Domingo de Laetare: el rosa litúrgico varió al verde jubiloso
El ambiente del derbi Betis-Sevilla
El Betis y el beticismo, banderas al viento, celebraron a lo grande su esperado triunfo sobre el Sevilla en una fecha muy señalada del calendario hispalense
El mejor ganó el derbi y es el Betis (2-1)
El cuarto domingo de cuaresma está bien señalado en el calendario sentimental sevillano. Mientras el personal cuenta los días que faltan para el Domingo de Ramos, la Iglesia Católica da un respiro al periodo de penitencia cuaresmal con el Domingo de Laetare. Laetare, Jerusalem... Alégrate, Jerusalén. Alégrate, Betis. Del rosa litúrgico de este día al verdiblanco que preñó de emoción un triunfo esperadísimo por la afición bética. Desde el 2 de septiembre de 2018 no había victoria liguera en el derbi para los que vibran con el verde sobre los que defienden el rojo. El cromatismo de la primavera tomó fuerza en este domingo 30 de marzo de 2025. Y culminó en verde, el color litúrgico del tiempo ordinario.
No es cualquier día este Domingo de Laetare en la geografía sentimental hispalense. Entre despedidas de solteros o solteras se veían más camisetas verdiblancas que blanquirrojas -las contrapuestas rachas impulsaban a los de las trece barras- en los cauces urbanos que llevaban a los puntos más señalados del calendario emocional. En Triana, allende el río: el besamanos de la Estrella o el traslado de la Esperanza de Triana. Aquende el río: el besamanos de la Virgen del Valle y la subida al paso del Cristo de la Salud de San Bernardo.
En Gol Sur supieron escoger la coreografía perfecta en el día que el destino tenía elegido para este reencuentro del beticismo con la fiesta de ganarle al eterno rival. “Te coronaron los ángeles para dejarte en Sevilla”. La frase pertenece al famoso romance que Antonio Rodríguez Buzón dedicó a la Esperanza Macarena en su pregón de Semana Santa de 1956. Aquel de “como Tú, ninguna”. Dos angelotes coronaban el escudo primigenio y circular del Betis Balompié en el mosaico exhibido durante la salida de los equipos al campo. Aquello prometía para la hinchada verdiblanca. Eso es saber leer el curso emocional de la ciudad. Ha habido otros tifos de mucho menos gusto...
El Sevilla acudió a la fiesta verdiblanca como un monaguillo que no se entera de qué va eso de la liturgia del laetare. O no. Inconscientemente contribuyó a que subieran los decibelios festivos con su gol inicial. Un triunfo con remontada se disfruta más, se saca la rabia con el empate y se disfruta del gozo con el tanto que da la vuelta al marcador. Un gol éste que fue precioso en ejecución y significado.
El 2-1 con el que Cucho Hernández hizo estallar de júbilo el Benito Villamarín justo antes del descanso fue el epítome perfecto del partido. Una síntesis que semejó un apotegma certero, como una greguería de Ramón Gómez de la Serna. El despeje a la nada de Pedrosa que dio inicio a la jugada fue el símil de la impotencia y la falta de calidad y confianza sevillistas. La combinación entre Jesús Rodríguez, Isco a la primera y al espacio y el desmarque y el remate del Cucho bajo las piernas de Nyland expresaron el triunfo de la calidad bética. Ahí terminó el partido. Podría haber finiquitado aquello ya Busquets Ferrer porque ya era imposible que pasara algo más que no fuera una herida más grande del Betis sobre el Sevilla.
Pero no quiso el equipo de Pellegrini hurgar en la herida del conjunto de García Pimienta. Ya tenía en su botín lo ansiado durante tanto tiempo -primer triunfo del chileno en diez derbis de Primera División, al margen del que ganó en la Copa y que resultó tan determinante-. Como si no quisiera zaherir más de la cuenta al club vecino, mejor que hermano, en un día tan señalado para la alegría.
En el Sevilla no hubo rosa litúrgico. Salvo ese instante jubiloso del gol de Rubén Vargas, el color morado de la penitencia vuelve a teñir la sábana del espectro nervionense, un equipo, un club, que de aquí al final de temporada tendrá que arrastrar las cadenas de su insustancialidad. Qué paupérrima imagen de inanidad e impotencia dieron los de rojo, otrora tan temidos en Heliópolis...
La fiesta en el Benito Villamarín fue enorme. Bartra, que salvó hasta dos disparos de Isaac cuando aún había partido en la primera parte, fue de los más efusivos dirigiéndose a la grada. Es de los más veteranos en derbis y sabe lo que significan. El Betis sale espoleadísimo de su encuentro con el Sevilla: sexto triunfo consecutivo, la Champions a tiro, primer derbi ganado por Pellegrini en la Liga, fin a la sequía desde aquel gol de Joaquín en 2018... El portuense ya puede estar tranquilo. Desde la grada dejó que la procesión por dentro fuera para Jesús Navas, el hombre que ha jugado más derbis en la historia y que vivió in situ la liturgia festiva del eterno rival. Será por liturgias en el calendario hispalense...
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