La Estrella de San Jacinto: cincuenta años no son nada

El Palquillo

La dolorosa saldrá desde la emblemática parroquia bajo el palio de Ojeda, recreando una estampa desconocida para muchos cofrades

La Estrella sale de San Jacinto en 1932
La Estrella sale de San Jacinto en 1932 / Mariano López Montes

Solo Dios sabe qué almas permanecen entre nosotros medio siglo después de aquella tarde de Domingo de Ramos. ¿Estarán bien portando su cirio o aleteando la capa, ahora apostado en aquella esquina del Altozano donde ya no encuentra un abrazo o una mirada, o luego asomada al puente siguiendo con sus ojos negros el agua que no pasa? Sí nos guía la certeza de que quien volverá a pasar, sin atenciones a los tiempos y a la realidad vertiginosa y vacía del hombre, será la Estrella, envuelta de esa atmósfera imbatible e impenetrable que a todos nos absorbe. Es como un imán que nos mantiene suspendidos en el aire hasta alcanzar otra orilla y otra primavera.

La Virgen de la Estrella en el interior de San Jacinto en 1936
La Virgen de la Estrella en el interior de San Jacinto en 1936

Seis de la tarde en los relojes. Terciopelo azul intenso, como rescatado de las profundidades de los océanos, sombreando la piedra y las inmensas hojas del ficus, que parecían abanicos de trigo por madurar. Una docena de estrellas en la única galaxia posible, en la sola constelación imaginada de Triana. Su rostro atesoraba el color que jamás describirá el más atinado de los poetas, porque nunca nadie alcanzó a describir la luz. Ambas, ella y la luz, vienen a ser lo mismo, en suma, y según se manifieste será la ciudad de un color u otro, de un ánimo o una paleta. Hace ya cuarenta y ocho años.

La Virgen de la Estrella salía de San Jacinto para no volver, para no regresar a la casa que supuso un icono y un canon. Pero establecer axiomas en la Semana Santa suele resultar, en ocasiones, una imprudencia, puesto que los porqués de la Semana Santa son los más complejos de resolver y, por supuesto, de explicar. Se cerraron los portones y, conforme remontaba la cava buscando el río, se abría tras de los capirotes una etapa nueva, emulando la atmósfera descomprimida y oxigenada en el país de aquel momento.

La Estrella sale de San Jacinto el Domingo de Ramos de 1976
La Estrella sale de San Jacinto el Domingo de Ramos de 1976

Será bajo un sol parecido al de abril, esto es, el sol de su hermano octubre. Han pasado tantas vidas, han venido tantas otras... Quizás por los unos y por los otros era de justicia. También por los que aún están y en la vaguedad de su memoria frágil permanece la impronta de aquella palma tronchada que es la Virgen de la Estrella saliendo de San Jacinto. Las guerras entre cristinos y carlistas, inestables monarquías y regímenes, dos Lumière con un robusto armatoste a cuestas que revolucionaría el mundo, el Jueves Santo de 1932, el 11 del cuatro de 1976, la coronación y el nuevo milenio, una pandemia... La Estrella de San Jacinto. Como para no soñarlo. Como para no agradecerlo.

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