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Guardia del capitán Alatriste en el Jueves

  • Tradición. Todo se pregona en el Jueves. Donde uno puede saludar a un camarero que ha comprado un libro de Pérez-Reverte y después ver al escritor en este Wall Street de buhoneros y chamarileros

Varias personas se refugian del calor y se refrescan en Casa Vizcaíno.

Varias personas se refugian del calor y se refrescan en Casa Vizcaíno. / Antonio Pizarro

El Jueves es el domingo de la calle Feria los días que hay mercadillo. Se convierte en la calle de los pregones y para los incrédulos nunca pierde la magia de antaño. De Castellar a la Cruz Verde es como un patio de butacas en el que a hora punta cabe tanta gente como en el teatro de la Maestranza. Hay que caminar sin prisa porque cada día tiene su agobio.

Javier Castro va elegantísimo a su peoná. Lector infatigable, hijo de tabernero poeta, trabaja en El Rinconcillo, taberna que data de 1670. Con el Jueves y el Santo Entierro, cosas señeras de las que puede presumir esta ciudad para parapetarse contra la novelería. Javier ha comprado en uno de los puestos del Jueves (no es el de Rodrigo porque este librero lo recordaría cuando se lo dije después) un libro para regalárselo a un amigo. Se trata de 'El caballero del jubón amarillo', la quinta entrega del Capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte.

El anticuario cierra su puesto y va a por la papeleta de sitio de la Macarena

El destino es así de caprichoso. Me despido de Javier y por Feria gira hacia conde de Torrejón un señor ataviado con un sombrero casi tirolés que no pierde detalle de lo que ofrecen los puestos de esa calle perpendicular. Es Arturo Pérez-Reverte. Me viene el titular de una entrevista que le hice en 1993: "En las guerras nunca escribo".

Le cuento la anécdota del camarero lector y el regalo de su quinto Alatriste, que se publicó hace veinte años. Pérez-Reverte se lo dedicaba a un amigo mexicano, Germán Dehesa, y me rubricó su firma para mi mujer y mis hijas. En ese libro inmortaliza a su mejor cicerone de Sevilla, a Rafael de Cózar, falso marido de la bellísima María de Castro, al que sitúa en la época de Lope, Góngora, Tirso y Quevedo y retrata como "gloria de la escena española, comediante famosísimo".

El Jueves es una biblioteca andante. Un hombre lleva un ejemplar del volumen titulado 'Símbolos y derechos andaluces'. Una chica ha comprado 'La voz dormida', de Dulce Chacón. Acaba de salir una novela de Inma Chacón, su hermana gemela, 'El cuarto de la plancha'. Extremeñas de Zafra, Sevilla la chica. Alguien le pregunta a Rodrigo el precio de 'Elogio y nostalgia de Toledo', de Gregorio Marañón. Juan Ruiz, ex hermano mayor de la Macarena, camina por Peris Mencheta, que cruza Feria a la altura de Ómnium Sanctórum.

Lugareños y foráneos. Turistas y autóctonos. El Jueves, tierra de frontera, parafraseando el título del ciclo de Letras y Sevilla que ha traído a Pérez-Reverte con su amigo Jesús Vigorra. El sol se va apoderando de la calle y aumentan los parroquianos en Casa Vizcaíno. Prohibido sacar vasos y taburetes. Es la zona donde más cámaras de fotos se ven por metro cuadrado. Nada de fotos con móviles. Hay pistoleros de la imagen (para hacer fotos también hay que disparar) que tienen en una mano la Nikon y en la otra la cerveza. Es lugar de reencuentros. "¡Pero qué belleza! Pareces una ministra".

Manuel Galindo echa todos los Jueves del año de menos a su amigo Benito Moreno, que nos dejó hace cinco años. Cuatro años después que Rafael de Cózar, el figurante de Alatriste. Cincuenta céntimos por un cromo de Gonzalo Verdú, futbolista del Elche. Una foto dedicada de un Gordillo barbilampiño junto a Boletines de las Cofradías de mediados del siglo XX. El chamarilero del Pasaje González de Quijano vende radios antiguas y cintas como 'Historias de Filadelfia', de George Cukor. Al fondo, se ven pasar aviones como colgaduras de un pintor naif.

Antonio González Silva va todos los años al pregón de Semana Santa. Son varios los comerciantes anfibios, que tienen su tienda en Feria toda la semana y abren su puesto en el Jueves. Antonio regenta El Pianillo, antigüedades de coleccionista. Vende carteles de fiestas primaverales. En cuanto desmonte el puesto, se va a recoger su papeleta de sitio a la Macarena. Un ritual de 29 años. Cada Jueves Santo se encarga de la escalera.

Cada puesto es un pregón de Cuaresma. "¡Vamos que nos vamos!". "Jimmy Hendrix, El Dúo Dinámico, Bobby Charlton…". Alguien pregunta por el precio de un single antediluviano de los Beatles. Se han cumplido sesenta años de su primera grabación.

El personal busca las plazas después del regateo: los Carros, Calderón de la Barca (la trastienda del mercado de la Feria) o San Juan de la Palma. Un joven habla por teléfono y le dice a su interlocutor que no sabe dónde está porque lo que lee está en latín. "Non Surrexit inter natos mulierum maior Ioanne Baptista" ("No hay entre los nacidos de mujer mayor profeta que Juan el Bautista"). Está en San Juan de la Palma, la plaza donde vive Paco Robles, que el jueves pronunció el pregón en el Círculo de Labradores.

A Práxedes Nieto le gusta atravesar el Jueves todos los jueves. Viene del último ensayo en la Sala Cero, calle Sol, de 'Éxito asegurado', una reposición del dúo Síndrome (Práxedes y Víctor Carretero con dirección de Fernando Fabiani) que estará en cartel hasta el 7 de mayo, tres semanas antes de las elecciones municipales. Todos los días con la excepción de las dos semanas de fiestas mayores, Semana Santa y Feria. Domingo de Pregón, Domingo de Ramos (fiesta en el barrio: Hiniesta y Amargura), Domingo de Resurrección, clarines de toros en los carteles de la calle conde de Torrejón que han llamado la atención del padre literario del capitán Alatriste, que en las guerras no escribe pero en las batallas sí. En 'El caballero del jubón amarillo' sale la batalla de Rocroi que en la película de Agustín Díaz Yanes termina con la marcha 'La Madrugá' de Abel Moreno.

El Jueves era día 23 del año 23. Un académico de la Lengua se perdía por la calle Feria que tantas veces transitó con Cózar y Eslava Galán. Le ha cogido en Sevilla la moción de censura. Una novela en la ciudad novelera. Arturo la terminó de escribir en agosto de 2003 en La Navata, Galapagar, los dominios de José Tomás y Pablo Iglesias. Sólo uno de los dos se cortó la coleta.

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