La tabla de salvación del vecino de al lado
La residencia Montetabor, de las pioneras en el Aljarafe, busca de nuevo el compromiso ciudadano que hizo posible su apertura ante la caída de fondos públicos
Delante de la residencia de mayores Montetabor de Gines, una de las pioneras en el Aljarafe con más de 30 años de trayectoria, se alza un enorme pino. Francisca Serrano, Elisa Flores y Magdalena Pons lo colocaron en la Navidad de 1983 después de que el plantón sobrara de un mercadillo que organizaron para recaudar fondos. Pasó con otras tres palmeras que flanqueaban la casa, construida en 1981, hasta que el picudo rojo obligó a cortarlas. Como con esos árboles, estas tres mujeres, ex directora, administradora del centro y presidenta de la asociación Montetabor, respectivamente, han visto alzarse cada ladrillo y mejora que con "mucho esfuerzo" -con donaciones e implicación de los vecinos, luego con las políticas sociales- se ha puesto en esta residencia, sobre la que se ciñe ahora la incertidumbre. Como en tantas. Su historia no le salva. El recorte de los fondos para Dependencia y la falta de liquidez de la Junta les están obligando a buscar alternativas para financiarse. En su caso, intentan volver a esos orígenes de compromiso social y vecinal con el que surgió el proyecto.
Pero, más allá de la anécdota su testimonio ilustra la situación por la que pasan otros muchos centros residenciales sevillanos, que han advertido que de materializarse el amago de la Junta de no seguir abonando la reserva de las plazas concertadas sin cubrir estarían abocadas al cierre. En Montetabor son prudentes, prefieren ser constructivos, pero piden "a los responsables" que no "se retiren las metas de la Ley de Dependencia". "El dinero dedicado a los convenios de plazas no es un gasto superfluo, ni a los mayores se les hace un favor". Teniendo en cuenta que lo que hay detrás es una entidad sin ánimo de lucro, su vulnerabilidad se agrava.
La residencia Montetabor tiene 43 plazas y 26 trabajadores. Los primeros conciertos con la Junta se firmaron en 1984, cuando se disparó la demanda y comenzaron a proliferar residencias piratas en pisos o chalés que se contaban por decenas ya en los 90. Hoy tienen concertadas 40 plazas, lo que implica que de los 1.506 euros en los que está fijado su coste mensual, el mayor aporta el 75% de su paga, independientemente de la cuantía de ésta, y el resto lo pone la Junta. Cuando están vacías, la Administración abona el 60% a modo de reserva. Pero una situación que antes era coyuntural -las plazas se ocupaban, como mucho, en dos meses- se ha convertido en estructural. Tienen once, una cuarta parte, vacías desde hace más de un año, lo que ha obligado a reducir sueldos y jornadas a un personal vinculado al centro desde el principio en muchos casos. Hay demanda, se supone, pero son pocos los mayores que pueden costearse una plaza con las características que se exigen por ley. Así, si se deja de pagar la reserva -en este caso supone casi 10.000 euros al mes- no podrían seguir. Lo dicen ellas y lo ha dicho la patronal del sector. Ya constituida como fundación, Montetabor promovió otro centro, con 70 plazas, que funciona en Bollullos de la Mitación.
Según explica la actual directora de Gines, Charo Ruiz, el punto de inflexión, en el que se visualizó que la crisis iba a afectar de lleno a las residencias de mayores fue, en su caso, a mediados de 2012. Comenzaron los retrasos al ocupar plazas. Desaparecieron todas las subvenciones y ayudas, también de las entidades privadas, como cajas de ahorros, para equipamientos, reformas o programas que, en Gines, permitieron ir adaptándose a la exigente normativa que se desarrolló en estas tres décadas. Los pagos de la Junta, que antes de hacían a 60 días, se han ido al máximo de 90.
No han tenido más remedio que mirar a su pasado como tabla de salvación. Según recuerda Francisca Serrano, la asociación Montetabor se creó en 1975, a iniciativa de Pepe Ordóñez, quien junto a un grupo vinculado a comunidades cristianas populares intentó levantar un centro alejado del concepto de asilo al uso, que dignificara y alentara el papel activo del mayor, sobre todo del que tenía pocos recursos. Sobre un suelo donado instalaron unos viveros de claveles para intentar sacar dinero para el proyecto, que fue cuajando con rifas y papeletas que se vendían en las ferias de Sevilla y de los pueblos, conciertos benéficos, festivales y mercadillos. Tuvieron donaciones y se sumaron muchos vecinos de Gines, con una red de colaboradores o asociados que aportaban una pequeña cantidad mensual. Llegaron a ser hasta 500 personas, pero muchos han desaparecido con los años, sin que les hayan sustituido otros más jóvenes. Hoy esa red son unas 196 personas y 56 los socios implicados de lleno en el proyecto.
"Hay un deber ciudadano; si hay un momento malo como éste, la sociedad debe responder, colaborar con lo cercano; no nos estamos muriendo de hambre pero queremos mantener el espíritu de ese proyecto, la calidad con la que se atiende a los mayores", considera la presidenta de la asociación, Magdalena Pons, una catedrática de Inglés jubilada, al que un compañero del instituto de Sanlúcar la Mayor, en el que trabajaba, vinculó para siempre al proyecto. Como el resto del grupo, recorre el centro saludando, llamando por su nombre y apuntando gustos y biografías de cada uno de los residentes, en la sala de fisioterapia, en el saloncito, en los pasillos de una casa en la que huele a puchero.
Han puesto en marcha una campaña para captar nuevos socios, en la que les está ayudando el Ayuntamiento de Gines a través de su página web. Hoy domingo a las 13:00, en la Hacienda El Tronío de Gines, la Coral Polifónica da un concierto a beneficio del centro, con una fila cero. Les han cedido, durante toda la temporada, la producción de un huerto que se ve desde las ventanas del centro, una isla rural en el cercado Gines. También ha surgido una iniciativa novedosa, como la de la joven pareja que confirma Lola Gómez y Daniel Serrano. El padre de ella fue residente. Hace un año y medio pusieron en marcha montetabooks, una venta solidaria de libros usados que copiaron a Intermón Óxfam. Unos se los donan, otros los adquieren a tres euros. Los ingresos -1.095 euros desde que arrancaron en mayo de 2012, un grano de arena- van íntegramente a las residencias de mayores Montetabor. Tienen una web y se ponen en el mercadillo navideño de Gines, parecido a aquél en el que hace 30 años sobró esa maceta, el pino que echó raíces y creció como un icono de la casa.
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