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El verano es una época idónea para que las personas que sufren trastorno de la conducta alimentaria (TCA) se les agudice el problema. A veces la Operación Bikini no hace el efecto que nos gustaría en el tiempo que nos gustaría y las personas que son más vulnerables en este tema se sienten mal con el cuerpo que tienen y, enseñarlo en verano, les produce un verdadero malestar.
Según explica en una entrevista para el portal Infosalus, la doctora Marina Díaz Marsá, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM): "Es cierto que muchas adolescentes empiezan en esta época a ponerse a dieta, sin un control médico, y esto representa el primer factor de riesgo para desarrollar un TCA. Esa conducta viene de la mano del verano, de una menor estructura en el tiempo, y de ese aumento de la inseguridad que, de alguna manera, hace que tengan la idea de que la delgadez les dará la seguridad que necesitan y de la que carecen".
Un trastorno de la conducta alimentaria, en el fondo, encierra un malestar profundo que tiene su origen en otro sitio que nada tiene que ver con la comida, ni con la alimentación. "La persona piensa que la delgadez les va a dar el bienestar que requieren", asegura la doctora, pero este malestar se tapa con las conductas alimentarias, como por ejemplo, "Puede ser desde antecedentes traumáticos, hasta alteraciones de la personalidad, dificultad en las relaciones personales, en el ámbito familiar, la sensación de no cumplir las expectativas del entorno".
Por lo que se refiere a la parte que le toca a los profesionales, realmente no es una tarea de un solo profesional, sino que se necesita el trabajo de coordinación de un equipo formado por psiquiatras y de psicólogos, pasando por endocrinos hasta, incluso, la ayuda de ginecólogos ya que la disminución de ciertos nutrientes provoca desajustes en el organismo como "la pérdida de la regla, e implica a veces alteraciones metabólicas, la falta de sodio y de potasio, y de otras carencias nutricionales, entre otras complicaciones", aclara la doctora Marina Díaz Marsá.
Cuando una persona empieza a tener trastornos de la conducta alimentaria, cambia su comportamiento e, incluso, su carácter. Es aquí donde el entorno tiene que activar "el piloto rojo" cuando observemos que la persona deja de comer alimentos que antes solía comer, elimina de repente y de forma estricta el pan de la dieta o los hidratos de carbono, así como también empieza a saltarse comidas.
"Se trata de alguien que altera su conducta alimentaria de forma significativa, y que no se sienta en la mesa con excusas, y además se asocia con cambios en el estado de ánimo, con una mayor irritabilidad, tristeza, más tendencia al aislamiento, dejan de hacer planes sociales porque estos implican comer; todo esto podría hacernos pensar que se ha iniciado un TCA", sostiene esta psiquiatra.
Cuando conocemos a las personas, podemos identificar las señales fácilmente, por lo que podemos ayudar a prevenir esta enfermedad. A veces el entorno se da cuenta, pero también es importante la forma de responder. Por ejemplo, no hagas alusión al estado de su cuerpo, ni esperes que vaya a recuperarse en poco tiempo. Hay muchas familias que llevan de manera estricta el culto al cuerpo y lo transmiten a sus sucesores como algo de valor y de importancia.
Es contraproducente ya que los comienzos de los TCA empiezan por un entorno exigente y la persona se comporta de esta manera porque quiere cumplir con las expectativas de los demás. Aunque habría que estudiar cada caso ya que no siempre responde a una sola causa, además de haber varios trastornos alimenticios.
Es importante que haya una buena comunicación en el seno familiar, sobre todo a la hora de la comida, en la que todos están sentados en la mesa, a ser posible sin distracciones de dispositivos electrónicos. "La comunicación favorece el que uno pueda hablar de lo que le preocupa, de sus dificultades, incluso los padres que puedan expresar las suyas, esa normalización de la ingesta en familia y que favorece la comunicación es clave para la prevención de estos trastornos en los adolescentes".
Se trata de crear un entorno amigable donde se pueda compartir los sentimientos y pensamientos de una manera sincera y sin miedo a ser juzgados. Llevado al terreno de la problemática del TCA, la doctora asegura que son enfermedades con las que hay que tener mucha paciencia: "El miedo a engordar, o el mecanismo de defensa que ellas utilizan con el malestar, con la restricción, o con el descontrol de la comida es muy potente, y hay que tener mucha paciencia y entender que estas conductas las hacen porque no saben hacer otra cosa".
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