El trienio negro del Martes Santo
cuaresma
En el año 2005 se vivió un Miércoles Santo sin cofradías, algo que no ocurría desde hacía 34 años. La Bofetá ha vivido la cara con su salida de 2003 y la cruz con la mojada de 2011.
EL Martes Santo se ha convertido en una jornada negra por la presencia de la lluvia en las últimas Semanas Santas, hasta el punto de que el año pasado un hermano mayor con mucha guasa llegó a afirmar que habría que organizar un Martes Santo Magno al que habría que invitar también a la Carretería y al Cachorro. Bromas aparte, la jornada ha vivido un último trienio negro en el que los pasos de las ocho cofradías han permanecido en el interior de unos templos convertidos en museos. Sólo salió en 2011 el paso de misterio de Jesús ante Anás, al que le cayó una importante tromba de agua, en una decisión temeraria que fue adoptada después de escuchar las indicaciones de un druida de las isobaras llegado de más allá del océano y elevado a los altares por la novelería cofradiera.
En los últimos tres años la desesperación y la resignación han sido la tónica general del Martes Santo. Desde el Cerro a la Bofetá, la última en salir, la frase se ha repetido machaconamente: "Se suspende la estación de penitencia". El tiempo no ha dado ninguna tregua a las hermandades de la jornada para poner la cruz de guía en la calle. Las lágrimas del primer año han dado paso a la resignación. Hay niños que piensan que salir de nazarenos es ir un rato a la iglesia para luego, con las mismas, volver a su casa por el camino más corto que marca la desesperación.
Si la Hermandad de la Bofetá vivió la cruz en 2011, la cara la experimentó en 2003. Fue la primera cofradía en llegar a la Campana y en completar su estación de penitencia ese año. La lluvia había roto el Domingo de Ramos y el Lunes Santo. El Martes iba por el mismo camino. Las otras siete cofradías del día suspendieron su salida. El agua parecía que no daría tregua, pero la hermandad, asesorada desde Madrid por el meteorólogo José Antonio Maldonado, atrasó su salida consciente de que a partir de las 21:30 el cielo estaría despejado. Así, bien aconsejada, pudo salir y completó una procesión espléndida, acompañada de muchísimo público. Fue una decisión valiente de la junta de gobierno presidida entonces por Jesús Enrique Rodríguez Gálvez.
La Semana Santa de 2007 también fue pasada por agua. Sólo San Esteban pudo completar su estación de penitencia aunque se mojó. Los Javieres, los Estudiantes y San Benito decidieron no salir. El Cerro tuvo que regresar a su barrio en medio de un fuerte aguacero. Por la noche, la Candelaria, la Bofetá y Santa Cruz se vieron obligadas también a regresar a sus templos poco después de ponerse en marcha.
El Miércoles Santo es uno de los días más respetados por la lluvia. Sólo en dos ocasiones en lo que va de siglo se ha quedado la jornada en blanco. En el año 2005 no salió ninguna hermandad después de, nada más y nada menos, 34 Semanas Santas. En el año 2008, en la Semana Santa más temprana que se recuerda -el Domingo de Ramos fue el 16 de marzo- se volvió a repetir lo de 2005. Ninguna de las cofradías, ese año ya con el Carmen Doloroso que se incorporó en 2007, tuvo opciones de ponerse en la calle para efectuar su estación de penitencia.
El año pasado, la lluvia desbarató buena parte del día, privando a los cofrades de las cofradías de la Sed, San Bernardo y el Buen Fin, cuyos cabildos de oficiales decidieron suspender la salida. Sí efectuaron su estación de penitencia el Carmen Doloroso, la Lanzada, el Baratillo, el Cristo de Burgos y las Siete Palabras. Todas las cofradías sufrieron durante sus recorridos -con algunas modificaciones para entrar antes- algunas lloviznas. Los Panaderos, después de salir y cuando el misterio estaba llegando a la Campana, decidió suspender la procesión y volver a la capilla de San Andrés. Lo que ocurrió luego ya es de sobra conocido.
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