Los nuevos tiempos del costal y el valor de la obediencia
En estos días se suceden decenas de igualás marcadas por el alto número de aspirantes
También se celebran ya los primeros ensayos de costaleros
Costaleros: ¿Cómo evitar las lesiones bajo las trabajaderas durante la Semana Santa?
El reloj y el calendario, en sus afanes caprichosos de cumplir ciclos y etapas, nos sitúa ya en el ecuador del siempre inagotable mes de enero. Sin embargo, para los cofrades, y muy especialmente para los costaleros, el primer mes del año supone también un punto de inflexión y de reencuentros. No hay cabida para la desconexión en esta ciudad, que materializa en estos días uno de los más celebrados anticipos de su fiesta mayor: las igualás de costaleros.
Las redes sociales, como en cualquier otro ámbito de la vida pública y del día a día, nos sirven de termómetro perfecto para evaluar la situación del mundo del costal. Entierros grandes y decisiones complejas aparte (que no hacen sino contaminar un mundo que debería caracterizarse por el oficio, la fidelidad y el compromiso), lo cierto es que el microcosmos de la trabajadera atraviesa un momento de máximo esplendor. Hace no muchas décadas -las contamos con los dedos de las manos, y nos sobra- algunas cofradías de generosos misterios se las deseaban para encontrar hombres capaces de cubrir toda una estación de penitencia.
El valor de la obediencia
A día de hoy, la situación es bien distinta. En las fotografías publicadas por hermandades, costaleros o curiosos, observamos cómo cientos (sí, cientos) de aspirantes se dan cita en la igualá para encontrar un hueco en el palo y desarrollar su oficio. Y si no hay lugar, a buscar trabajadera en la siempre atractiva provincia. Sin entrar en el componente devocional (que tantos quebraderos de cabeza y divisiones provocan en los debates de este género), la afición por el costal se hace patente en la abrumadora juventud que busca entrar en la cuadrilla soñada. Y es una constante que ya no solo se repite en los misterios más anhelados, sino que se reproduce en hermandades jóvenes e, incluso, en asociaciones cofrades.
Desde Montesión a Pino Montano, pasando por Molviedro y la Sed. Omnium Sanctorum, Nervión, el Santo Entierro... Todo un abanico geográfico en el que se constata una obviedad no por repetida menos evidente: que el costal interesa y que su salud es envidiable. Y, a buen seguro, muchos de todos estos aspirantes pueden desplegar una virtud diluida en la apatía social generalizada: oficio. El oficio y la obediencia. Por encima de cualquier otro componente. Garantía de buen trabajo. Quizás, partiendo de esa base, evitaríamos infinidad de problemáticas que envuelven este esencial satélite que orbita en la Semana Santa de Sevilla.
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