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Puntadas con hilo

Juan (Espadas) y el valor de la lealtad

  • El alcalde de Sevilla nunca ha tenido el perfil de hombre de partido, pero se ha convertido en un referente del PSOE. Cuando esta noche se despeje el futuro de Susana Díaz, ¿dónde lo situarán las quinielas?

Susana Díaz abraza a Juan Espadas en el acto central de campaña celebrado el viernes en Sevilla.

Susana Díaz abraza a Juan Espadas en el acto central de campaña celebrado el viernes en Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

Juan Espadas apunta alto. Es consecuencia de su condición, la de una persona exigente y que cree en sí misma. Y hay quienes también han creído en él, requisito sin el que difícilmente hubiera llegado a la Alcaldía de Sevilla. La primera de estas personas es Susana Díaz. La líder, que hoy se juega colocarse al frente del PSOE nacional, apostó por él cuando casi nadie daba un euro por quien, a pesar de ser un militante con referencias en Ferraz, era un gran desconocido en un PSOE de Sevilla que, además, andaba aún cosiendo sus costuras. A algunos, no les caía nada bien y el clima jugaba por tanto en su contra. Hubo incluso afines a Susana Díaz que intentaron, ya siendo alcalde, hacerle la cama porque su manera de proceder a la hora de formar equipos –listas con independientes en primeros puestos, criterios poco políticos para buscar asesores...– no se ajustaba a los cánones de la organización.

Ni es fontanero ni parece que le guste la fontanería, pero su perfil técnico ha cambiado en los seis años que lleva en el Ayuntamiento

Realmente, Espadas nunca ha sido lo que se entiende por un hombre de partido. El suyo no era un perfil orgánico. Ni es fontanero ni parece que le guste la fontanería. Su tarjeta de presentación era la de gestor, técnico antes que político, buen conocedor, sobre todo, de la Administración andaluza, donde ha pasado por todos los escalafones: de asesor a jefe de gabinete, director general, viceconsejero y consejero.

Pero su primera travesía municipal desde la oposición a un entonces todopoderoso Juan Ignacio Zoido y los dos años que lleva en la Alcaldía le han servido para ir modificando su perfil. Le ayuda que presida el principal Ayuntamiento gobernado por el PSOE en España. Eso es ya un rango que algunos en su equipo equiparan al de ministro y que, sin entrar en la comparación, está claro que le referencia a nivel institucional y político. Se podría decir que Espadas ya no es un desconocido ni fuera ni dentro del partido y que se ha ganado el respeto no sólo por su posición de alcalde, sino por su persona. Juega a su favor para ello la lealtad que ha demostrado a Susana Díaz. Esa actitud, ese sentido de afecto y unión con la presidenta, ha creado una buena alianza entre ambos. La condición de leal es algo intrínseco en una carrera política exitosa. El problema surge cuando se peca de exceso (y ya hay quienes le afean que no sea más reivindicativo con la Junta) y entonces se convierte en un vicio, o cuando la lealtad es el único valor del político.

Ya no es un desconocido ni dentro ni fuera y en ello tiene que ver la gran lealtad demostrada a la presidenta, una condición que algunos ya le afean

Juan –antes que Espadas para sus compañeros– está bien visto en su partido. Y eso, cada vez que las aguas se mueven, es argumento de sobra para colocarlo en todas las quinielas. Apostar antes de esta noche, antes de saber el resultado de las primarias en las que se juega el futuro de Susana Díaz y el del PSOE, es un mero ejercicio de especulación. La posición que ocupe Espadas desde mañana está ligada al cierre de esa herida interna por la que se desangra el partido. Pero, pase lo que pase, habrá que dar puntos de sutura y ahí parte con ventaja un político que lleva colgado el cartel de hombre de consenso y escasa crispación. Sin duda, será su valor en un escenario donde el ganador intentará exterminar al contrario. Si Susana Díaz pierde esta noche, su futuro queda absolutamente en el aire y, por ende, el de quienes la rodean. Aunque ya se sabe que en política hasta el más torpe sabe reinventarse. Y también que hoy la presidenta tiene un círculo de confianza, el que más puede verse resentido, estrechísimo.

Apostar antes de esta noche es especular, pues su futuro dependerá de cómo quede el de Susana Díaz, pero su perfil de hombre de consenso es un punto a favor en un partido que, gane quien gane, tendrá que recibir algún punto de sutura

Precisamente, esta reducida mesa de camilla complica su labor en el caso de que resulte ser la vencedora esta noche. Susana Díaz, si gana las primarias, necesitará colocar a su gente tanto en la Junta de Andalucía (por mucho que se rebata su incompatibilidad, tendrá que ir pensando en el relevo a corto plazo) como en el partido, a nivel regional y federal, pues tendrá que llevarse a un mínimo equipo a Madrid. La líder necesitará a gente leal, a más gente.

En su círculo más íntimo, amigos antes que compañeros, están Verónica Pérez (que ya tiene un claro cometido en el PSOE de Sevilla y cuya imagen se ha visto erosionada tras la operación de derribo de Pedro Sánchez) y Javier Fernández, el consejero de Turismo. A pesar de que se dice que tiene muchas aspiraciones para ser el sucesor en la Junta, su perfil es el de un gran segundo. Le falta carisma. A Mario Jiménez, otro en las quinielas, le sienta mejor el traje de Madrid, después de su paso por la gestora podría ser el hombre de Susana Díaz en la Ejecutiva federal. Si otras componendas territoriales que ponen en liza al jiennense Francisco Reyes tampoco salen adelante, otro nombre fácil de intuir es el del actual número 2 del partido, Juan Cornejo. Tampoco reúne todos los requisitos Manuel Chiqui Jiménez Barrios, en quien la mayoría ve un presidente de transición para tomar las riendas mientras se fabrica un candidato. ¿Cuál? La consejera María Jesús Montero tiene buen perfil, pero no goza de la simpatía necesaria para el caso.

Y después de ir quitando y poniendo nombres es cuando sale al tablero Juan Espadas y su ahora más completo perfil. Por seguir especulando: ¿es un nombre para dirigir el PSOE andaluz o presidir la Junta de Andalucía? Para este segundo caso, de entrada, tendría que ser diputado y no lo es. Eso sí, el primer cargo mencionado le vendría bien para poder seguir siendo alcalde y aprovechar la situación para saltar luego a la Junta, pues para ser presidente necesitaría darse a conocer en toda Andalucía más allá de las sinergias que ya tiene establecidas con su famoso eje de alcaldes. Aunque en contra de esta idea pesa el ya conocido el recelo que despierta siempre en el resto de Andalucía un candidato sevillano. No sólo pasa en el PSOE, que le pregunten a Zoido...

Ocupar un puesto relevante en el partido le serviría para fabricar su imagen de candidato, pero de aquí a tres años vista cualquier cosa puede pasar

De cualquier manera, esto plantearía un escenario a tres años vista y, dado cómo son los tiempos en política, nada se puede prever. Ni siquiera que el proyecto político del alcalde y la presidenta siga siendo el mismo de aquí a 2019. En lo más inmediato, el plan de Espadas está en la Alcaldía de Sevilla, donde tiene tajo por delante, un trabajo que, él ya es consciente, no le dará rédito electoral inmediato.

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