Crónica del Corpus Christi

Sevilla, en cuerpo y alma con el Corpus

Monseñor Ansejo bendice a los fieles desde la Puerta de la Asunción / José Ángel García

El estruendoso repique de las campanas de la Giralda avisaba que no era un día más en el año. La Catedral centraba la atención de la ciudad en un jueves festivo de Corpus. Sus enormes naves se quedaban pequeñas para el aforo permitido en la catedral más grande de España. El Altar del Jubileo relucía como las medallas en el pecho de los altos mando militares presentes, mezclados entre políticos, juristas y académicos. Toda institución con relevancia en la vida diaria de Sevilla está representada en la mañana del Corpus, 60 días después del Domingo de Resurrección. El olor a incienso acompañaba la entrada de monseñor Asenjo, que presidió su último acto oficial en Sevilla. Quizá fuera esa la nota más llamativa de una eucaristía de casi dos horas similar a la de 2020, aunque sin baile de seises.

La homilía evangelizadora y pedagógica que dio Asenjo comenzó con un pormenorizado saludo a las autoridades desde el altar, el cual se convertiría en personal al terminar el acto religioso. El administrador apostólico de Sevilla recordó que la fiesta del Corpus Christi la instituyó el papa Urbano IV en el siglo XIII. Casi 800 años después el rito se repite, pero también con perspectiva al presente y al futuro, ya que el arzobispo saliente alertó de la situación social que vive la capital andaluza valiéndose del informe publicado por Cáritas hace unos días. Precisamente, la colecta de la misa del Corpus irá a parar a las arcas de esta entidad bénefica. La parte final de su intervención tuvo connotaciones históricas, pues citó el epitafio de Abercio, obispo de la antigua Hierápolis en el siglo II, donde habla de Jesucristo como el hombre misericordioso que tiene grandes ojos.

Altar del Jubileo de la Catedral. Altar del Jubileo de la Catedral.

Altar del Jubileo de la Catedral. / José Ángel García

La procesión fue sin prisa pero sin pausa recorriendo las naves del templo catedralicio. La abría el estandarte de la Archicofradía Sacramental del Sagrario y la cerrada monseñor Asenjo portando el Santísimo. Los asistentes a la misa abandonaban sus bancos para acudir al cortejo, que se hizo público en la Puerta de la Asunción. Cientos de fieles esperaban pacientes en la Avenida de la Constitución la bendición, momento álgido de la jornada festiva. Asenjo la definió en su discurso final como "una procesión sencilla y solemne" y valoró como los fieles se arrodillaban al paso de la hostia. "Eso no se ve en otras latitudes más al norte, sí en Sevilla", afirmó. Sus últimas palabras antes de la misa de Acción de Gracias que celebrará este sábado a las 12:00 y que pondrá fin a 12 años de arzobispado fueron para su sucesor: "Tenemos que reazar por el nuevo arzobispo"

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