De Carlos V a Juan Carlos I

Su caligrafía era única. "A mi vecino Juan Robles con mi felicitación por su prosperidad". Ramón Carande le puso fecha a su rúbrica: 30 de marzo de 1982. Es la primera de las firmas que Robles guarda a lo largo de nueve libros. "Quiso que la primera página estuviera en blanco por si venía el Rey".

En la misma página aparecen las firmas de dos personas muy queridas por don Ramón: su nieta Rocío y Enrique Otte, discípulo alemán. Rocío representa la continuidad en la Universidad de quien fue rector en 1930. "En una revuelta universitaria", cuenta Rocío, catedrática de Métrica Latina, "los alumnos empezaron a pintarles bigotes a los retratos de los rectores. Cuando llegaron al de mi abuelo, una mala copia del original de Bacarisas que tiene mi madre, uno de ellos les dijo: a ése no, se negó a que la Policía entrara en la Universidad".

Ramón Carande (Palencia, 1887, Almendral, 1986) murió hoy hace 25 años, festividad de San Ramón Nonnato. Rocío escudriña las letras picudas. "Nunca llegó a escribir a máquina. Para el manuscrito de Carlos V y sus banqueros, mi abuelo gritaba y era mi abuela la que tecleaba".

El historiador acaba de cumplir otros 25 años: su legado sigue bien vivo. 25 años tenía su madre, Ascensión Thovar Uribe, cuando murió. La edad que tenía el propio Carande cuando el 4 de mayo de 1911 recibe del cónsul de Múnich en España el pasaporte para viajar a Alemania becado por la Junta de Pensiones y Ampliación de Estudios en el Extranjero.

Fue un viajero impenitente. La primera Guerra Mundial le coge en Londres y el final de las hostilidades ya lo vive en Sevilla, ciudad a la que llega en 1918 después de haber estrenado su cátedra en la Universidad de Murcia.

Domicilios en la Alameda (calle Calatrava), la Alfalfa. En Las Palmas, ciudad donde se casa con María Rosa de la Torre Millares, su mecanógrafa, nace su primer hijo, Ramón Pío. Bernardo Víctor, el segundo, su biógrafo, nacerá en 1932 en Madrid, en la casa de alquiler en la que residían en el mismo bloque donde vivía Juan Ramón.

De sus 99 años de vida, 68 los vivió en la casa de la calle Álvarez Quintero que actualmente es la residencia de su vecino y amigo Juan Robles. Si estos libros de firmas fueran un libreto de ópera, Carande encabezaría un reparto espectacular con primas donnas como Antoñita Moreno, Rocío Jurado, Nacha Guevara, María Asquerino o María Jiménez. Santiago Carrillo y la nieta de Franco; Paco Ibáñez y Julio Iglesias. Las firmas de los presidentes de la Junta Escuredo, Rodríguez de la Borbolla y Chaves. Y de su amigo Alfonso Guerra. Rocío se estremece cuando aparece, 8 de marzo de 1989, la firma de Francisco Tomás y Valiente, presidente del Constitucional asesinado por ETA. "Esa noche cené con él en Robles". "Tienes a la novia", dice Rocío al ver la dedicatoria de la duquesa de Alba. "Nos ha encargado el postre de la boda".

Juan Robles sólo le pidió un favor a Carande, que mediara para conseguir plaza a su hijo Pedro en la Escuela Francesa. Así se convirtió en compañero de clase de Manuel Ramón Carande, otro de los nietos de don Ramón, hermano y alumno de Rocío, profesor de Latín en la villa coruñesa de Ceé. Llega Julia, hija de Rocío, bisnieta de don Ramón. "Quiere hacer Biología". Se fractura la estela. La esperanza está depositada en los bisnietos alemanes del genial germanófilo, Lina, Thomas y Víctor Manuel, hijos de su nieta Victoria, casada con un alemán.

De Carlos V a Juan Carlos I. "El Rey no ha venido", dice Robles. "Sí vinieron las infantas y el príncipe Felipe". El titular del premio que Carande recibió en Oviedo en 1985. "Le mandaron el billete de avión y le pareció un dispendio, un escándalo". Salió de su casa de Álvarez Quintero, saludó a Robles, subió al Seat Ibiza que conducía su fiel Joaquín y salió hacia Oviedo, paradas en Cáceres a comer y Salamanca a dormir.