calle rioja

El rey Felipe IV se dejó 
a su pintor 
en Madrid

  • Se cumplen 400 años del viaje por Andalucía de Felipe IV. El 1 de marzo de 1624 llegó a Sevilla, ciudad natal de Velázquez, que durante 34 años estuvo a su servicio en la Corte.

Diego Velázquez llevaba unos meses como pintor del rey Felipe IV, que lo nombra el 6 de octubre de 1623. El 8 de febrero de 1624, el monarca para el que sirvió durante 34 años en la corte, salió de Madrid iniciando un viaje por toda Andalucía con un séquito en el que estaban el conde-duque de Olivares y el poeta Quevedo, pero no figuraba el pintor sevillano.

El conde-duque de Olivares y Quevedo acompañaron al monarca en ese viaje

Los detalles de este viaje aparecen en el libro del hispanista francés Alain Hugon Felipe IV y la España de su tiempo, que lleva el expresivo subtítulo de El siglo de Velázquez. El pintor fue bautizado en la iglesia de san Pedro. En 1624, el año de la visita real, Diego de Quesada concluye la portada de la nave derecha de la iglesia; y Martín Cardino concluye la escultura de san Pedro, titular de la iglesia de la que cada Miércoles Santo sale el Cristo de Burgos.

El cortejo real llega a Córdoba el 22 de febrero de 1624. La patria chica de Luis de Góngora, que en esa época reside en la corte de Felipe IV y a quien Velázquez le hizo un retrato. El 1 de marzo la expedición real llega a Sevilla. El monarca se aloja en el Alcázar. Visita la Giralda y la Catedral, la Torre del Oro, remontó el río hasta la Cartuja de las Cuevas y el 13 de marzo viaja a Doñana. Aquí tiene como anfitrión a Juan Manuel Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia y capitán general de la costa andaluza. En 1591, la flota de Francis Drake había atacado Cádiz y se decidió crear una guardia andaluza entre Huelva y Sanlúcar. El viaje siguió por Cádiz, Gibraltar y Málaga y el 3 de abril, Viernes Santo, terminó en Granada. El 18 de abril de 1624 volvían a Madrid.

En la primavera de 1622 intentó por primera vez Velázquez encontrar acomodo en la corte de Felipe IV. Tuvo que esperar un año. Felipe IV tenía a su servicio cinco pintores de corte. El fallecimiento de uno de ellos, Rodrigo de Villandrando, y la mediación de Olivares le dieron a Velázquez el empujón que necesitaba. Llegó a Madrid con los deberes familiares hechos. Con 18 años se casa con Juana Pacheco, hija de Francisco Pacheco, en cuyo taller se formó. En 1619 y 1621 nacen sus hijas Francisca e Ignacia.

Su relación con la corte la sella una de sus obras maestras, Las Meninas, donde aparece un autorretrato del pintor y los reyes, Felipe IV y la reina Mariana, en una imagen dentro del lienzo. Será la apertura del Museo del Prado en 1819 y el olfato del impresionista francés Manet lo que ponga este cuadro en la cumbre de la pintura universal.

Entre 1623 y 1627 figura como pintor del rey. En 1627 es nombrado ujier de cámara; en 1644, ayuda de cámara; y en 1652, aposentador mayor. Ausente en aquel viaje de 1624 a su ciudad natal, Velázquez sí participará en un viaje crepuscular. Felipe IV sale de Madrid el 15 de abril de 1660 con destino a la isla de los Faisanes, en la frontera de España con Francia. Viaja con su hija María Teresa de Austria para que ésta sea esposa de Luis XIV. Velázquez se encargará de los preparativos de la boda y además viajará antes que el cortejo real para inspeccionar las 23 villas por las que pasarán y ultimar detalles de alojamiento y provisiones. Una boda simbólica que ponía fin a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). En junio se reúnen los reyes de España y Francia, suegro y yerno, y el 6 de agosto muere Velázquez. Una semana después fallece su esposa, Juana Pacheco.

Junto a Las Meninas, el otro cuadro que certifica la vinculación de Velázquez con la corte de Felipe IV es Las lanzas. En 1625 tiene lugar la rendición de Breda, el triunfo de las tropas del genovés Ambrosio Spínola, militar de Felipe IV, sobre el holandés Justine de Nassau. Velázquez lo pinta una década después para formar parte del salón de las Batallas del Palacio del Buen Retiro.

Ambrosio Spínola, el héroe de Las lanzas, será el anfitrión de Velázquez en el palacio familiar de Génova en el primero de los dos viajes que Velázquez hizo a Italia. Salió en agosto de 1629 de Barcelona, cuatro años después de la batalla, cinco años antes de pintarla. También pasó por Venecia, Roma y Nápoles, que entonces era por población y prestigio la ciudad más importante de Italia. Dice Alain Hugon que este viaje a Italia de Velázquez tuvo mucho que ver con el paso por la corte de Felipe IV de Rubens en 1628, con el que Velázquez visitará El Escorial.

Testigo de la rivalidad entre Góngora y Quevedo, del relevo de Lerma por Olivares como valido, sus testigos certificaron que no tenía antecedentes judíos ni ejerció oficios mecánicos (que no vivía de la pintura) para ser investido en 1558 con el hábito de la orden de Santiago, con cuya cruz de caballero aparece en Las Meninas. Mantuvo la relación con sus paisanos: Alonso Cano fue padrino de sus nietos; Zurbarán pintó La defensa de Cádiz en el mismo salón de las Batallas. En 1658, acogió a Murillo y le hizo de guía en las colecciones reales.

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