Dr. Jesús Vida Aguilar, ejemplo de bondad, generosidad y profesionalidad
obituario
Médico pediatra nacido en 1932 en la calle Miguel del Cid, casado con Felisa Blanca y padre de una numerosa familia, tuvo un fuerte compromiso de ayudar donde fuera necesario.
Permítaseme comenzar la semblanza del doctor Vida Aguilar con un recuerdo personal que lo define. A finales de los años sesenta el mal congénito que mi hermano Ramón padecía desde su nacimiento, mal diagnosticado a causa de su rareza y lenta evolución, irrumpió de forma traumática en su vida y en las nuestras. Empezó a padecer los ataques, ausencias, pérdidas de consciencia y ceguera progresiva que le iban a acompañar toda su vida. ¿Cómo la afrontaría? ¿Cómo afrontaríamos nosotros el día a día del progreso de su enfermedad sin cura y de impreciso tratamiento? En esos momentos tan difíciles aparecen nuestros vecinos, la familia formada por Jesús Vida, Felisa Blanca y sus nueve hijos. Y como eran pocos, incorporaron a Ramón a sus vidas como uno más.
Nosotros éramos una familia también numerosa que una madre viuda sacaba adelante con las fatigas que pueden imaginarse. Le dábamos a Ramón todo el cariño, comprensión y cuidados que nos permitían nuestras difíciles circunstancias. Pero él, dadas sus limitaciones, necesitaba más. Y en la familia Vida-Blanca encontró un segundo hogar, muchas veces tan importante como el primero, siendo incorporado por Jesús y Felisa como su décimo hijo. Al cariño familiar y la inagotable paciencia de ambos, Jesús, como médico, añadía seguir con atención diaria la evolución física de Ramón. Amigo, padre y médico en una sola pieza fue Jesús para Ramón, mientras Felisa fue una segunda madre y sus nueve hijos lo trataron como un hermano. Tan necesitado de un cariño y unas atenciones que a la vez no lo limitaran con una súper protección, Ramón encontró dos familias, dos casas y un cariño que le permitieron ser feliz y autónomo pese a sus severas limitaciones. Solo su muerte en 2010, cuando mi hermano descansó a los pies de su Virgen de las Aguas, puso fin a esta dedicación profesional, como médico, y afectiva, como segunda familia, de Jesús Vida y su familia a mi hermano Ramón.
Este ejemplo no es sino uno más de los detalles y acciones que han jalonado la ejemplar vida del Dr. Vida Aguilar, fallecido a los 85 años el pasado 31 de diciembre de 2016. Médico pediatra nacido el 8 de enero de 1932 en la calle Miguel del Cid, casado con Felisa Blanca Marcos el 12 de octubre de 1961 y padre de una numerosa familia formada por sus hijos Felisa María, Jesús María, Francisco María, José María, María del Pilar, Pedro María, Carlos María, María de Gracia y Emilio María. Desde sus bautizos recibieron en sus nombres la herencia de la honda devoción a la Santísima Virgen y a lo largo de sus vidas aprendieron de sus padres los valores que guiaron la actividad de Jesús Vida: bondad sin límites, generosidad sin sombra de egoísmo, desprendimiento en favor de los demás, comprensión y acogimiento para todo el que lo necesitara. Y todo no por un sentido filantrópico de la vida, sino por un sentido profundamente cristiano de la misma que se traducía en un fuerte compromiso para ayudar allí donde se manifestara una necesidad.
Felisa, su gran mujer, falleció de manera inesperada el 8 de noviembre de 1989. El fuerte impacto emocional que produjo en la familia tan dolorosa pérdida fue afrontado con ejemplar resignación y aceptación cristiana. Si había sido designio del Señor, no había más que ofrendar el dolor producido. Jesús afrontó su nueva etapa familiar con los valores que marcaron su vida: racionalidad cristiana que sabía dar al dolor su lugar y su sentido, equilibrio emocional de quien posee el don de la paz interior que solo da la firmeza de las convicciones, cariño aún mayor si cabe para con todos sus hijos y amorosa exigencia para que fueran capaces de afrontar sus vidas con rectitud, amabilidad y caridad. En los últimos años de su vida pudo comprobar cómo este afán quedó gratamente satisfecho.
Extraordinario médico pediatra, ejerció gran parte de su carrera en la consulta de la calle Aguiar, adquiriendo tanto renombre por su bondadoso altruismo y su buen hacer que hay un fuerte movimiento vecinal para que se rotule como calle Dr. Vida Aguilar. Se logre o no, para muchos sevillanos ésa será la calle donde pasaba consulta don Jesús Vida y siempre será recordada con amor y reconocimiento. Era habitual encontrar su consulta repleta desde las primeras horas de la mañana hasta últimas de la tarde/noche. Venían las familias con sus hijos desde todos los puntos de Sevilla y desde numerosos pueblos de la provincia. Su fama de gran médico y extraordinaria persona se propagaba por todos los rincones.
Este alto nivel de actividad profesional durante tantos años le podía haber facilitado, como así ha sido en otros casos, una desahogada posición económica. Pero ese no era su objetivo personal. Aunque su incansable actividad le permitió afrontar las necesidades de su numerosa familia y hacerse con una segunda casita en Castilblanco de los Arroyos, en la que, impelido por las frecuentes visitas de sus pacientes, tuvo que abrir una especie de segunda consulta con lo que también pasaba sus vacaciones atendiendo a los niños, tantas veces sin cobrarles si advertía la modestia de sus familias. Porque ya fuera en Sevilla o en Castilblanco, eran numerosísimos los pacientes que no pagaban la consulta. Su generosidad y caridad cristiana no parecían tener límites y como todo ello aún le parecía poco, fundó un consultorio benéfico para atender a familias sin recursos.
Médico de cuerpos y almas, no solo tenía un infalible ojo clínico que atinaba en los diagnósticos salvando situaciones complejas, sino que tenía un trato cariñoso y paternal con los niños y niñas que pasaban por su consulta. ¿Verdad que sí, familia Salazar? ¿Verdad que sí, tantas otras familias tan numerosas que son imposibles de enumerar?
Pese a su agotadora actividad profesional y dedicación familiar aún sacó tiempo para convertirse durante muchos años en rector de los Cursillos de Cristiandad. Allí orientó muchas vidas en el único camino, la única verdad y la única vida -para él representadas por su Señor del Gran Poder y su Soledad de San Lorenzo- y sacó a flote a muchos matrimonios que acudían a él para que los sanara de la enfermedad del desamor. Muchas veces lo logró este médico que lo era, insisto, de cuerpos y almas. Fue durante muchos años el último nazareno de Sevilla. Su antigüedad como hermano de la Soledad de San Lorenzo, de la que era hermano desde niño, le permitía pedir y obtener el privilegio de ir tras la Virgen como último nazareno de la Semana Santa. Siendo también hermano del Gran Poder desde su nacimiento, en 2007 recibió el reconocimiento de sus 75 años como hermano.
Querido Jesús: en tu caso no vale esa tontería tan de moda de "donde quiera que estés". Sabemos que estás en el Cielo. Te pedimos que desde allí, en compañía ya definitiva de tu amada Felisa, sigas tutelando y guiando las vidas de tu familia y de tantas personas que te quisimos, te queremos y te estamos tan agradecidos.
Hasta siempre Jesús.
5 Comentarios