Problema de convivencia

Los vecinos de la calle Jesús del Gran Poder dicen basta

  • Vecinos de la céntrica calle piden al Ayuntamiento que controle el entorno de la discoteca Holidays

Una joven pasa ante la puerta cerrada de la discoteca Holiday.

Una joven pasa ante la puerta cerrada de la discoteca Holiday. / Antonio Pizarro

"Me da miedo describirle lo que estamos viviendo". Son palabras de una veterana vecina de la calle Jesús del Gran Poder, junto a la Alameda de Hércules. Asegura que los fines de semana su garaje es "un orinal público" y se suceden a su alrededor otras conductas inapropiadas para la vía pública. "En su casa puede hacer uno lo que quiera, pero no creo que la calle sea sitio para inyectarse droga, practicar sexo o defecar", explica citando algunos ejemplos llamativos ocurridos en pasadas semanas. "Las peores horas son desde las cinco hasta las ocho de la mañana", cuenta otro vecino de la misma calle.

Los afectados por esta situación residen, principalmente entre el 72 y el 82 de Jesús Gran del Poder. Es decir, desde la puerta de la discoteca Holidays hasta la esquina con la calle Santa Ana. "No tenemos nada en contra de la discoteca, pero sí con sus clientes", puntualiza otro vecino molesto con lo que ocurre desde que el local cambió su público de "matrimonios mayores a jóvenes". No obstante, sí creen que los propietarios del negocio nocturno deberían responsabilizarse de lo que provoca su actividad. "La discoteca está insonorizada y no me impide dormir, pero si no estuviera ahí no tendría malos olores en mi puerta", añade un vecino acostumbrado a tener que utilizar una manguera para refrescar la entrada a su vivienda por las mañanas. Algo que comparte con los operarios de Lipasam. "Todas las mañanas tienen que venir a limpiar, provocando un gasto extra que pagamos los ciudadanos", alerta.

Una pareja copulando en la calzada de la calle Jesús del Gran Poder. Una pareja copulando en la calzada de la calle Jesús del Gran Poder.

Una pareja copulando en la calzada de la calle Jesús del Gran Poder. / M. G.

Con la empresa pública de limpieza están contentos estos vecinos y mantienen una gran relación con sus barrenderos. "Les damos las gracias porque son los que mantienen la zona presentable para el resto de la semana", dice otra vecina que espera a que pasen para sacar a su perro de paseo. Las opiniones son divididas en cuanto a la labor policial: "Sabemos que hacen lo que pueden, pero les pedimos más presencia para cohibir a la gente de fornicar en el suelo o hacer sus necesidades en nuestras fachadas", exigen desde la asociación de vecinos, que se plantea "contratar seguridad privada para que mantengan el orden". Además, a pocos metros de la zona, hay una comisaría de la Policía Nacional, pero sólo interviene cuando se producen altercados de consideración.

Algunos de los cientos de vecinos afectados ven el asunto como la última herencia de los problemas que tuvo el entorno de la Alameda de Hércules en los años ochenta y noventa. Algo que les ha llevado a solicitar reuniones con diferentes representantes políticos. Aparte de reuniones con Luis Duarte, director del Distrito Casco Antiguo hasta septiembre del pasado año, también han acudido a Rosa Muñoz, Defensora del Ciudadano en Sevilla, y han enviado cartas sin obtener respuesta a las tres cabezas visibles del Ayuntamiento: Juan Espadas, Juan Carlos Cabrera y Antonio Muñoz. En este último ponen sus esperanzas: "Él conoce perfectamente la zona y sabe de nuestro problema, por lo que esperamos que le ponga solución ahora que va a ser alcalde". Un remedio que pasa, según estos indignados vecinos del centro, por "hacer cumplir las ordenanzas municipales".

Restos de vómito en la acera de la calle Jesús del Gran Poder. Restos de vómito en la acera de la calle Jesús del Gran Poder.

Restos de vómito en la acera de la calle Jesús del Gran Poder. / M. G.

Tal es la situación que cuentan estos vecinos, que recuerdan el pasado confinamiento por la pandemia como "un lujo". Hablan de lo bien que durmieron, lo tranquila que estaba la calle y la música que provenía de los varios intérpretes que viven en la zona. "Era un sueño", resume una de ellas. La vuelta a la realidad les ha obligado a tener que repintar sus fachadas para luchar contra los grafitis o los orines. Algo a lo que se han acostumbrado en los últimos años, en que perciben que "delinquir es gratis en esta zona por las noches".

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