El desmantelamiento de la Red Arteria, el entramado de centros escénicos que había extendido la SGAE no sólo por España, sino también por otras ciudades del extranjero como Buenos Aires, Nueva York o México D.F., acaba con inversiones "grandiosas y exageradas", como fueron definidas por el ex magistrado Ramón López Vilas, responsable de la comisión de investigación que realizó una auditoría en la entidad. Esta infraestructura consagrada a las artes escénicas era duramente criticada por la alternativa defendida por José Miguel Fernández Sastrón y por diversos colectivos integrados en la sociedad, que denunciaban el alegre despilfarro que suponía: el estudio de las cuentas señala que la Fundación SGAE había destinado más de 255 millones a este proyecto.

Del puzzle de piezas que componen la red se sabe que se mantendrán "las salas que no son un mal negocio" como el Teatro Lope de Vega de Madrid, pero la línea en la que se trabaja actualmente contempla la venta de casi todos los espacios que forman parte de Arteria. Una situación radicalmente distinta a la que se producía hace apenas dos años, en 2010, cuando se inauguraban el rehabilitado Teatro Campos Elíseos de Bilbao, la Sala Berlanga de Madrid o el Arteria Paral-lel de Barcelona.

La refundación que sufrirá la SGAE y la austeridad por la que quieren apostar sus socios ha impedido que se emprendan teatros que iban a sumarse a la red, como el concebido para Valencia, donde la SGAE tenía un solar cedido por la Generalitat, y el que se iba a construir en Zaragoza, un edificio diseñado por Antón García Abril que iba a costarle a la entidad 40 millones. En más de una ocasión, los gestores de la SGAE hicieron referencia al Al-Ándalus de la Cartuja como el proyecto estrella de la red. Quizás las pretensiones con que se ideó se vuelvan en su contra: resultará difícil encontrar pretendiente para un complejo de semejantes proporciones.