Policía con más detenciones durante tres años

Un policía de leyenda

  • Fue durante tres años seguido el agente de toda España con más detenidos

  • Hoy, jubilado, relata sus cuarenta años de servicio, en los que resolvió homicidios y se jugó la vida

Cayetano, el policía con más detenciones de Sevilla.

Cayetano, el policía con más detenciones de Sevilla. / José Ángel García

Ha pasado cuarenta años de servicio, casi todos como policía judicial. Es una leyenda en la Policía Nacional y se le considera como el agente de este cuerpo que más detenidos ha hecho a lo largo de su carrera en Sevilla. Los cuenta por miles. Tiene dos bases de datos en las que hay en torno a 20.000 sospechosos, muchos de ellos arrestados en alguna ocasión por él mismo. Lleva tres años jubilado y no deja de añorar su trabajo, que le llevó a conocer tan bien los bajos fondos de la ciudad que ha iniciado un proyecto de libro titulado La otra Sevilla. Este periódico reproduce en estas páginas parte de este trabajo y colgará en internet el artículo completo, que define como una simple “pincelada”. Sus conocimientos del mundo del hampa son casi enciclopédicos. Se le puede considerar un catedrático de la Policía cuya universidad ha sido la calle, que ha pateado durante años sin horarios ni vacaciones, descuidando si hacía falta la atención a su familia.

Como aquella vez que un confidente le llamó a las tres de la madrugada para avisarle de dónde estaba la persona que estaba buscando desde hacía unos días. En un piso de la Esquina del Gato, en San Juan de Aznalfarache. Cayetano, que así, sin apellidos, pide que se le llame porque es como le conoce todo el mundo, se levantó de la cama, buscó un compañero que estuviera dispuesto a ir con él y se plantó en la barriada más conflictiva de San Juan en busca de su sospechoso. Éste le recibió a tiros con una escopeta recortada. “En la puerta había un pequeño escalón hecho por los mismos vecinos para que no entrara el agua. Yo estaba subido en ese escalón y cuando vi al tío me bajé. Si no lo llego a hacer, hoy estoy criando malvas”. Por aquel tiroteo, y la posterior detención del delincuente, recibió su comisario jefe una cruz al mérito policial con distintivo rojo, que acarrea una pensión. A él no le dieron nada.

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Tiene dos cruces blancas, una medalla al Mérito Civil y otra de la Policía Local, así como más de cien felicitaciones públicas. Y es una de las pocas personas que tiene un galón de méritos, que obtuvo a finales de los años 70 por su intervención durante un atraco a una joyería. Fue durante tres años seguidos el policía de toda España que más detenciones hizo. Y así lo acreditan unos diplomas que entonces se entregan a los agentes más eficaces del país. Pero la cruz roja se la negaron hasta en cuatro ocasiones. 

El arresto del Bombita

Cayetano fue quien detuvo a Manuel Saborido Portales, el Bombita, un delincuente que mató a una turista granadina, Juana Carrión, en el barrio de Santa Cruz en el año 1998. Lo cuenta así:“Hace unos años vinieron a Sevilla un grupo se mujeres para visitar la ciudad. Cuando este grupo se encontraba en el Barrio de Santa Cruz, dos individuos en un ciclomotor arrebataron el bolso a una. Ella se resistió y uno de los ladrones, dado que no podía quitárselo, la apuñaló dejándola sin vida. Estaba yo de incidencias y almorzando. Lo dejé todo y me dirigí al lugar. Ya la señora se encontraba muerta, pero los individuos se habían marchado con el bolso. Allí no había nadie que informara de nada. Me puse a hacer gestiones y una persona que estaba de gorrilla en la plaza de Santa Cruz me informó de que habían sido dos en un ciclomotor. Con esas características que me facilitó se pudo detener a los dos homicidas, que eran muy conocidos. Uno de ellos fue Manuel González Silvestre, el Mané, domiciliado en Dos Hermanas, y el otro apodado el Bombita, que residía en Bellavista”.

No fue el único homicidio que esclareció. También hizo lo propio con otro crimen ocurrido en Huelva. “Un hombre mató a su hermano para quitarle una papelina. Yo ya estaba en Sevilla pero los conocía a ambos, al igual que al padre, al que llamaban el Cántaro. Me enteré de dicha muerte y me puse a la búsqueda del autor del crimen. Pasadas unas horas ya lo tenía controlado en unas casitas ubicadas en la avenida de la Paz. Me puse en contacto con el Grupo de Homicidios. Entramos en la casa y saqué al individuo de debajo de la cama, donde se había escondido”.

El mayor golpe al expolio arqueológico

También hizo la mayor intervención de piezas arqueológicas de Europa, que guardaba en su casa un coleccionista de Osuna. “Toda la vivienda estaba decorada con objetos expoliados. Había columnas romanas, lagrimales, falcatas fenicias”, cuenta, y explica que su compañero, Manuel Lobato, entró la casa del coleccionista haciéndose pasar por un ganadero de Badajoz que tenía un matadero y que quería invertir en el pueblo. “Teníamos que hacerlo así porque la Policía Local y hasta el alcalde eran amigos suyos y estaban en connivencia con él. Yo mientras esperaba a mi compañero en un bar. Pasé horas y horas allí sentado”. Los policías le intervinieron todo. Le causaron tal disgusto al coleccionista que murió una semana después. “Tuvo que ir un camión desde la Jefatura para cargar todas las piezas”.

Cayetano, durante la entrevista. Cayetano, durante la entrevista.

Cayetano, durante la entrevista. / José Ángel García

Cayetano intercala algunas palabras en caló cuando habla. Cuenta la historia de un detenido por un robo de joyas y habla de la sonakay (el oro) y del taribel (la cárcel). “Habían robado en casa de un comandante del Ejército y yo me enteré de que lo tenían en una casa de El Saucejo. Llegué allí y le pregunté al sospechoso que cómo lo hacíamos. Me dijo que no había ningún problema. Me entregó todo y el padre me terminó invitando a comer”. También detuvo al ladrón que había robado las alhajas a la Virgen del Patrocinio. “Había cámaras en la iglesia y lo identifiqué rápidamente”.

Otra intervención destacada fue el arresto de un hombre araña que había robado en más de cuarenta pisos, que se escapó de los juzgados cuando fue detenido. Luego supo que estaba escondido en un falso techo en un piso ubicado en la calle Gerona, encima del Rinconcillo. “Lo cogimos a las cuatro de la mañana. Estaba durmiendo allí, casi aplastado. Se había juntado con una chica de Bilbao que había venido a trabajar de azafata a la Expo 92”. Aquellos años previos a la muestra universal fueron los de la Operación Limpieza, los del Grupo X (Grupo 7 en la película de Alberto Rodríguez). Cayetano estaba en el distrito Macarena. El Vacie y el Polígono Norte eran algunos de sus lugares habituales de patrulla. En el asentamiento chabolista vivía entonces un niño portugués llamado Augusto Soares dos Anjos, al que conocían por el apodo del Pecas. Dos décadas más tarde, sería arrestado en el Vacie por el asesinato de un agente de la Policía portuguesa en un atraco a una gasolinera. Se refugió en el lugar donde pasó su infancia.

Trayectoria en el cuerpo

Cayetano ingresó en la Policía en los años setenta, tras hacer la mili en un pueblo de León del que se acordará toda la vida. “Ferral del Bernesga. Algo parecido a Siberia. Hacía un frío tremendo”. Tras opositar para la Policía Armada, hizo la academia en Badajoz y su primer destino fue Barcelona. Le tocó el Barrio de la Mina, el lugar de origen del Torete, el Vaquilla y el Trompeta. “Me quisieron atropellar con el 124 con el que pegaban los tirones, pero los vi y los pude esquivar”. Había varias bandas terroristas activas, además de ETA. Estaban el Grapo, el FRAP, Terra Lliure... “Yo tenía un 127 y lo miraba catorce veces de arriba a abajo cada vez que lo cogía”. El 22 de diciembre de 1980, el día que nació su hijo, cuando iba camino del hospital del Valle de Hebrón para asistir al parto, presenció un robo a una mujer y persiguió al delincuente hasta que lo detuvo. “Mis compañeros me dijeron que cómo me metía en eso, que lo dejara y se fuera al hospital. Yo les dije que no, que si fuera mi madre a mí no me gustaría que la dejaran allí y no hicieran nada”.

A partir de ahí llegaron años con hasta 500 detenidos. Después fue destinado a Huelva, a la barriada del Hotel Suárez, un lugar de callejones estrechos en el que había que patrullar a pie. A Sevilla llegó en 1989. Estuvo primero en el distrito Macarena y después en la comisaría de Triana. Allí salvó la vida a Agustín Pantoja, hermano de la tonadillera, a quien dos personas apuñalaron por unas deudas en un bar de la calle Esperanza de Triana. Lo llevó en el patrullero hasta el hospital y evitó que se desangrara. Días después detuvo a los autores de la agresión.

En la misma calle en la que se produjo aquella reyerta detuvo a un individuo llamado José Enrique Palacios y apodado el Pali, “un tío con mala leche, delgado, alto y con una minusvalía en una pierna”. Atracó en un cajero con un arma blanca y Cayetano y su compañero Lobato circulaban cerca en una moto camuflada. El Pali estuvo un tiempo en prisión y volvió a salir y a delinquir. Sólo con la descripción de las víctimas, este policía ya sabía quién era el ladrón. Se esclarecieron al menos cinco delitos. Y un día logró recuperar una pistola que le habían robado a un alto cargo de la Policía. Tampoco le dieron nada. Sólo las gracias. Eso sí, tiene el respeto de todos los que trabajaron con él.

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