sucesos

Un drogadicto mata a puñaladas a su madre y su hermana en Arahal

  • El presunto autor del doble crimen se autolesionó clavándose un cuchillo en el abdomen.

  • Las primeras hipótesis apuntan a una discusión por motivos económicos como móvil.

La calle de la vivienda del crimen, acordonada. En el margen inferior izquierdo, el presunto asesino.

La calle de la vivienda del crimen, acordonada. En el margen inferior izquierdo, el presunto asesino. / Juan Carlos Muñoz

Al dueño de la ferretería SICA, de Arahal, le extrañó que una de sus empleadas, Rosa Portillo, faltara a su trabajo sin justificación alguna. No se había presentado en la tienda a primera hora de la mañana de este lunes. Viendo que no llegaba, su jefe la llamó al móvil. Nadie contestó. Insistió varias veces a lo largo de la mañana, pero todas ellas sin éxito. Temiendo que pudiese haber sufrido algún accidente, telefoneó a su hermano Francisco, que se encontraba trabajando en el campo, para avisarle de que Rosa no respondía al teléfono y no había ido al trabajo en toda la mañana. Francisco acudió a la casa en la que vivían su hermana y su madre, en el número 24 de la calle Pedrera, y le extrañó aún más ver todas las ventanas cerradas y las persianas echadas hasta abajo. Llamó y no abrió nadie. Pidió ayuda a un vecino y ambos lograron entrar en la vivienda. 

En la planta baja encontraron el cadáver de Rosa Portillo, de 35 años. Estaba semidesnuda y había sido apuñalada. Arriba, también muerta, yacía la madre, Rosario Brenes, de 57 años, también apuñalada. En la misma planta permanecía otro hermano e hijo de las víctimas, Juan Antonio Portillo Brenes, de 34 años, presunto autor del doble crimen. Estaba herido y cubierto de sangre. Se había autolesionado clavándose un cuchillo, probablemente el mismo que utilizó para matar a su hermana y a su madre, en el abdomen. En el ambiente, con todas las ventanas cerradas, flotaba un fuerte olor a basuco, la pasta base de cocaína, una droga similar al crack a la que Juan Antonio es adicto desde hace muchos años. Eran las 16:50.

Cuentan en Arahal que la familia se había gastado mucho dinero en la rehabilitación de Juan Antonio, al que habían llevado a distintos centros de desintoxicación y al que habían conseguido mantener apartado de las drogas durante algunos periodos. Su hermana Rosa, precisamente, era una de las que más le había apoyado y le acompañaba asiduamente en sus paseos terapéuticos por las calles de Arahal.

De nada sirvieron sus esfuerzos. Desde hace tiempo, Juan Antonio había vuelto a recaer en su adicción. El pasado verano, su madre, desesperada, había acudido a la Policía Local para informar de la actitud de su hijo. Pero la mujer no quiso presentar una denuncia contra él. Aquel episodio es lo único que puede considerarse próximo a un antecedente de malos tratos o violencia en esta familia, muy conocida en el pueblo.

Las primeras hipótesis apuntan a un posible móvil económico como explicación del doble crimen. Juan Antonio podría haber ido a pedir dinero a su hermana, que la noche del domingo al lunes se encontraba sola en su casa mientras su madre pasaba la noche fuera trabajando como cuidadora. Rosa podría estar durmiendo, como probaría el hecho de que estuviera semidesnuda, cuando su hermano se presentó en el domicilio. Algunas fuentes apuntan a que pasó las dos noches previas -había cobrado su prestación por desempleo el día 10- consumiendo drogas fuera de la casa familiar, en la que también él residía.

El toxicómano, de 34 años, permanece bajo custodia policial en el Virgen del Rocío

La negativa de su hermana a darle más dinero para drogas habría podido desencadenar una reacción violenta por parte del toxicómano. No es descartable que, tras matar a su hermana, consiguiera algo de dinero y siguiera consumiendo drogas, hasta que llegó la madre por la mañana y descubrió lo que había pasado. Y se repitió la escena de la madrugada anterior.

Una patrulla de la Policía Local fue la primera en llegar al domicilio, avisada por el vecino que descubrió los cadáveres junto con Francisco Portillo. La Policía Local alertó después a la Guardia Civil, cuyo equipo de Policía Judicial de Osuna se encarga de la investigación del caso. Los servicios de emergencias sanitarias del 061 atendieron a Juan Antonio Portillo, que a la hora de cierre de esta edición permanecía hospitalizado bajo custodia policial en el Virgen del Rocío. La comisión judicial decretó el levantamiento de los cadáveres pasadas las diez de la noche. El taxímetro del taxi que esperaba al forense para llevarlo de vuelta a Sevilla superaba ya los cien euros. En la acera de enfrente, en el balcón de una casa, una colgadura con la imagen del Niño Jesús recordaba que "Dios ha nacido" y deseaba una Feliz Navidad.

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