La cercanía del décimo aniversario de la catástrofe ecológica de Aznalcóllar, ocurrido el 25 de abril de 1998, ha devuelto al primer plano el proceso de construcción de la nueva mina a cielo abierto que tendrá la provincia de Sevilla: Cobre las Cruces. Grupos ecologistas retoman las protestas de este proyecto argumentando que puede convertirse en un nuevo caso como el de Boliden, aunque en esta ocasión se ha unido a estas críticas Fernando Hiraldo, actual director de la Estación Biológica de Doñana, dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha lamentado, más que la propia instalación minera, el proceso administrativo seguido por la Junta de Andalucía para la aprobación de este proyecto.

Hiraldo se pregunta en un documento remitido por el CSIC con motivo de este décimo aniversario del siniestro de Aznalcóllar si "hemos aprendido la lección. Quisiera creer que sí, pero tengo serias dudas" y apunta directamente al proyecto minero situado entre los términos de Salteras, Gerena y Guillena y en pleno proceso de construcción. Hiraldo mantiene que "viendo cómo se ha llevado el proyecto de la mina de Las Cruces, cuyos desechos contaminantes van también al Guadalquivir, pienso que no".

No obstante, admite que "no es que el proyecto, ya en marcha, no cumpla la ley, bueno estaría, es que creo que era necesario un debate mucho más intenso y pensando en el largo plazo". Hiraldo se alinea, de esta forma, con la principal argumentación de las asociaciones ecologistas, que siempre han criticado la celeridad con la que la Administración autonómica aprobó el proyecto.

En este sentido, el director de la estación biológica lanza diversas preguntas relacionadas con el futuro de la instalación: "¿Cómo quedará la zona cuando el precio del cobre baje y la compañía minera abandone?, ¿de verdad lo limpiarán y restaurarán ellos?, ¿y si quiebra la empresa también. En fin, las preguntas son muchas, las respuestas que he oído también pero no me han convencido", sentencia el científico.