Cinco acciones que desarrollarán la empatía de los niños a partir de los cuatro años: "Se aprende viviéndola y disfrutándola"

La empatía no se debe enseñar de la misma forma a un niño que a un adulto, ya que usan mecanismos diferentes para llevarla a cabo

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Niños ayudando
Niños ayudando / Pexels

Siempre hablamos de la empatía cuando esperamos que un adulto se sienta identificado con nosotros mismos. De hecho, en muchas ocasiones, cuando no comparten la misma opinión, pensamos que no se sienten identificados por la situación, aunque puede ser que directamente tenga otra opinión y nosotros no queramos verlo.

Igualmente, sea como sea, se pone en valor la empatía que es una emoción que se trabaja desde la infancia. Esta no se consigue hablando sobre ella, sino poniendo a prueba a los más pequeños con una serie de acciones que le ayudarán a forjar su opinión personal, pero también teniendo en cuenta las preocupaciones o gustos de los demás.

Javier de Haro, psicólogo, da en el clavo y propone cinco acciones que se deben trabajar con los niños que tienen más de cuatro años para que puedan desarrollar más empatía y, ante situaciones parecidas en un futuro, sepan como reaccionar, siempre tomando buenas elecciones.

Cinco acciones para desarrollar la empatía

  1. Organiza con el niño algo para otra persona. Dentro de esta categoría se pueden nombrar varios ejemplos donde se ve claro el grado de implicación desde la infancia. Por ejemplo, preparar una merienda para el hermano, algo que le pueda gustar; es el cumple de mamá, ¿qué le podemos regalar?; Así empezará a pensar en el gusto de los demás y no tendrán tanta importancia los suyos propios.
  2. Hacer pausas en los cuentos o en las películas para investigar. Es muy fácil, se trata de hacer preguntas para investigar los sentimientos de los niños. Además, se estaría desarrollando la creatividad ante determinadas situaciones. Por ejemplo, preguntar cómo se siente el personaje favorito del dibujo animado y ante una situación determinada, como actuarías si estuvieses en su situación.
  3. Una vez a la semana ayudar a alguien. Puede ser desde un familiar hasta un compañero o nuestra mascota. Se trata de ayudarlos en alguna situación concreta sin que se lo pidan previamente. Esa misma noche que se lleva a cabo, se deberá compartir en familia todo lo aprendido. Así adquirirán que la empatía no es individual, sino que tiene un carácter familiar en el que todos reman en el mismo sentido.
  4. Cambio de roles. Por ejemplo, imaginamos situaciones reales en las que tengan que simular que es una persona que lo ha pasado mal. Para ello, se les hace estas tres preguntas: qué sentirías, qué necesitarías de los demás que te pueda ayudar y qué podrías hacer tú aunque seas un niño para ayudar a esa persona. Así se practica situaciones reales que pueden pasar en un futuro.
  5. Se debe practicar el agradecimiento. Una vez a la semana, antes de cenar en familia, cada miembro agradece dos cosas que le hayan hecho feliz. Así se dará importancia a los detalles que han hecho otras personas por ellos, removiendo todos los que le hace sentir esos gestos.

Diferencias entre cómo desarrollan los niños y los adultos la empatía

Los niños desarrollan esta emoción a través de la experiencia y la observación. Sin embargo, el adulto se apoya en la madurez de las habilidades emocionales y la capacidad de la autoconciencia. Las herramientas que utilizan los más pequeños para ello son la validación de los sentimientos y crear un entorno seguro. Cuando se cumple una edad, se hace una práctica más consciente y una gestión emocional. Eso quiere decir que se aplica un esfuerzo mayor por poner sé en el lugar del otro, manejando los propios sentimientos sí que nos lleguen a dominar por ello.

Los mecanismos iniciales son las habilidades innatas y el apego temprano que se siente sobre la familia y los compañeros. La interacción que se tiene con el entorno más cercano, hará que se forje los primeros lazos y, por lo tanto, la empatía hacia esas personas. Cuando se es mayor se transforma en sensibilidad empática que significa que el adulto tiene mayor sensibilidad, capacidad para reconocer y siente las emociones ajenas con mayor intensidad.

Referencias bibliográficas:

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