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Castilla y León en Triana, León y Castilla en Sevilla

  • Prólogo. En San Telmo y San Vicente, duelo de santos, se vivirá con un retrovisor y una calculadora el resultado de las elecciones en Castilla y León, víspera de los Enamorados

La Torre Sevilla, al fondo de la calle Castilla.

La Torre Sevilla, al fondo de la calle Castilla. / D.S.

Ancha es Castilla… menos por Andalucía, decía un personaje de Alhucema, la obra que Salvador Távora estrenó en el Teatro Romano de Mérida. El 8 de febrero se cumplen tres años de la muerte del dramaturgo del Cerro del Águila y justo una semana después, el 15, cincuenta años del estreno de Quejío en Madrid. Como le decía a Lilyane Drillon, que ahora vive en Nancy, donde empezó todo, qué curiosa paradoja que coincidan en fechas los aniversarios de su muerte y de tanta vida. Puro Távora. El año del estreno de Quejío fue el de los Juegos de Munich, marcados por el terrible atentado de Septiembre Negro contra la delegación israelí.

El 15 de febrero de 2022 me temo que se va a hablar poco de las bodas de oro de aquel estreno teatral que revolucionó el teatro y el concepto que se tenía de Andalucía más allá de Despeñaperros. Dos días antes tendrán lugar las elecciones autonómicas en Castilla y León, las primeras convocadas en este país desde que el 4 de mayo de 2020 Isabel Díaz Ayuso obtuvo mayoría absoluta en las elecciones madrileñas.

Ancha es Castilla… menos por Andalucía. Despeñaperros no está ahora en las Nuevas Poblaciones que fundó Pablo de Olavide sino en la Sierra de Gredos, en la ruta de la Plata o en los lagos de Sanabria. Unas elecciones que se van a ver con el espejo retrovisor desde el Palacio de San Telmo y desde la sede socialista de la calle San Vicente. En Andalucía todo se resume siempre a un duelo de

santos, un vuelco electoral que se consumó el primer domingo de Adviento de 2018.

Dos comunidades gobernadas por el PP. Las dos autonomías que cuentan con mayor número de provincias: las nueve de Castilla y León, las ocho de Andalucía, que la igualaría si le sumamos la que tradicionalmente se conocía como la novena provincia andaluza, la formada por la legión de emigrantes que marcharon hasta Cataluña, y no para aprender idiomas como decía Antonio Gala.

Sevilla está llena de guiños a esos dos sumandos, Castilla y León, que en el tiempo del auge de las catedrales y la Mesta fueron dos potencias de relevancia mundial. Germen simbólico de mitos como Numancia, El Cid Campeador o los Comuneros de Villalar. La ciudad de Sevilla la gana para el orbe cristiano el rey Fernando III (hay que visitar la exposición de Valdés Leal para conocer cómo vivió la ciudad la subida a los altares de este monarca), hijo de Alfonso IX de León y de doña Berenguela, reina de Castilla. Si uno se detiene en la valla exterior de la Universidad, la antigua Fábrica de Tabacos, se alternan el castillo y el león como iconos de aquellos reinos. Triana tiene una calle Castilla y una barriada de León. En la primera tuvo su academia de baile Matilde Coral y en la Casa de las Flores vivía Reichi Nagakawa, un japonés de Hiroshima que se hizo trianero adoptivo y que tradujo el Ulises de Joyce al japonés. La barriada de León debe su nombre a un apellido matriz más que a la región

homónima y está junto a las barriadas de San Gonzalo, donde vivía Juan Sierra, el poeta de Mediodía y padre del futbolista Quino, y el Tardón de los Morancos, Isabel Pantoja y Susana Díaz, duquesa de Montpensier desalojada de San Telmo tras los comicios de aquel primer Domingo de Adviento.

La política nacional, y la andaluza de forma más inmediata, estarán pendientes de lo que el lunes 14 de febrero, día de los Enamorados, diga en su portada El Norte de Castilla, el periódico de Valladolid que dirigió Miguel Delibes y del que salieron firmas como Francisco Umbral, José Jiménez Lozano, Manu Leguineche, César Alonso de los Ríos o el sacerdote y escritor (ganó el Nadal de novela) José Luis Martín Descalzo.

La manija del Betis la llevó un virtuoso de Valladolid llamado Julio Cardeñosa, la misma provincia de procedencia de Carlos Amigo Vallejo, natural de Medina de Rioseco, que llegó desde la diócesis de Tánger a la de Sevilla el verano de 1982, en pleno Mundial de España. De Salamanca vino el fiscal Alfredo Flores, que fue pregonero de la Semana Santa y hermano mayor de San Gonzalo; de Palencia, don Ramón Carande Thovar; de Zamora, los padres de los hermanos Ismael y Pepe Yebra Sotillo, paisanos de cuna del rey San Fernando; de Ponferrada viene todos los años a la Feria del Libro Antiguo un librero llamado Adolfo Suárez y de esa capital del Bierzo es Eulate, héroe de la final de Copa del 77 que se llevó a su casa el balón de la contienda, pesadilla de

Iríbar; soriano por casualidad fue Luis del Sol, hijo de un ferroviario destinado en Arcos de Jalón; de Ávila vino Teresa de Cepeda y Ahumada, que aguantó poco, y el escultor Nicomedes. El acueducto de Segovia es padrino simbólico de los caños de Carmona. Burgos tiene un Cristo que sale cada Miércoles Santo y de allí vinieron el cardenal Segura y el pintor y galerista Pablo del Barco, que volvió a orillas del Arlanzón.

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