El Santísimo por los barrios. Hasta 17 procesiones sacramentales se han celebrado este domingo, festividad litúrgica del Corpus Christi, por las calles de la ciudad. De Triana y la Magdalena –las más clásicas–, a Santa Aurelia o Pío XII. Multitud de personas se echaron a la calle para adorar al Santísimo en una mañana de calor. La festividad también se vive en los conventos, con estampas añejas en Santa Paula o San Leandro, donde el Santísimo recorre claustros bellamente adornados.

Con la resaca aún de la procesión del Corpus de la Catedral, y el debate abierto sobre si es necesaria una catarsis ante sus inabarcables dimensiones, la ciudad se ha apresurado a vivir otra jornada plagada de procesiones. Los Corpus de los barrios, como las procesiones en general, se han desbordado en los últimos años. La hiperactividad de muchas hermandades ha multiplicado las procesiones eucarísticas, al igual que ha pasado con las cruces de mayo, fagocitando las cofradías aquellos cortejos infantiles que se echaban a la calle desde los zaguanes de las casas en las tardes de mayo.

La organizada por la Hermandad Sacramental de la Magdalena y el Corpus Chico de Triana, dispuesto por la Hermandad Sacramental de la Esperanza, son las dos citas imprescindibles de la festividad. Cada uno en su estilo. La sobriedad y el señorío de la Magdalena y el fervor y la espontaneidad de Triana. Los sones clásicos de Tejera en la vieja collación del centro; y las cornetas afiladas de las Tres Caídas en la calle Pureza. Los dos corpus son acompañados por muchísimas personas. Los dos barrios son engalanados. Los altares jalonan las calles. Espectaculares como siempre.

El Dulce Nombre de Jesús de la Quinta Angustia.

En una ciudad en la que se celebran 17 procesiones eucarísticas (sólo en la festividad del Corpus porque otras se adelantan), muchos siguen echando de menos aquella que organizaba Pasión y que salía del Salvador el lunes por la tarde acompañado por la banda de cornetas y tambores de las Cigarreras. Ya sabemos que el Salvador dejó de ser parroquia tras su gran rehabilitación, y que San Isidoro (templo parroquial) organiza la suya, aunque no acabe de cuajar.

El pasado jueves la Archicofradía de Pasión enmarcó en la puerta del Salvador el fastuoso monumento que es el paso de plata del Señor rematado por su maravillosa custodia. Una estampa que puede que desaparezca definitivamente del templo, donde parece que no es apreciado por quien manda.