Beatriz no murió, es un ángel en la India

Rafael Aguilar y Mari Luz Sainz, padres de Beatriz y miembros de ABEA, en el estudio de Alminar.
Rafael Aguilar y Mari Luz Sainz, padres de Beatriz y miembros de ABEA, en el estudio de Alminar.

24 de septiembre 2009 - 05:03

SU madre tiene una foto de ella de primera comunión en el móvil. La niña murió un año después. Pero Beatriz Aguilar Sainz (1986-1987) no murió del todo. "A nosotros cuando nos preguntan que cuántos hijos tenemos, siempre decimos que tres", dice su padre, Rafael Aguilar, arquitecto de profesión, socio del estudio Alminar.

Beatriz estaba a punto de empezar tercero de Piano. Le encantaba la música, sin desdeñar el fútbol: su padre la llevaba algunos domingos al campo del Sevilla. Murió el 1 de julio de 1997, con once años, y desde entonces les da vida a sus padres. En una donación permanente, sus iniciales están en ABEA, Asociación Beatriz Aguilar de Ayuda a la Infancia. Les da alas para viajar muy lejos e implicarlos en causas solidarias en Argentina, donde colaboran con niños de la calle acogidos en hogares de dos suburbios de Buenos Aires, Soldati y Pontevedra, y en la India, en la Casa de los Ángeles, colegio para una treintena de niños con discapacidades procedentes de Cherupuzha, en el estado de Kerbala.

Beatriz es el ángel de esa casa. La Asociación que lleva su nombre, que sacó a sus padres de la modorra de una buena vida transformada en vida buena, se fundó en 2004 y esta noche convoca por tercer año consecutivo una fiesta benéfica en Pineda para recaudar fondos con destino a niños que lo tenían todo en su contra. "En esas zonas de la India", explica Rafael Aguilar, "los niños que nacen con limitación son como una desgracia, las familias los matan o los esconden".

Rafael y su mujer, Mari Luz Sainz Ruiz-Mateos, viajaron a la India en 2006, después de los monzones. Se les quedó pequeño el panorama descrito por Arundathi Roy en la novela El dios de las pequeñas cosas. Los fondos que recaudan son administrados por las misioneras de María Mediadora, una orden religiosa que tiene su sede en Madrid, donde acuden las monjas autóctonas a recibir un curso intensivo y profesionalizado de voluntariado.

Han conocido niños pobres, huérfanos, los han visto descalzos, en clases sin pupitre, pero han recibido el regalo impagable de una sonrisa. "Los niños son niños en cualquier sitio". En la cena benéfica de Pineda (65 euros por cubierto, amén de una mesa cero que está teniendo menos respuesta por efecto de la crisis), Viajes Adriano regala un viaje para dos personas a la India. "Un viaje de turista", especifica Rafael, "pero allí la realidad es tan tremenda que el viaje turístico y el viaje solidario van de la mano".

En Argentina y en la India existe pasión por el polo. En la India la vaca es sagrada y en Argentina se la comen. En ambos destinos, estas causas solidarias están lideradas por dos Teresas españolas, una salmantina en Argentina, una gallega en la India. "En los hogares de Argentina", cuenta Mari Luz, "Teresa les explica que cuando ellos apagan la luz, hay otra luz que se enciende al otro lado del océano".

Beatriz les puso las pilas a sus padres. Antes nació Irene, que se prepara para Notarías. Después vino Rafael, que estudia Geografía y Gestión del Territorio. Su padre ha puesto su oficio al servicio de este proyecto. "En Argentina, unos alemanes les donaron una finca en Pontevedra. Hicimos un proyecto de hogar para niños de la calle en Pontevedra. El problema no es hacerlo, sino pagarlo. Y las entidades siempre le dan prioridad a los proyectos africanos".

En la India no ha hecho ningún trabajo como arquitecto. "Allí todo es mucho más primario". Su hija falleció al operarse de una malformación congénita "a la que los médicos no le daban mucha importancia". Tenía una arteria más pequeña de la cuenta. A cambio les dejó a sus padres un corazón mucho más grande que no deja de bombear. Recuerdan la cita evangélica, "quiero misericordia, no sacrificios", para transmitir la idea de que basta muy poco para hacer mucho. "Con un euro, come en la India un niño cuatro días". Es una inversión en toda regla. "Dios te da ciento por uno", dice Mari Luz, que tiene en el móvil, vestida de blanco, a la presidenta de estas líneas aéreas que los ha llevado a la India y a la Argentina.

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