Betis-Mallorca

La crónica | Borja Iglesias mantiene abierta la espita del sueño de la Champions (1-0)

  • Un gol de intuición, habilidad y calidad del delantero gallego al desviar un disparo de Sabaly les da los tres puntos a los béticos contra el Mallorca

  • Los hombres de Pellegrini llegan con 45 puntos al parón después de saber sufrir en un partido agrio

  • Así le hemos contado el minuto a minuto del Betis-Mallorca

Borja Iglesias celebra el gol que le dio el triunfo al Betis.

Borja Iglesias celebra el gol que le dio el triunfo al Betis. / Antonio Pizarro

Nuevo paso del Betis en esa apasionante pelea por disputar la próxima edición de la Liga de Campeones. Los verdiblancos se impusieron al Mallorca gracias a la picardía, y la calidad, de Borja Iglesias y llegarán al parón liguero con 45 puntos en su casillero. Nada más y nada menos que 45 unidades cuando aún restan por ponerse en juego 36 más desde aquí hasta el final allá por el 4 de junio, día arriba, día abajo.

Fue un triunfo de mérito, vaya por delante, por mucho que sólo se pueda contabilizar media ocasión, como decía el propio Borja Iglesias al finalizar el encuentro ante los micrófonos de Ismael Medina a pie de campo. La única fe que no admite discusión alguna en el fútbol es que sólo vale ganar y que eso se consigue anotando un gol más que el rival en el acta que consigna el árbitro en los vestuarios.

Justo eso fue lo que hizo el Betis, meter el balón una vez entre los tres palos defendidos por Rajkovic, mientras que el Mallorca no logró tampoco ni acercarse a Rui Silva con verdadero peligro en acciones que fueran validadas por el juez y sus ayudantes. Vale esta acotación porque Muriqi sí metió la pelota una vez, pero estaba en claro fuera de juego y la acción ya estaba invalidada al disparar.

El Betis, siguiendo estos argumentos, tiene motivos de sobra para el festejo, para que Rubén Cousillas saltara al campo al finalizar el encuentro como si se tratara de un partido de lo más trascendente y también Luiz Felipe, en la grada, viera como su compañero de asiento casi enloquecía antes de los tres pitidos finales. Cada uno tiene el derecho a celebrar las victorias como mejor considere oportuno y los béticos, por supuesto, hacían muy bien en gozarlo en plenitud.

Elementos complicados

Porque no se trataba de una cita fácil por mucho que el Mallorca no sea de los equipos que mejor jueguen al fútbol en la Liga Santander. Cabría definir lo de jugar bien al fútbol antes que nada, pero es verdad que el cuadro de Javier Aguirre no apuesta por el elemento plástico, por la vistosidad, por esa regla que ahora impera de sacar siempre el balón jugado desde atrás como si se tratara de un dogma de fe y no hubiera más formas de desempeñarse en un campo de fútbol. Pero también hay que apuntar cuatro elementos que complicaban las cosas para el Betis. Uno, el rival es de los que mejor protegen a su guardameta; dos, el pasado jueves se había disputado otro partido con los mismos colores en los dos contendientes, sólo que era el Manchester United el rival de los béticos y eso siempre exige un desgaste físico; tres, el calor pesaba a esa hora del mediodía con un sol pegando de lleno muy arriba; y cuatro, aunque ya no sea noticia y sea muy repetitivo, Nabil Fekir no se podía enfundar la elástica verdiblanca de nuevo.

Pezzella, uno de los mejores del Betis, intenta frenar a Kang-in Lee. Pezzella, uno de los mejores del Betis, intenta frenar a Kang-in Lee.

Pezzella, uno de los mejores del Betis, intenta frenar a Kang-in Lee. / Antonio Pizarro

Eso quiere decir que el Betis no lo iba a tener nada fácil para ganar, como así fue con posterioridad. Pellegrini, que había sabido dosificar en la cita del jueves, sí apostaba esta vez por Canales y Borja Iglesias entre los once titulares. También ingresaba Rodri en esa labor de intentar hacer que no se recuerde en exceso al mago francés de origen argelino, mientras que Guardado refrescaba en el medio en lugar de William Carvalho. En la zaga la única novedad era Miranda esta vez de titular para que, en total, fueran cinco las piezas nuevas de campo respecto a la despedida europea del curso.

El Betis trató de llevar el control desde el principio, como no podía ser de otra forma, pero es verdad que apenas iba a tener ocasiones claras para haberse puesto por delante en el primer periodo. Un tiro alto de Guardado (8’), una llegada de Miranda en un buen pase de Canales (16’) y muy poquito más. Porque el resto era una pelea contumaz de Borja Iglesias con Raíllo para ganar la posición y la búsqueda casi imposible de vías de pase fáciles.

El Mallorca, con cinco defensas, pero defensas de verdad, dos medios por delante y Kang In Lee y Muriqi tratando de hallar petróleo al final de La Palmera, no podía ser un rival más incómodo y más desagradable en el buen sentido de la palabra y siempre en terminología futbolística. Más o menos todo iba camino de volver a ser así tras el tiempo de descanso en el intermedio, pero ahí surgió la jugada que lo cambió todo.

Sabaly tuvo el mérito de atreverse a disparar con su izquierda a pesar de que tenía varios adversarios por delante y el balón iba ya camino de ninguna parte o de las manos de Rajkovic cuando Borja Iglesias hizo lo que hacen los defensas cuando se meten un gol en propia puerta. La diferencia, claro, es que el gallego lo llevó a cabo de forma voluntaria y con una gran calidad, por tanto. Metió la puntera con toda la intención de desviar la dirección de la pelota hacia el poste contrario. Y acertó, vaya si acertó.

Los anfitriones conseguían lo más complicado ante el Mallorca y el tiempo se encargaría de demostrar que era así, que no era una perogrullada más de los que se dan en el fútbol. Restaba mucho por delante, incluso la posibilidad de que se produjeran diez cambios en los dos equipos tratando de buscar fórmulas nuevas sobre el césped, pero sólo se pudo contabilizar un nuevo disparo de Sabaly en el 92’ después de un buen giro del lateral senegalés.

El resto fue un quiero y no puedo por ambas partes y, lógicamente, el marcador se mantuvo con ese uno a cero que se había inventado Borja Iglesias con su intuición y con su calidad. Conclusión final y la única que tiene realmente valor: el Betis tiene 45 puntos cuando se entra en el último tercio del campeonato liguero y eso le abre la espita al sueño de jugar la próxima edición de la Liga de Campeones, ni más ni menos.

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