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Deterioro cognitivo leve: principales causas y factores de riesgo
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Vivir con diabetes puede parecer un desafío y una enfermedad incómoda incluso en el estilo de vida cotidiano. Los cambios en el estado de ánimo que provocan las fluctuaciones de azúcar en el organismo, unidos a los síntomas y las restricciones propias de la enfermedad, pueden provocar un impacto emocional y mental en el paciente. Ahora, gracias a investigadores de la Universidad de Cambridge, loa avances en este campo han conseguido dar un paso más. Se ha probado por primera vez un páncreas artificial que podría ayudar pronto a las personas que padecen diabetes de tipo 2 y que además necesitan diálisis renal, según publican en la revista 'Nature Medicine'. El dispositivo puede ayudar a los pacientes a gestionar de forma segura y eficaz sus niveles de azúcar en sangre y a reducir el riesgo de bajada de los mismos.
La diabetes es la causa más común de insuficiencia renal, y representa algo menos de un tercio (30%) de los casos. A medida que aumenta el número de personas con diabetes de tipo 2, también lo hace el número de personas que necesitan diálisis o un trasplante de riñón. La insuficiencia renal aumenta el riesgo de hipoglucemia e hiperglucemia que a su vez pueden causar complicaciones, desde mareos hasta caídas e incluso el coma.
El tratamiento de la diabetes en pacientes con insuficiencia renal es un reto tanto para los pacientes como para los profesionales sanitarios ya que, a pesar de que la calidad de vida puede mejorar con buenos hábitos, la cura para esta enfermedad no existe y requiere de un tratamiento crónico. En este sentido, este nuevo avance supone una comodidad y una esperanza en la calidad de vida y la comodidad del paciente.
En esta primera prueba, el equipo está probando actualmente el páncreas artificial para uso ambulatorio en personas con diabetes de tipo 2 que no necesitan diálisis y explorando el sistema en situaciones médicas complejas como los cuidados perioperatorios.
El equipo reclutó a 26 pacientes que requerían diálisis entre octubre de 2019 y noviembre de 2020. Trece participantes fueron asignados al azar para recibir primero el páncreas artificial y 13 para recibir primero la terapia de insulina estándar. Los investigadores compararon cuánto tiempo pasaron los pacientes en el rango de azúcar en sangre objetivo (5,6 a 10,0 mmol/L) durante un período de 20 días como pacientes ambulatorios.
Los pacientes que utilizaron el páncreas artificial pasaron una media del 53% de su tiempo en el rango objetivo, en comparación con el 38% cuando utilizaron el tratamiento de control. Esto equivale a unas 3,5 horas diarias adicionales en el rango objetivo en comparación con el tratamiento de control.
Los niveles medios de azúcar en sangre fueron más bajos con el páncreas artificial (10,1 frente a 11,6 mmol/L). El páncreas artificial redujo la cantidad de tiempo que los pacientes pasaban con niveles de azúcar en sangre potencialmente peligrosos, o "hipos".
La eficacia del páncreas artificial mejoró considerablemente a lo largo del periodo de estudio a medida que el algoritmo se adaptaba, y el tiempo que los pacientes pasaban en el rango de azúcar en sangre objetivo aumentó del 36% el primer día a más del 60% al vigésimo día. Este hallazgo pone de manifiesto la importancia de utilizar un algoritmo adaptativo, que puede ajustarse en respuesta a las necesidades cambiantes de insulina de un individuo a lo largo del tiempo.
Cuando se les preguntó por su experiencia con el páncreas artificial, todos los que respondieron dijeron que lo recomendarían a otras personas. Nueve de cada diez (92%) afirmaron que pasaban menos tiempo controlando su diabetes con el páncreas artificial que durante el periodo de control, y un número similar (87%) se mostraba menos preocupado por sus niveles de azúcar en sangre al utilizarlo
Se trata de un pequeño dispositivo médico portátil diseñado para desempeñar la función de un páncreas sano en el control de los niveles de glucosa en sangre, y utiliza la tecnología digital para automatizar la administración de insulina.
Este sistema se instala de forma externa en el cuerpo y cuenta con tres componentes: un sensor de glucosa, un algoritmo informático para calcular la dosis de insulina y una bomba de insulina. El páncreas artificial funciona con un software en el teléfono inteligente del usuario que envía una señal a una bomba de insulina para ajustar el nivel de insulina que recibe el paciente. Un medidor de glucosa mide los niveles de azúcar en sangre del paciente y los devuelve al teléfono inteligente para que pueda realizar más ajustes.
Esta innovación no es nueva, ya que los investigadores de Cambridge habían desarrollado previamente otro páncreas artificial con el fin de remplazar las inyecciones de insulina en los pacientes de tipo 1.
A diferencia del páncreas artificial que se utiliza para la diabetes de tipo 1, esta versión es un sistema de bucle cerrado: mientras que los pacientes con diabetes de tipo 1 tienen que avisar a su páncreas artificial de que están a punto de comer para poder ajustar la insulina, por ejemplo, con esta nueva versión pueden dejar que el dispositivo funcione de forma totalmente automática.
Otras ventajas del páncreas artificial señaladas por los participantes en el estudio fueron la menor necesidad de realizar controles de glucemia mediante pinchazos en el dedo, la reducción del tiempo necesario para controlar la diabetes, lo que se traduce en más tiempo y libertad personales, y una mayor tranquilidad y seguridad. Las desventajas eran la incomodidad de llevar la bomba de insulina y el teléfono inteligente.
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