"Laetare Jerusalem". Así comienza el introito de la Misa del cuarto domingo de Cuaresma, el domingo de Laetare, que quiere decir "alegraos". Es el modo en que la Iglesia anima a los fieles a establecer un simbólico descanso penitencial con la pretensión de acercar la Resurrección del Señor en este tiempo de sacrificio personal. Los órganos interpretan melodías, los altares se abarrotan de flores y los sacerdotes visten casullas rosadas, al igual que el domingo de Gaudete durante el Adviento.
Es el domingo de la alegría y lo tomamos como tal porque conocemos y nos adelantamos a la Pascua. Y en el barrio de Triana esta alegría se manifiesta de la manera más pura y sincera que se conoce: acompañando a la Virgen de la Esperanza, que bajo la espada de un sol inmaculado se ha reencontrado con sus hijos. La cofradía celebró ayer, tal y como marcan sus Reglas, la Función Principal de Instituto en la Parroquia de Santa Ana. A su conclusión, minutos antes del mediodía, la Esperanza asomó el dintel mudéjar de la parroquia y, de manera instantánea y absorbente, toda la luz azul de los cielos rebrillaron en el espejo almendrado de sus mejillas.
Acompañada por la Banda de Música de Las Cigarreras, la dolorosa recorrió las calles propias de este traslado, desde Pelay Correa hasta Rodrigo de Triana, "bajando" por la estrechez purísima y castiza de Fabié, donde las reminiscencias arrabaleras del más hondo carácter trianero se revisten de gala y tiempos pasados en las tejas, los balcones, las rejas, los geranios abiertos y sonrosados...
Cientos de pétalos de flores llovían desde las azoteas y una inmensa bulla servía de cortejo y antesala a la llegada de las andas. Especialmente significativa la interpretación de La Esperanza de Triana, de Farfán, en el corazón de Rodrigo de Triana, calle en que la dolorosa se "giró" ante Juan Borrero, orfebre de su corona y antiguo capataz de su paso de palio.
El azul del manto y el rojo de la saya contrastaban a la perfección en un conjunto rematado por la blancura limpísima del tocado. Toda Pureza cantaba la salve de la Virgen y alrededor de las dos de la tarde, al son de Reina la Esperanza, Triana volvió a cumplir con siglos de historia y devoción. Siempre es domingo de Laetare, siempre es alegría, en el corazón de los trianeros.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios