Sevilla

Todo lo que esconde la Catedral de Sevilla en su fachada

  • Gracias a los estudios iconográficos de José Luis González Munuera, licenciado y doctor en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, hemos podido profundizar en el trasfondo y significado de las diferentes representaciones que componen las fachadas y puertas de la Catedral, una de las obras cumbre de la arquitectura mundial

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Este conjunto arquitectónico esconde una simbología rica y curiosa que pasa desapercibida para la mayoría de habitantes y visitantes

Este conjunto arquitectónico esconde una simbología rica y curiosa que pasa desapercibida para la mayoría de habitantes y visitantes

La Catedral de Sevilla es, para muchos, la esencia de toda la ciudad de Sevilla y la arquitectura gótica encapsulada en una única obra. Este templo, acompañado a las mil maravillas por la imponente Giralda, muestra en sus fachadas y puertas una diversidad iconográfica fascinante, aunando elementos religiosos con representaciones de todo tipo de fábulas e incluso simbología que podría estar relacionada con el ideario hermético, masónico y la alquimia, llegando incluso a la representación de símbolos paganos.

En definitiva, es prácticamente imposible pensar en la capital hispalense sin que aflore en la mente la imagen de la Catedral y el mágico centro histórico que la rodea. Cada año, millones de personas se decantan por visitar la ciudad con un paseo por los alrededores de tan histórica edificación como uno de sus objetivos prioritarios.

No obstante, la profundidad infinita de los innumerables elementos iconográficos e iconológicos pasa desapercibida a ojos de la amplia mayoría. Es por ello que, con la ayuda de José Luis González Munuera, sus conocimientos y su exhaustivo análisis de dichos elementos, sus significados y los materiales utilizados para las diferentes obras escultóricas que decoran la fachada y las puertas del templo hispalense por antonomasia, podremos ahondar un poco más en todo lo que hace que esta combinación de símbolos sea única e irrepetible.

Para quienes deseen poder visualizar los ya mencionados símbolos en absoluto detalle para ahondar más aún en su complejidad y composición, el propio José Luis González Munuera comparte en su web un análisis iconográfico e iconológico de estos elementos (realizados con tinta china o lápiz de grafito, según la ilustración), junto a obras múltiples analizando otras creaciones escultóricas y arquitectónicas en profundidad, incluyendo la Catedral de Notre-Dame de París.

Materiales utilizados para la elaboración de las distintas esculturas

Como este experto nos ha confirmado, se utilizaron materias primas variadas en todo el conjunto. Entre ellas, se encontraban ciertas piedras que, por su porosidad y los altos niveles de sal en su composición son de conservación especialmente complicada, como es el caso de la piedra ostionera, traída en la época desde Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María. Las características hidrófilas de esta roca sedimentaria, de hecho, hacen que se dilate y llegue a quebrarse cuando absorbe demasiada humedad.

Por otra parte, también abunda la piedra caliza procedente de las canteras de Morón de la Frontera, que una vez más presenta especial sensibilidad a la quiebra a causa de las inclemencias del tiempo por su porosidad, produciéndose este fenómeno tras la pérdida de la cobertura policromada con la que se acababan este tipo de obras, vestigios de la cual aún pueden observarse tanto en las figuras como en las gárgolas elaboradas con este material.

El que quizás sea el material predominante en la mayoría de las portadas, sin embargo, es el barro cocido o terracota con el que están modeladas la inmensa mayoría de las figuras y tímpanos de las portadas, el cual depende inmensamente de los recursos técnicos correctos para poder mantenerse en buen estado. Incluso se pueden llegar a observar en los elementos hechos con esta técnica las toberas realizadas en la parte posterior de la obra, con el propósito expreso de ayudar a la expulsión de los gases derivados del proceso de cocción, para conferir la dureza apropiada a dichas obras

Autores que dejaron su huella en la Catedral de Sevilla

Tratar de enumerar todos los autores involucrados en las diferentes obras de tanto puertas como fachadas de este templo gótico es tarea casi imposible, puesto que tan inmenso conjunto escultórico requiere de gran variedad de artistas.

Como José Luis González Munuera nos comenta, sin embargo, existen ciertos nombres a destacar de esta extensa lista de escultores procedentes de diferentes escuelas. Uno de ellos, ocupado de la iconografía de la Puerta del Bautismo y parte de la del Nacimiento, fue Lorenzo Mercadante de Bretaña, aunque de iconografía obligada e impuesta por el que fuera su valedor, el cardenal Juan de Cervantes.

También tuvo una gran influencia sobre el conjunto la escuela francesa, incluyendo la colaboración de Miguel Perrin (o Perin, como también se le conoce) en la Puerta de los Palos, aunque destaque a su vez la obra de la escuela trasmerana.

Pedro Millán participó por otra parte en la Puerta del Bautismo y la del Nacimiento, aunque también se ocupara de la Virgen del Pilar que preside la capilla homónima dentro de la propia Catedral y de otras obras firmadas en la capital hispalense, si bien en los libros de cuentas de la Catedral figura como cantero y no como el que es su oficio propio: el de escultor.

Breve recorrido por el trasfondo ideológico y religioso del conjunto

Antes de comenzar con este apartado, cabe subrayar una vez más que la infinita complejidad de este conjunto arquitectónico y escultórico impide cubrir todos los aspectos a tratar en una sola pieza sin que esta se extienda en demasía. Ahora bien, establecer ciertas menciones prioritarias a algunos componentes ideológicos y religiosos desconocidos para la mayoría puede ser una buena manera de hacer justicia a todo lo que la Catedral de Sevilla representa para la ciudad y la historia del arte, en general.

A pesar de la extensa cobertura en estas fachadas y puertas de historias de los Evangelios, la insuficiente información encapsulada en dicho texto cristiano llevó a los artistas a incluir imágenes relacionadas con otros textos mayormente apócrifos o judíos, y los conocidos como protoevangelios de Marcos y Santiago e incluso los evangelios descartados por la Iglesia Católica, como son los conocidos Evangelios Apócrifos.

Otro componente presente en abundancia, según Munuera, en las fachadas y portadas de este templo es el ideario masónico hermético y la simbología relativa a la alquimia, elementos clave en las sociedades discretas comunes en el oficio de cantería basado, como previamente mencionamos, en las escuelas trasmeranas y del sur de Francia, con representaciones animales referentes al reino animal y las reconocidas fábulas de Esopo, en cuya recopilación se incluyen la liebre y la tortuga, la cigarra y la hormiga y el lobo y el cordero, entre otros relatos, presentes en la Puerta de la Concepción.

A todos estos componentes se les añaden símbolos como la cruz invertida, el báculo, las mitras, los seis planetas o las estrellas fulgentes reminiscentes al Dios Sol del antiguo Egipto y las famosas gárgolas, de las que el autor referido desarrolló la publicación de nombre Gargolarium: Las gárgolas de la Catedral de Sevilla, hija de su tesis doctoral titulada Gargolarium: Guía visual de la iconografía e iconología de la estatuaria gargolaria de España y los países de su entorno, la cual le valió la excelsa calificación del sobresaliente cum laude.

En lo que respecta a figuras religiosas ubicadas en la Puerta del Bautismo estrictamente cristianas, por enumerar algunas, encontramos a:

  • San Isidoro.
  • Santa Justa y Rufina.
  • San Leandro.
  • San Fulgencio.
  • Santa Florentina.

Las autoridades cristianas de la época desempeñan también un papel protagonista en esta decoración, apareciendo obispos y padres varios de la Iglesia, entre otras personalidades clericales eminentes. Un apunte curioso y peculiar respecto al tratamiento simbológico de estas figuras es que aquellas que aparecen con libros en sus manos en estas esculturas diferencian la naturaleza de su labor según si estos libros están abiertos o cerrados (quienes muestran un libro abierto crearon doctrinas religiosas, mientras que aquellos que lo tienen cerrado se dedicaron a la trasmisión de las mismas).

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