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Hace tan solo unos días, una noticia ocupó el centro de toda la opinión pública: Kiko RiveraKiko Rivera, hijo de la tonadillera Isabel Pantoja, sufrió un ictus ictusla madrugada de este pasado viernes. Una noticia que impactó más allá de lo conocido de este rostro, también por la temprana edad del DJ quien tiene tan solo 38 años. Sin embargo, pese a que este enfermedad sigue asociada a edades más avanzadas, la realidad es que en los últimos años el incremento de los accidentes cardiovasculares entre adultos jóvenes alarma a la comunidad médica. Si bien las tasas de accidentes cerebrovasculares siguen disminuyendo en las personas de 55 años o más, ocurre lo contrario en los adultos más jóvenes a partir de los 30 años, según sugieren los últimos estudios.
En concreto, en todos los grupos de edad, en España se producen unos 120.000 casos al año cada 6 minutos. Según la Federación Española de Ictus (FEI), es la causa de muerte más frecuente en mujeres y la segunda causa de muerte en hombres, con unas 40.000 defunciones a esta causa. En el caso de los jóvenes, para añadir datos que muestran en cifras esta realidad, en los últimos años los casos de accidentes cerebrales entre los jóvenes se han disparado: han crecido un 25% en 20 años. Y según las cifras de la Sociedad Española de Neurología, cada año mueren más de 3.000 jóvenes tras sufrir un ictus.
La comunidad médica enfatiza a este respecto la importancia de tratar los factores de riesgo subyacentes del accidente cerebrovascular, como la presión arterial alta, el colesterol alto y la diabetes. Principalmente por la propagación de malos hábitos, desde una dieta poco saludable o el tabaquismo, hasta el uso excesivo de cocaína y otras drogas drogasentre la población más joven.
Hay dos tipos de accidentes cerebrovasculares, el isquémico y el hemorrágico. El más común es el isquémico ,que ocurre cuando un coágulo de sangre se rompe y bloquea un vaso sanguíneo en el cerebro ,cortando el flujo de sangre. Dependiendo de la gravedad (grosor) de las arterias bloqueadas, puede ser más o menos grave y temporal, sin dejar cicatrices.
El hemorrágico ocurre cuando uno de estos vasos sanguíneos que corren a través de nuestro cerebro se revienta, provocando un derrame cerebral o una hemorragia en el cerebro. De cualquier manera, el resultado es el mismo: mueren células cerebrales frágiles que a menudo necesitan sangre.
En cuanto a los síntomas, los cinco síntomas principales que pueden alertar a una persona en los primeros momentos son: dolor de cabeza repentino, problemas de visión repentinos en uno o ambos ojos, dificultad para hablar y comprender, pérdida repentina de equilibrio y estabilidad, y pérdida de fuerza en brazos, piernas o brazos.
En niños o jóvenes también podemos encontrar otros síntomas, como convulsiones o parálisis. Es muy importante detectar estos síntomas en las primeras horas, ya que son cruciales para la gravedad del accidente o las secuelas posteriores.
Desafortunadamente, si bien existe una gran cantidad de información sobre este trastorno, la verdad es que solo aquellos que lo han experimentado de primera mano comprenden las complicaciones emocionales, cognitivas y socioeconómicas que puede causar para ellos y sus seres queridos. Los datos muestran que el 30% de los pacientes con accidente cerebrovascular experimentarán algún tipo de parálisis, problemas cognitivos o de equilibrio. Solo el 40% puede valerse por sí mismos.
En general, los accidentes cerebrovasculares han disminuido a lo largo de las décadas entre los grupos de población de riesgo que comienzan a partir de los 55 años. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) atribuyeron la mejora a tasas más bajas de tabaquismo, una mejora de la presión arterial y los hábitos saludables y, por ende, la reducción del colesterol. Sin embargo, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Nueva Jersey, muestra datos sobre cómo los jóvenes están tomando el rumbo contrario. Un ejemplo que citan los investigadores es la alta tasa de obesidad entre los jóvenes, unida al sedentarismo (esto suele derivar en hipertensión¡ arterial (HTA), hipercolesterolemia (colesterol alto), o diabetes). Esta última también ha aumentado la incidencia en los últimos 40 años. Por otro lado, aunque el tabaquismo en general ha disminuido significativamente desde la década de 1960, los adultos jóvenes consumen más nicotina (al que se atribuye un aumento del riesgo de dos a cuatro veces). Asimismo, estos datos también se engrosan por el consumo excesivo de alcohol o el de drogas, cada vez más común entre las poblaciones más jóvenes (que aumenta el riesgo cardiovascular, tanto de trombo como hemorrágico).
De hecho, El 21% de las personas que han sufrido un ictus con menos de 35 años consumía sustancias ilegales como la cocaína o la marihuana, aunque en nuestro país está más relacionado con la hipertensión derivada de los malos hábitos de vida. También cabe destacar un factor que está afectando al desarrollo de otras muchas enfermedades y patologías, la contaminación atmosférica.
Es importante señalar que las mujeres corren un mayor riesgo que los hombres debido al uso de los anticonceptivos orales, que pueden elevar los niveles de homocisteína (un químico que el cuerpo usa para producir proteínas) y lipoproteínas A (la forma mala de colesterol). Por otro lado, muchos expertos creen que el riesgo de sufrir un ictus precoz está relacionado con la globalización actual de padecimientos como las migrañas, el estrés o los malos hábitos alimentarios. Por lo tanto, la juventud no es una razón de peso para ignorar el problema.
Y así como mencionamos algunos factores de riesgo que podemos controlar, también es importante eliminarlos ya que son riesgos modificables. En primer lugar, es muy importante eliminar los dos tóxicos más prevalentes en nuestra sociedad: el alcohol y el tabaco. Debes prestar atención a tu dieta, mantenerte físicamente activo, hacer ejercicio al menos 30 minutos al día y fortalecer tu corazón.
También debemos aprender a lidiar con el estrés, ya que puede causar ansiedad y afectar la presión arterial. Las personas con diabetes o antecedentes de esta enfermedad, deben controlar su progresión con precaución y deben adoptar hábitos saludables de vida, ya que su estado duplica la probabilidad de sufrir un derrame cerebral (como ha sido el caso del cantante).
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