La roja a Canales, una arbitrariedad más
Desde mi córner
Autor del reglamento que permite el diálogo y el contacto sufre un rapto de meticulosidad
Cabalgaba el tiempo de forma inexorable hacia las nueve de la noche en todos los relojes de la Bahía cuando un valenciano inefable y bastante impresentable pasaba a la posteridad expulsando a Canales. Más de quinientos partidos en Primera División sin ningún borrón de esa índole los tiraba por tierra ese valenciano de marras en un acto de supremacismo inicuo sin que se explicara debidamente el motivo de su decisión.
Y he ahí el minuto de gloria de ese Antonio Mateu Lahoz, autor de un nuevo reglamento futbolístico basado en la permisividad y en la luz verde a un juego que raya la peligrosidad. Tan condescendiente con los tuercebotas y gran dialogador con futbolistas, le echó la lupa encima a un ejemplo de deportividad y buenas maneras. Si hay un prototipo de caballerosidad dentro de una cancha, y fuera también, ese es Sergio Canales, natural de Santander y ejemplo indudable.
Tres expulsados en los tres últimos partidos del Betis como visitante y no es que pretenda meter en el mismo saco tantas expulsiones, claro que no,pero choca tan justiciera forma de arbitrarle al equipo que menos faltas hace y empieza a incomodar por las alturas. Con los sapos que se ha tragado Mateu ante pesos pesados como Luis Suárez o ante esa mosca cojonera que es Raúl García en San Mamés y ha ido a ponerse gallito ante un deportista ejemplar en todos los aspectos.
Ante arbitrariedades como la de Mateu en Cádiz, qué mecanismos existen para combatirlas. Dolorosamente, el arbitraje es una dictadura implacable y sólo haber tratado a muchos miembros de dicho estamento da pie a esa consideración. Si no se remedia, ese golpe de autoritarismo de Mateu en Carranza tendrá la consecuencia de que el Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié, se vea privado de su mejor futbolista ante el Atleti este domingo. Vivir para ver.
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