Chaparrón de goles en un simulacro

Desde mi córner

Estos partidos con esa desigualdad deberían reconsiderar el modelo actual de Copa del Rey

NUEVE a cero cuando sólo se está en el intermedio es la clara demostración de que son demasiados los equipos que se sientan a la mesa apetitosa de la Copa del Rey. Una criba mayor sería conveniente y de paso se evitaría la humillación a un puñado de trabajadores que no viven, precisamente, del fútbol. El atractivo del fútbol radica primordialmente en la competitividad y lo de ayer nada tuvo que ver con la esencia de este juego.

Ya horas antes se había desembarazado el Sevilla con facilidad de su oponente, también de cinco categorías abajo de los sevillistas. Pero, al menos, hubo cierta competitividad entre los de Alonso y el Quintanar y no lo del Getafe en la localidad oscense de Tardienta o lo del Betis en Almendralejo. Procede que haya, al menos, una eliminatoria más antes de que se incorporen a la competición los de Primera División por el bien y el respeto a la competición.

Cualquier parecido entre lo ocurrido anoche en el Francisco de la Hera y un partido de fútbol es una triste coincidencia, un simulacro en toda regla. Era como si el Betis se enfrentase, es un decir, a sombras que siempre llegaban tarde a cada duelo. Y los goles caían antinaturales, en cascada, con el Betis tomándose las cosas en serio como prueba de respeto al rival. Y la guinda del pastel cuando el local Quique bate a Rui Silva lo celebra como un poseso y la cosa iba 1-10.

Tras el descanso se rozó en algunos momentos ciertas dosis de competitividad y sólo se registraba un 1-3 para el Betis. Pero hay que redundar que es una barbaridad que haya enfrentamientos con tanta desigualdad. Más de cien equipos cuando ya hubo alguna eliminatoria es una desmesura que va contra lo que debe tener un partido de fútbol de igualdad entrambos contendientes. Al final un 12-1 que no se vivía desde aquel España-Malta de hace cuarenta años.

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