Sevilla

Griñán exhorta a unirse al PSOE de Sevilla, que encarrila a Juan Espadas

  • El futuro secretario de los socialistas andaluces exige cambios y renovación para dar paso "sólo a los mejores"

Ovacionado, como un torero, tanto a la entrada como a la salida. Y entretanto, media hora larga de discurso en el que José Antonio Griñán (que ahora ruega que se le llame Pepe) tuvo tiempo para reflexionar, arengar y hasta leer la cartilla a los presentes. Quien se enfrentará la próxima semana al congreso regional del PSOE para suceder a Manuel Chaves en la dirección del partido en Andalucía fue directo e incisivo con el puzle de familias no tan avenidas que conforman la controvertida militancia hispalense. A todos ellos, a críticos, vieristas, caballistas y quienes todavía se reconocen como guerristas en la reserva; a todos les exigió unidad, y lo repitió dos veces para que no hubiese dudas. "No es tan difícil, es un esfuerzo de voluntad y debe empezar por quien más poder tiene", apremió el presidente de la Junta a los casi 400 delegados provinciales citados ayer de mañana en el salón del Meliá Sevilla. "Os pido unidad y respeto entre todos, porque no somos adversarios, sino compañeros, y nuestro partido es un partido de ideas para el diálogo, ya que los dogmas y las creencias son para las hogueras y los herejes", opinó Griñán, lo que fue contestado con el segundo aplauso más cerrado de la mañana. El primero se lo llevó el recuerdo que la secretaria de organización, Susana Díaz, tuvo para el fallecido Juan Escámez.

Unanimidad en el propósito de enmienda, y también una crítica lanzada en abierto. Una militante, sentada por la zona en la que se hallaban los delegados de las agrupaciones de Cerro-Amate y Este, interpeló a Griñán en el instante en que éste solicitaba unidad un sonoro "eso que se lo digan al secretario provincial...", en alusión a José Antonio Viera por la exclusión de José Caballos de la lista definitiva de delegados que acudirán a Fibes para renovar la Ejecutiva regional del PSOE-A. El arrebato se quedó ahí, seguido de un espeso silencio como si no hubiera pasado nada.

Que Griñán llega con maneras de ordeno y mando y con deseos de controlar es evidente, si no, que se lo pregunten al todavía alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, ayer ausente del congreso provincial extraordinario.

No hubo ni una sola referencia pública a quien ha sido regidor de la ciudad durante más de una década, pero el nombre de Monteseirín estaba en todos los corrillos. A sabiendas, Griñán arengó a los presentes a unir fuerzas ante el desafío de las elecciones municipales y el proceso de elección de candidatos e integrantes tanto de las candidaturas como de la dirección del PSOE-A. "Os pido que no haya desunión por si está fulanito o menganito: pensad en los mejores y apoyad a todos los que entren en la Ejecutiva regional por encima de los intereses personales", aseveró. Sólo así, agregó, "comenzaremos el próximo día 13 a ganar las elecciones municipales".

Y, frente al pasado -también el de Monteseirín-, un elocuente gesto. El consejero de Vivienda, Juan Espadas, el más citado en las quinielas para suceder al alcalde de Sevilla en la candidatura, fue elegido ayer presidente de la mesa del congreso extraordinario por unanimidad, lo que le permitió dedicar sus primeras palabras desde al atril a toda la militancia de Sevilla emulando incluso cierto tono mitinero: "Hoy toca renovar mensajes y hacer cambios para frenar a una oposición ruin y mezquina que se regodea en la desgracia. No es hora de apetencias personales, sino de estar juntos y a disposición del partido y de los ciudadanos". ¿Encarrilado hacia la Alcaldía hispalense? Fue la lectura más compartida, incluso entre sus contrarios.

En su receta para el éxito, Griñán incluyó la movilización de las bases -"pero no antes de tiempo, sino en su momento", matizó-; la apuesta por la comunicación directa mediante las redes sociales en lugar de la opción de informar a través de los medios -"la información está alterada y polarizada; la objetividad no existe"-; y el rechazo de los debates maniqueos del sí o el no, como la rebaja de la edad penal, la cadena perpetua y las corridas de toros.

Puestos los puntos sobre las íes, el sucesor de Manuel Chaves hizo un alegato sobre la urgencia de cambios y renovaciones en el partido para poder recuperar la confianza de la ciudadanía. Tiró de hemeroteca para recordar que, pese a los sondeos recientes, el PSOE siempre despierta más simpatía que la derecha, a la que acusó de luchar "dura y suciamente" en la plaza de Sevilla. "Nos corresponde romper el desapego hacia la política y los políticos", suscribió Griñán, quien recalcó en tono de autocrítica y de aviso a navegantes que "el PSOE no es ni una empresa ni una ONG".

Pocos peros hallaron los presentes al discurso de Griñán, quizás dos referencias poco menos que desafortunadas. De un lado, la que hizo a la prensa -"ya no se comunica con artículos en los periódicos, que casi nadie los lee"-, y a la violencia doméstica para argumentar su postura contraria a los debates -"es como preguntar que se conteste con sí o no a la pregunta ¿le ha dejado de pegar a su mujer?"-. Dos peros a quien, ayer, nadie se atrevió a toserle, sino a jalearle. Y que se viera.

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