Patrimonio

Así ha quedado el camarín de la Soledad de Cantillana tras la restauración

Aspecto que presenta el camarín de la Soledad de Cantillana tras su restauración.

Aspecto que presenta el camarín de la Soledad de Cantillana tras su restauración. / Hermandad de la Soledad de Cantillana

El esplendor con el que fue concebido a finales del XVIII. Así ha quedado el camarín de la Virgen de la Soledad, patrona de Cantillana, tras la restauración a la que ha sido sometido desde la primavera de 2021, unos trabajos costeados por hermanos y devotos de esta corporación del municipio sevillano. Las pinturas murales, los dorados y los diversos elementos que lo conforman vuelven a lucir como lo hiciera hace más de dos siglos, cuando dicha estancia -a caballo entre el último barroco y el inicio del neoclasicismo- se construyó para entronizar en ella a una de las imágenes marianas más antiguas de la provincia. 

El resultado pudo comprobarse el pasado sábado, cuando en el transcurso de la función de los Dolores Gloriosos -la hermandad tiene privilegio pontificio para celebrar esta festividad en octubre- fue descubierto el camarín, donde ya se encontraba entronizada la Virgen de la Soledad. 

Se ponía fin, así, a uno de los proyectos más ambiciosos acometidos por esta hermandad, que ha conocido un importante resurgir las últimas décadas. Al frente de los trabajos ha estado Antonio López Hernández, historiador del Arte. El resultado ha sido muy satisfactorio para la hermandad y para todo el pueblo de Cantillana, que vuelve a disfrutar de la contemplación de su patrona en esta dependencia de aspecto regio. 

El techo del camarín ha recuperado el esplendor primitivo. El techo del camarín ha recuperado el esplendor primitivo.

El techo del camarín ha recuperado el esplendor primitivo. / Hermandad de la Soledad de Cantillana

Uno de los elementos recuperados que más llama la atención son las pinturas murales, que a principios del siglo XX quedaron ocultas por pintura verde sintética. Se trata de un tipo de decoración que contiene motivos muy frecuentes de aquella época en los palacios y estancias reales que construían la monarquía y la nobleza. Las guirnaldas que aparecen en ellas son semejantes a las que cuelgan de la embocadura del camarín. 

Las pinturas murales que se han recuperado. Las pinturas murales que se han recuperado.

Las pinturas murales que se han recuperado. / Hermandad de la Soledad de Cantillana

Pero, sin duda, el gran logro de la restauración es devolverle al camarín el aspecto áureo con el que fue concebido en su día. Para ello, ha resultado fundamental la recuperación de los dorados que cubren los distintos elementos que lo conforman. En ellos se constata un recurso muy habitual del barroco: el uso de materiales de diferentes calidad pero que, a la vista del espectador, resultan iguales. Por tal motivo, bajo la capa de pan de oro se suceden, indistintamente, piezas de yesería y de madera con idéntica apariencia. Sólo el tacto las distingue. 

La restauración ha devuelto el esplendor perdido al artesonado de las puertas, que contiene símbolos pasionistas; así como a los tapaluces de la ventana del camarín, que incluyen el corazón traspasado (emblema de la Virgen de los Dolores); y las vidrieras, que siguen siendo las originales del siglo XVIII. Antonio López comenta al respecto la peculiaridad de que las piezas de cristal que lo componen no se insertan con plomo, como es habitual, sino con técnica de hojalatería (como la de los faroles que acompañaban a los rosarios en aquella época). 

Vidrieras y tapaluces del camarín de la patrona de Cantillana. Vidrieras y tapaluces del camarín de la patrona de Cantillana.

Vidrieras y tapaluces del camarín de la patrona de Cantillana. / Hermandad de la Soledad de Cantillana

Mención especial requiere la peana sobre la que se asienta la Virgen de la Soledad, de la misma época del camarín. De ella también cuelgan guirnaldas y la sustentan ángeles. Se ha recuperado la base inferior, que le otorga mayor altura. 

Un anuncio histórico

La bendición del camarín y la entronización de la patrona de Cantillana en él tuvo lugar durante la función de los Dolores Gloriosos del sábado pasado, que vino acompañada de un anuncio que fue recibido por un largo aplauso por todos los feligreses asistentes: la coronación de la Virgen de la Soledad el 25 de mayo de 2024, vísperas de la festividad de la Trinidad. Por tal motivo, el domingo siguiente, a las doce del mediodía, las campanas de todos los templos cantillaneros repicaron al unísono para festejar esta noticia con la que se reconoce los más de 500 años de devoción de un pueblo a su patrona. 

En los momentos previos a la entronización, la secretaria de la hermandad, dio lectura a los nombramientos como custodios honorarios del camarín de la parroquia y el Ayuntamiento de Cantillana. Acto seguido, el hermano mayor entregó al párroco y a la alcaldesa las llaves simbólicas del camarín. Con motivo de estos nombramientos, quedará establecida la costumbre de que, una vez finalizada la función principal del Viernes de Dolores, el hermano mayor y los custodios subirán al camarín para abrirlo a fin de que la Virgen de la Soledad se exponga en besamano esa misma tarde. Esta apertura del camarín será también una forma de comenzar la Semana Santa de Cantillana.

Momento de la entronización en el que la Virgen de la Soledad es descubierta, ya en su camarín. Momento de la entronización en el que la Virgen de la Soledad es descubierta, ya en su camarín.

Momento de la entronización en el que la Virgen de la Soledad es descubierta, ya en su camarín. / Hermandad de la Soledad de Cantillana

La entronización propiamente dicha de la Virgen se escenificó de manera simbólica con el alzado del lienzo bocaporte, obra de José Naranjo Ferrari. Durante el barroco, fue recurrente el uso de estos telones (asociados siempre a hornacinas de retablos y embocaduras de camarines) para dotar a los ceremoniales del efectismo teatral tan propio de la época, ya que ocultaban o descubrían las imágenes devocionales según las necesidades litúrgicas.

Una vez entronizada, se interpretó, a órgano, la marcha real, acompañada del estallido de cohetes, en memoria de las salvas de escopeta que se dispararon el 17 de febrero de 1794 durante la procesión de traslado de la Virgen de la Soledad desde la parroquia hasta su nuevo santuario para entronizarla en el camarín recién construido. Estas salvas de escopeta están documentadas gracias a la magnífica crónica de aquella procesión que se conserva en el archivo de la hermandad.

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