Cómo influye la genética en la obesidad y qué factores la determinan: "Nuestro peso son matemáticas"
Los expertos analizan la relación entre el ADN, el metabolismo y el entorno en el aumento del sobrepeso en la población
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El 4 de marzo, con motivo del Día Mundial de la Obesidad, se ponen sobre la mesa datos que reflejan la magnitud de un problema creciente a nivel global. Según las estimaciones de los organizadores de esta jornada, en el año 2035, una de cada cuatro personas en el mundo podría padecer obesidad.
La obesidad ha sido definida de diversas formas por la comunidad científica. Para algunos expertos, se trata de una enfermedad crónica, mientras que otros la consideran un estado que acelera el envejecimiento y aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes. Más allá de las complicaciones físicas, la obesidad también genera una fuerte carga emocional, alimentada por prejuicios sociales y sentimientos de culpa.
Sin embargo, la obesidad es una condición compleja y multifactorial, en la que intervienen aspectos genéticos, metabólicos, psicológicos y ambientales. Tal y como señalan los profesores Salvador Macip y Andrea Arroyo, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la genética desempeña un papel determinante en esta ecuación, influyendo tanto en la forma en la que el cuerpo procesa los alimentos como en la manera en que gasta energía.
El papel de la genética en el consumo de calorías
Según explica Salvador Macip, médico, investigador y director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, el peso corporal está regido por las leyes de la física. “La energía y la masa ni se crean ni se destruyen. Por lo tanto, nuestro peso depende de lo que ingerimos y de lo que gastamos. Son matemáticas”. Sin embargo, en la práctica, esta ecuación es más compleja de calcular, ya que el equilibrio entre la ingesta y el gasto calórico está condicionado por múltiples factores individuales, sociales y económicos.
Uno de los elementos clave en esta regulación es la predisposición genética al consumo de calorías. Los seres humanos han desarrollado mecanismos evolutivos que favorecen la ingesta de alimentos ricos en energía, debido a que, en el pasado, la disponibilidad de comida no era constante. “La disponibilidad de comida en la naturaleza no es homogénea y los humanos, como el resto de los animales, hemos evolucionado para buscar alimentos calóricos. El cuerpo nos empuja a ingerir alimentos grasos y con azúcar, porque no sabe cuándo podrá volver a comer”, detalla Macip.
Este comportamiento, que en la antigüedad suponía una ventaja evolutiva, se ha convertido en un problema en la actualidad, donde la comida es abundante y accesible en todo momento. En este contexto, la industria alimentaria ha sabido aprovechar esta predisposición, desarrollando productos altamente apetecibles y con combinaciones de ingredientes que refuerzan la sensación de placer.
“La accesibilidad a los alimentos las 24 horas del día y el hecho de que la industria diseñe productos altamente apetecibles y adictivos lo pone difícil a las personas que tienen sobrepeso u obesidad”, advierte Andrea Arroyo, nutricionista, psicóloga y doctora en biomedicina.
Por qué algunas personas tienen más dificultad para controlar el hambre
No todas las personas responden de la misma manera a los estímulos alimentarios. La genética puede influir en la capacidad de autocontrol ante ciertos alimentos. “Hay personas que, genéticamente, presentan más dificultades para resistir los mecanismos de recompensa que nos proporcionan estos alimentos. Es decir, que hay personalidades más adictivas”, añade Macip.
Esta predisposición puede traducirse en una mayor tendencia a consumir productos hipercalóricos, lo que dificulta la regulación del peso. En estos casos, las estrategias para el control de la alimentación deben incluir enfoques que no solo se centren en la dieta, sino también en el manejo de la conducta alimentaria y las emociones.
Cómo influye la genética en el gasto calórico
No solo la ingesta de alimentos está condicionada por el ADN. La capacidad del cuerpo para quemar calorías también está determinada, en gran parte, por la genética. Existen diferencias individuales en el metabolismo basal, que es la cantidad de energía que el organismo consume en reposo.
“Hay metabolismos muy lentos. Evolutivamente, esto era positivo, porque significaba que con menos comida, podías vivir más tiempo”, explica Macip. Un ejemplo de este fenómeno se observa en las islas del Pacífico, donde los primeros habitantes tuvieron que sobrevivir a largos viajes en alta mar. A lo largo de generaciones, la selección natural favoreció a aquellos con un metabolismo más eficiente para conservar energía. Sin embargo, en la actualidad, la llegada de la comida rápida y ultraprocesada ha disparado los niveles de obesidad en estas poblaciones.
Aunque el metabolismo basal no puede modificarse de manera significativa, el ejercicio físico y el desarrollo muscular pueden acelerarlo, lo que convierte a la actividad física en un factor clave para la regulación del peso corporal.
Otros factores que influyen en la obesidad
Además de la genética, existen otros elementos que afectan el equilibrio energético y el control del peso. Algunos de ellos son:
- Calidad del sueño: La falta de descanso adecuado puede alterar la producción de hormonas reguladoras del apetito, como la leptina y la grelina.
- Microbiota intestinal: La composición de las bacterias intestinales influye en la absorción de nutrientes y en la regulación del metabolismo.
- Estrés y salud emocional: Muchas personas utilizan la comida como una herramienta para regular sus emociones, lo que puede derivar en patrones de alimentación poco saludables.
La obesidad como condición crónica
Uno de los desafíos de la obesidad es su carácter crónico. Según Andrea Arroyo, “las personas con obesidad siempre tendrán que estar luchando contra esta condición. Aceptarlo no es fácil”.
Además de aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas, la obesidad también acelera el envejecimiento celular debido a un proceso de inflamación crónica de bajo grado. “La obesidad conduce a una inflamación de bajo nivel crónica de los tejidos”, explica Macip, quien aborda esta cuestión en su libro El secreto de la vida eterna, escrito junto con Manel Esteller.
El papel del entorno y el acceso a la salud
El contexto en el que una persona vive es otro factor determinante en la gestión del peso. “Sabemos que el código postal es el principal predictor de la esperanza de vida”, señala Macip. Las condiciones socioeconómicas, el acceso a alimentos saludables, la educación nutricional y la disponibilidad de servicios de salud juegan un papel fundamental en la prevención de la obesidad.
Los expertos insisten en que es necesario un enfoque integral que no solo contemple hábitos de alimentación y ejercicio, sino también el acompañamiento psicológico y el apoyo social. Además, Arroyo destaca la necesidad de una mayor formación en el ámbito sanitario para evitar la discriminación hacia las personas con obesidad: “Hay mucha gordofobia entre los profesionales de la salud”.
La obesidad es una condición compleja, con múltiples factores interconectados. Comprender el papel de la genética y el entorno es clave para desarrollar estrategias efectivas que permitan mejorar la salud y la calidad de vida de quienes la padecen.
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