La Bocamanga

Hágase la luz

Nazarenos de la Borriquita el Domingo de Ramos.

Nazarenos de la Borriquita el Domingo de Ramos. / Ruesga Bono

“Hágase la luz, y la luz se hizo” ¿Acaso no es eso la Cuaresma? ¿No es el camino hacia la luz? Recién pasada la fiesta de la Candelaria, Lupercalia de este februatio que hicimos nuestra los cristianos para mayor gloria de Dios y la Santísima Virgen, nos encontramos sumergidos de nuevo en este camino de purificación que ha de llevarnos a una nueva Semana Santa en la que la Luz del Mundo alcanzará el cénit de su brillo en su Resurrección tras la Pasión y Muerte que conmemoramos. De la luz a la Luz.

La Cuaresma es un camino de luz porque se alargan las tardes y amanece más temprano cada día, porque el invierno, cada vez menos invierno en esta tierra, se prepara para dejar paso a la primavera en esa renovación fecunda que vive en los sentidos más allá de las cosas. Camino de luz porque, al igual que en el Génesis, nos apartará de las tinieblas. Todo es obra de Dios. Dios pone el foco en lo que nos rodea de una forma paulatina para recordarnos que también somos obra suya, la más perfecta hasta que Eva tomó la manzana y Adán no la rechazó por venir de ella para quedar ambos desnudos para siempre. Por eso tuvo Dios que permitir que su Hijo compartiera su naturaleza divina con la humana y reparar lo defectuoso que hacía al hombre el pecado original de la desobediencia de Dios.

“Y vio Dios que la luz era buena”, tan buena que nos cambia el carácter, que nos hace dóciles y nos ofrece la calma en la zozobra. Por eso ahora podemos vivir la Cuaresma con ese cambio transformador del espíritu que nos exige bajo el pago penitencial de privación y oración que demanda para poder contemplar la culminación de la obra desde las rendijas celosas de los antifaces de nuestras cofradías. Tan buena es la luz que la pondremos a los pies de la Virgen en la candelería de sus palios, tan buena que guardará celosa desde sus guardabrisas, hachones y faroles las esquinas de los pasos de Cristo, tan buena que los cortejos de nazarenos serán caminos de luz temblorosa en los pabilos de los cirios. La Cuaresma es un camino de luz hacia la Luz. Todos hemos empezado un año más a buscar la luz para encontrar la Luz del Mundo, una Luz que brillará para todos, sean creyentes visionarios o no creyentes cegados a los que les falta que Jesús les toque los ojos con el barro del Amor para que sean testigos de la Luz.

¿Existe luz más cegadora que la luz del Domingo de Ramos? ¿No brilla ese día como ninguno del calendario? Ni tan siquiera esos tres jueves que hay en el año y que brillan más que el sol. El Domingo de Ramos se nos abrirán los sentidos para que el sentimiento fluya por ellos, la Luz llegará a lomos de una borriquita bajando una rampa o tomando la Cruz victoriosa entre las verdes ramas de un parque que recortan el azul hiniesta del cielo sevillano. Pero aún queda lejos, treinta y nueve días de espera hasta las palmas, Cuaresma al sevillano modo, y unos días más para que el Jueves Santo llegue tras esa Cuaresma litúrgica tan llena de cultos de las cofradías como de ensayos de costaleros o limpieza de plata. Religiosidad popular, cuaresmas del alma y del cuerpo, camino de luz.

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