Avenida de Hytasa: 21 meses de zanjas y vallas sin final a la vista
La demora en la terminación de la reforma provoca que las ventas de los negocios se reduzcan un 30% · Los vecinos anuncian cortes de tráfico por falta de respuesta
Una muerte, varias caídas y múltiples pérdidas económicas. Es el balance que realizan los vecinos y comerciantes de la Avenida de Hytasa, en el Cerro del Águila, de las obras que se acometen en esta vía y que se prolongan durante 21 meses, sin que, por ahora, sepan cuándo terminarán.
El escenario es dantesco. Más de 600 metros de acera levantada, la mitad de ella sin hormigonar, sólo con el albero. En este espacio las zanjas, socavones y vallas se suceden sin orden ni concierto. La paciencia ha comenzado a agotarse entre los residentes y comerciantes de la zona. Lo único que piden es que se acabe cuanto antes lo que el Ayuntamiento inició.
Francisco López vive en un bloque de pisos situado en la acera donde la "supuesta mejora" comenzó en febrero, un año después de que empezaran en la de enfrente. "Lo que no entiendo es por qué el Ayuntamiento, a sabiendas de que no tiene dinero, modifica una cosa para dejarla peor".
La reforma de la acera donde se encuentran los negocios se ha parado tres veces y se ejecutan a un ritmo muy lento. Según Leopoldo Bernal, otro vecino, cuando se trabaja sólo acuden seis operarios de Aguilera Nogales, empresa adjudicataria de las obras. "Los trabajadores dicen que vienen pocos porque el Ayuntamiento no paga", añade Leopoldo Bernal.
María del Amor Collantes es una de las propietarias de Aula Magna, un establecimiento de papelería e informática. El albero se ha convertido en el cliente fijo de su tienda desde hace nueve meses. "Hemos reducido nuestras ventas un 30%, con pérdidas económicas diarias de 350 euros", asegura María.
La eliminación de la zona de aparcamiento provoca que muchos clientes desistan de acudir a los negocios de esta avenida, como ocurre en una tienda especializada en material de fontanería. Su dueño, Francisco Javier Jurado, lleva dos semanas con una montaña de arena ante las puertas del negocio por el nuevo parón de las obras.
Una suerte similar es la que sufre Guillermo Samaniego, propietario del bar La Reja, que lleva desde junio soportando que las tuberías de agua y gas estén colgadas de la fachada del local. La situación es todavía más crítica en el caso del quiosquero José Luis. Las ventas desde que se iniciaron las obras no le dan "ni para pagar los impuestos".
Los vecinos han acudido al Ayuntamiento y allí no les han dado todavía una explicación por tanta demora. "Se pasan la pelota de unos a otros", dice María. Ahora serán ellos los que tomen la palabra. Ante la falta de respuesta consistorial volverán a reunirse para emprender movilizaciones "más contundentes" y cortes de tráfico. Francisco lo advierte: "Tendrá que ocurrir otro accidente como el atropello de la funcionaria para que pongan remedio a este desbarajuste".
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