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La oportunidad para Sevilla: movilidad y flexibilidad, fiel a su esencia
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Editoriales sin palabras o con muy pocas. Su oficio es hablar poco y decir mucho. Eso es el humor gráfico: la punzada diaria en los rotativos a la que han dedicado buena parte de su trabajo Rafael Calderón y Jaime Pandelet. Los dos participaron en una jornada del Colegio de Periodistas de Andalucía y el Otoño Cultural Iberoamericano de Huelva en Caja Rural del Sur.
En el coloquio flotó un tercer hombre, Emilio Rioja (1952-2015), evocado no sólo como dibujante, sino como agitador cultural y editor, labor en la que tuvo una participación fundamental en el libro Hacia una Andalucía Libre (1980), con prólogo de Plácido Fernández Viagas y epílogo de Rafael Escuredo. Rioja firmó en clásicos como La Codorniz, El Papus y El Jueves.
Calderón y Pandelet son firmas reconocidas y reconocibles en el humor gráfico nacional, pero es en Sevilla donde se consolidan. El primero, sevillano de cuna, formación y colegio, vino desde Barcelona, donde dio sus primeros trazos como dibujante, incluido su paso por el equipo de colaboradores, valga el eufemismo, del equipo de Ibáñez: esbozos de Mortadelo, Rompetechos o Pepe Gotera y Otilio. Pandelet nació en Madrid, pero con 14 años ya estaba en Sevilla.
La juez Alaya recreada por Calderón y Sergio Ramos en versión hiperbólica de Pandelet eran los iconos del cartel anunciador de una mesa redonda que moderó el periodista Juan Manuel Ávila. Me cupo el inmenso privilegio de evocar la figura de Emilio Rioja, premio Paleta Agromán en 1986, premio Mingote en 1991. El mítico dibujante y académico de la Lengua era un admirador incondicional del trabajo de Rioja. Coincidieron en una semana del Humor en Lepe, dominios de Summers, con el colofón de un partido de fútbol en el que participaron dibujantes -Gallego y Rey, Ballesta...-, políticos y periodistas. Rioja ilustró mi invitación de boda, género en el que recibió varios encargos.
Brasil ganó el Mundial de México 1970 y México no ganó el Mundial de Brasil, pero tiene en sus vitrinas las caricaturas de todos los futbolistas y del seleccionador realizadas por Pandelet. Como Calderón, inició en Sevilla su trabajo en publicaciones vinculadas al equipo de fútbol de Nervión, un historial que cronológicamente se extiende desde el dibujo de Guillermo Campanal, de la delantera stuka, a Sergio Ramos, del Mundial de Sudáfrica. Para contrarrestar, una portada del Abc de Gordillo dibujado por Calderón -cuando el mundialista argentino del mismo apellido jugaba en el equipo- para celebrar que en la Eurocopa de Francia 1984 cumplía 50 partidos con la selección. No jugó la final por una doble tarjeta y alcanzó los 75 partidos despidiéndose en la Eurocopa de Alemania.
Pandelet contó anécdotas de algunos personajes que han pasado por su lápiz de dibujante, después tamizado con los ingenios de la informática: casos de Trinidad Jiménez o Micaela Navarro. En su galería de españoles que fueron al último Mundial, el batacazo de Brasil 14, eran dibujos acompañados por textos de Eduardo Mendicutti, Santiago Segurola o Quique Guasch.
La política, la cultura, la economía, el deporte. Todas las secciones de un periódico caben en la abigarrada paleta de un humorista gráfico. Calderón entró de casualidad en el humor gráfico, las albricias de una encerrona, y después se consagró como una institución. Pandelet se prodiga en publicaciones de Latinoamérica, donde comenta que la prensa escrita -y dibujada- goza de una nueva edad de oro.
Forges y Mingote se felicitaban todos los años porque compartían fecha de cumpleaños. Rioja fue requerido por este cronista cuando el cómico francés Coluche decidió presentarse a las elecciones a la República Francesa. La realidad imita al arte, escribió Oscar Wilde. Y la actualidad lo sublima y caricaturiza.
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