumbre de someter a unos en beneficio de otros (casi siempre, pasadas pocas generaciones, fundidos con aquellos en amalgama que va de la cultura y las instituciones a la sangre).

Lo que no resulta tan lógico es algo que tiene más que ver con la autoficción que con la historia, con la fabulación sobre la identidad que con los hechos. Es como optar, con ADN selectivo, por solamente una parte de los antepasados, quedarse, demediado como el vizconde de Calvino, con solo la mitad del linaje optando por la fantasía de ser indio cuando en realidad se es mestizo o directamente blanco, criollo, pues parte de los tatarabuelos de uno vinieron de Extremadura o Andalucía.

Así, semanas atrás hemos podido leer en un artículo de una joven escritora argentina que tiene nombre y apellidos españoles (también la fisonomía), y aquí vive, cómo se enfadó consigo misma por no hacer coro con otro emigrante "latino" cuando este dijo que el 12 de octubre es "el día que nos conquistaron", "que nos robaron la tierra". O sea, que los latinos ya estaban en América en 1492. Quién lo hubiera dicho.

A este lado del charco también se ha metido en él (aunque, como forma parte del sonsonete repetido, no se ha manchado los zapatos) un crítico que debe no poca de su proyección a su trato con chilenos. Frente a los pocos caballos de los conquistadores, él ha montado en cólera ante el documental España, la primera globalización, y no ha dejado en su diatriba títere con cabeza, de Elvira Roca Barea a Luis García Montero. No menos chocan los simpáticos escritores o editores hispanoamericanos con apellidos europeos que residen en España y no nos ahorran el dardo del genocidio (en los que por lo visto no tuvieron parte sus genes). Una librería "latina" de Madrid no permite en sus actos intervenir a españoles. A estudiosos de aquí se les regatea la voz en la literatura de América porque son "europeos". Es otra xenofobia.

Parece que hay que pedir perdón por defender el vínculo lingüístico, social, histórico con Hispanoamérica, con Iberoamérica si ensanchamos el concepto para que quepan en él Portugal y Brasil. México ha dado críticas a la conquista como las de León Portilla y su estremecedora Visión de los vencidos. También libros de amor y concordia firmados por Moreno Villa o Cernuda, quien en Variaciones sobre tema mexicano hizo una hermosísima defensa del idioma común en un texto que hoy criticarían en su mismo español la bonaerense y el barcelonés, titulado escueta y hermosamente La lengua. Búsquenlo.

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