El Congreso Magallanes-Elcano ha logrado su primer éxito antes de su inauguración. El simple hecho de celebrarse esta cita, la primera de carácter internacional híbrida que se celebra en Sevilla tras el estallido de la pandemia, merece un reconocimiento. Dijo en la inauguración el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, que si este congreso no se estuviera celebrando este fin de semana alguien debería estar diseñándolo. Y es que, aunque la idea se concibió hace dos años, jamás se pensó como algo más que necesario, urgente, en estos tiempos donde no hay mejor herramienta que la innovación para salir de la actual crisis que no es sólo sanitaria y económica, también social y emocional.
Tras la iniciativa está José Luis Muñoz, que lleva años promoviendo ideas y convencido de que había que reunir a gente inquieta y capaz de aportar experiencias y propuestas para hacer de este mundo un lugar mejor. La filosofía era buscar los mimbres y protagonizar un cambio global. Y para ello, aprovechando la efemérides, nada mejor que sentirse Magallanes o Elcano y tratar de emular la gran hazaña que supuso dar la Primera Vuelta al Mundo, un punto de inflexión en la historia.
El desafío ahora se llama Covid-19 y no es menor. La aventura ha partido este fin de semana desde Sevilla con un grupo de voluntarios dispuestos a poner a disposición de la sociedad sus logros y su conocimientos, en definitiva, a dar ideas para que otros puedan dar ese giro a su vida, esto es, a su empresa, su negocio y, por extensión a su entorno socioeconómico. Un ejemplo de inteligencia colectiva y de cooperación a la que, y éste es otro logro, se han sumado las administraciones públicas: desde el gobierno local al nacional.
Los organizadores del congreso agradecieron esta colaboración pública con lo privado y el alcalde de Sevilla hizo una autoenmienda admitiendo que, para contribuir al cambio, es necesario que las administraciones sean más flexibles y aprendan a enfocar los grandes retos estratégicos, como es el cambio climático, de la mano de lo privado. Es la receta para no desaprovechar oportunidades. Y una de ellas en este territorio está, sin duda en el río. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Joaquín Páez, intervino en la apertura apostando por convertir el río en la oportunidad para el desarrollo, antes que un sumidero.
En la primera jornada, además de darse a conocer experiencias como la portuguesa de la comunidad Speak, donde inmigrantes, refugiados y lugareños se encuentran, aprenden idiomas y desarrollan relaciones como iguales, o la del emprendedor sevillano Pablo Vidarte, confundador de Arkyne y Bioo, se ha dado voz a organismos como Carta de la Tierra Internacional. El barco continúa hasta el domingo rumbo a la innovación social.
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