El pueblo de Sevilla que celebra Halloween con melones y no con calabazas
Los meloncillos se decoran para Todos los Santos del mismo modo que lo hacían los colonos que fundaron Cañada Rosal a mediados del XVIII
Cañada Rosal tiene unas costumbres peculiares en la provincia que se mantienen desde su fundación por colonos que provenían de Alemania , Austria, Flandes, Francia , Luxemburgo, Suiza e Italia. Se trataba de repoblar la zona desértica que se extendía a lo largo del camino real que unía la Corte con Sevilla y Cádiz y de este modo nacen la localidades de La Luisiana o Cañada Rosal. Esta última, creada en baldíos de la ciudad de Écija con familias extranjeras. Desde entonces, además de una abundante cantidad de apellidos centroeuropeos han quedado tradiciones como la de las linternas de meloncillos para el mes de noviembre.
El Ayuntamiento de Cañada Rosal ha abierto hoy el plazo de inscripciones para participar en su IV Fiesta de los Farolillos de Melón, que volverá a hacer que en la localidad se viva un Halloween muy distinto y original.
La organizadora de la actividad es la Asociación Cultural Las Crujientes de Cañada Rosal en colaboración con el Ayuntamiento y la Fundación Gerón (empresa que gestiona la Residencia de Mayores San Joaquín y Santa Ana). Las personas que quieran participar en esta actividad, dirigida a mayores de edad, se pueden inscribir hasta el jueves 23 de octubre en la Residencia de mayores San Joaquín y Santa Ana, mientras que el 30 de octubre será el momento para elaborar los farolillos con la base de meloncillos, para lo que se reunirán quienes participen entre las 16.00 y las 18:30 horas.
Cañada Rosal se distingue por esta y otras tradiciones. Los meloncillos se decoran siguen el modelo de los colonos que llegaron al pueblo fundado a mediados del XVIII.Aunque seguramente están más relacionados con las Laterne de San Martin, una tradición alemana, que con Halloween.
Hasta los años 60, en Cañada Rosal, cuando se acercaba el mes de noviembre, los mayores hacían para los niños, farolillos con “meloncillos” del huerto, es decir, con aquellos frutos tardíos que eran desechados para la venta o el consumo humano.
Aunque eran destinados a la alimentación de los animales, se decidió darle este original uso, que se ha podido recuperar para que conozcan esta curiosa costumbre las nuevas generaciones del municipio.
En el taller participan muchas mujeres con más de 65 años, encargadas de recuperar y mostrar las antiguas costumbres a la juventud y la infancia actuales.
Es precisamente en la memoria de estas mujeres donde todavía pervive esta tradición, ya que ellas recuerdan que sus madres y abuelas hacían estos farolillos para entretener a los más pequeños de la casa, que sacaban al anochecer sus farolillos e iluminaban las calles del pueblo.
Era una fiesta infantil y también una aportación a la comunidad, ya que, por aquel entonces, las calles contaban con un escaso alumbrado público.
Estas actividades permiten a los vecinos de Cañada Rosal disfrutar de una tarde-noche de Halloween de una forma única, combinando la tradición local con la diversión.
Los carrosaleños demuestran una vez más, así, el espíritu comunitario y la importancia de mantener vivas las tradiciones.
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