Una fisioterapeuta explica las consecuencias de hacer pipí sin tener la vejiga llena: "El detrusor no tendrá la fuerza necesaria para contraerse y eliminar toda la orina"

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La fisioterapeuta experta en suelo pélvico, Elena Valiente
La fisioterapeuta experta en suelo pélvico, Elena Valiente / @elenavalientesalud

En algún momento de nuestras vidas, todos lo hemos hecho: ir al baño aunque no sintamos una necesidad real de orinar. Este hábito, tan extendido y aparentemente inofensivo, forma parte de lo que conocemos como micción anticipada que tiene la intención de evitar una urgencia futura, especialmente si no tenemos claro cuándo volveremos a tener acceso a un baño. Sin embargo, hacerlo con frecuencia y sin una necesidad fisiológica real puede traer consecuencias para la salud del suelo pélvico y el equilibrio del sistema urinario.

Aunque no se trata de una conducta peligrosa en sí misma si se hace ocasionalmente, el problema surge cuando se convierte en una rutina. Este patrón de comportamiento altera la relación natural entre la vejiga y el cerebro, y puede desencadenar o agravar afecciones que afectan la calidad de vida de muchas mujeres, como la vejiga hiperactiva o la incontinencia urinaria. La fisioterapeuta experta en suelo pélvico, Elena Valiente, advierte que si hacemos pipí sin tener la vejiga llena, "el detrusor (que es la capa superficial de la vejiga no tendrá la fuerza necesaria para contraerse y eliminar toda la orina". Pero esta no es la única consecuencia que tendrá nuestro suelo pélvico por hacer pipí sin tener ganas.

El vínculo entre la vejiga y el cerebro: una comunicación que puede alterarse

Como hemos visto en el vídeo de Elena Valiente, la vejiga es un órgano elástico y se hincha como un globo, cuya función es almacenar la orina hasta que llega el momento adecuado para expulsarla. Esta acción, aunque parezca simple, implica una coordinación muy precisa entre el sistema nervioso y los músculos del suelo pélvico. Cuando la vejiga se llena, los receptores de presión que hay en su pared envían una señal al cerebro para indicar que ha llegado el momento de orinar y la que nos dice que tenemos "ganas" de ir al baño.

Cuando una persona orina de manera habitual sin tener esa sensación real, como por ejemplo cuando lo hacemos de forma preventiva cuando vamos a entrar a algún lugar como el cine y lo hacemos "por si acaso", lo que ocurre con el tiempo es que el cerebro comienza a recibir señales más precoces. En otras palabras, se acostumbra a vaciar la vejiga incluso con volúmenes pequeños de orina.

"Cuando la vejiga se vacía con demasiada frecuencia, se pierde una parte importante del entrenamiento natural que mantiene el sistema urinario en equilibrio"

Esta reprogramación neurológica puede hacer que la vejiga pierda su capacidad de contener volúmenes normales, generando sensaciones urgentes con menor cantidad de líquido. A largo plazo, esta alteración puede derivar en una vejiga hiperactiva, caracterizada por la necesidad frecuente e imperiosa de orinar, a veces acompañada de pérdidas involuntarias.

Este fenómeno afecta especialmente a mujeres que ya han vivido cambios hormonales o físicos importantes, como el embarazo, el parto o la menopausia, momentos en los que el suelo pélvico puede debilitarse. En estos casos, la costumbre de ir al baño por anticipado actúa como un factor que puede intensificar los síntomas de una disfunción que ya está latente o iniciándose.

Suelo pélvico y control vesical: una relación estrecha y delicada

El suelo pélvico es una estructura de músculos, ligamentos y tejidos que sostiene los órganos internos de la pelvis: la vejiga, el útero y el recto. Este sistema actúa como una red de apoyo que permite, entre otras funciones, controlar la continencia urinaria. Cuando este grupo muscular se debilita por factores como el envejecimiento, la falta de ejercicio específico, los partos vaginales o la cirugía ginecológica, se reduce la eficacia con la que puede retener la orina, sobre todo frente a esfuerzos como toser, reír o hacer ejercicio.

En este contexto, orinar sin tener necesidad puede agravar el problema, ya que impide que la vejiga ejerza su función con normalidad y que los músculos implicados trabajen en condiciones adecuadas. Es decir, no se permite que el reflejo miccional ocurra de forma completa y fisiológica, lo que termina afectando tanto al tono muscular como a la coordinación neurológica.

Además, cuando la vejiga se vacía con demasiada frecuencia, se pierde una parte importante del entrenamiento natural que mantiene el sistema urinario en equilibrio. Las mujeres que desarrollan el hábito de ir al baño antes de sentir una necesidad real pueden, sin saberlo, estar reduciendo la capacidad de su vejiga, generando una mayor frecuencia urinaria y más sensación de urgencia. Esto, a su vez, puede aumentar el temor a los escapes y reforzar aún más la conducta de orinar "por si acaso", creando un círculo vicioso difícil de romper.

Cuidar el hábito para proteger la salud

No se trata de eliminar por completo la posibilidad de ir al baño por anticipado en ocasiones puntuales como, por ejemplo, antes de un viaje largo o una cirugía, sino de evitar que se convierta en la norma diaria. La clave está en prestar atención a las señales reales del cuerpo y permitir que el sistema urinario funcione de forma natural. Escuchar a la vejiga cuando realmente lo necesita es una forma de respetar su capacidad y evitar sobrecargar los mecanismos de control del cuerpo.

En caso de sentir que hay dificultades para aguantar la orina, escapes frecuentes o urgencias repentinas, lo recomendable es consultar con un profesional especializado en uroginecología o fisioterapia del suelo pélvico. Existen tratamientos y ejercicios específicos, como los ejercicios de Kegel o programas personalizados de reeducación vesical, que pueden ayudar a recuperar el control y mejorar significativamente la calidad de vida.

Cuidar la salud urinaria no pasa solo por beber suficiente agua o evitar ciertos alimentos irritantes, sino también por mantener hábitos miccionales conscientes y saludables. A veces, un gesto tan sencillo como no ir al baño "por si acaso" puede marcar la diferencia en el bienestar diario y prevenir problemas más complejos en el futuro.

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