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Calle Rioja

Kim Ki-Duk nunca estuvo en Alcalá

  • Revelación. José Antonio Francés, un sevillano que trabaja en Barcelona en la redacción de libros de texto de Lengua y Literatura, publica su tercera novela.

LOS dos volvieron a presentarse el mismo día. A los dos les gustan las historias terroríficas y se mueven con soltura en el cambio de oficios. Uno se llama Kim Ki-Duk, es surcoreano y acaba de presentar en el festival de cine de Venecia su última película, Piedad, el mismo certamen donde consiguió el primer premio con Hierro 3. El otro es más cercano, se llama José Antonio Francés, es sevillano de cuna, alcalareño de formación y vive en Barcelona, donde acaba de salir su tercera novela, El sombrero de las ideas descabelladas.

A uno le gustaría que algún día Kim Ki-Duk llevara al cine alguna de las novelas de José Antonio Francés, que antes de la que acaba de aparecer publicó El plan intrascendente, finalista del premio Ateneo Joven, y Soy tonto y además lo sé. ¿Y por qué un director de cine surcoreano que antes de ese oficio fue campesino, obrero fabril, marinero, pintor y acólito en un templo budista tendría que adaptar la novela de un joven escritor sevillano que se licenció en Filología Hispánica, adaptó al teatro Pippi Calzaslargas, trabajó para Disney y actualmente se dedica al mundo editorial?

Hace siete años yo tenía una cita con José Antonio Francés. Habíamos quedado para tomar café en una Alameda en obras donde no habían abierto casi ninguno de los locales que ahora le dan brillo. Dejé a mi hija en un cumpleaños y tomé el autobús. Bajé en la parada de Realito y me acerqué a ver la cartelera del Alameda Multicines. Por esa oscuridad de boca de Metro apareció Cayetana de Alba acompañada por una señora de compañía. Eran los dos únicos espectadores que salían de ver Hierro 3, del coreano Kim Ki-Duk. Fue allí mismo donde concerté una entrevista con la duquesa y le dejé el número de mi teléfono en el bonobús caducado que llevaba como separapáginas de la novela de Frank Baer El puente de Alcántara. Nos despedimos y fui al café donde quedé con Francés.

Fue el reencuentro de dos amigos porque habíamos participado en dos aventuras librescas: la primera, una presentación colectiva de cuatro libros de Signatura en Madrid en febrero de 2000, un viaje en AVE del editor Antonio González con Garmendia, Paco Robles, Francés y yo mismo para presentar nuestros libros respectivos en la sede de la Junta en Madrid. Hoy por hoy, un lujo asiático. La segunda, la participación del mismo cuarteto en el libro Diccionario de Fútbol. Catálogo de chorradas balompédicas, con prólogo de Carlos Herrera y presentación de Fernando Iwasaki en Robles Aljarafe. Mi parte se la cargó un informático y tuve que repetirla, pero enseguida relativicé el desastre: se produjo el 11 de septiembre de 2001. En aquel café hablamos de muchas cosas, de los proyectos de Francés, que ya va por su tercera novela.

El nombre de Kim Ki-Duk me trajo automáticamente los de Cayetana de Alba y José Antonio Francés, que pareció responder a la telepatía con su amable correo electrónico en el que me informaba de su nuevo hijo literario que le publica Edebé, la misma editorial en la que trabaja en la redacción de manuales de Lengua y Literatura Castellana de primero, segundo, tercero y cuarto de ESO y primero y segundo de Bachiller. A partir de este próximo lunes, en que se inicia un proceloso curso escolar, mi amigo José Antonio Francés se convierte en un autor de best-seller. Conoce muy bien al público infantil y juvenil como lectores: colaboró en la representación del cuento La princesa del lunar que Antonio Rodríguez Almodóvar, vinculado con Alcalá de Guadaíra, escribió como regalo de Reyes para sus paisanos.

Dicen que el cine de Kim Ki-Duk ha producido el desmayo de algún crítico por la fuerza descarnada de sus imágenes. Es discípulo de El silencio de los corderos. Francés tiene una relación más sosegada con el género, pero obtuvo con su libro Ladridos de perro el segundo premio del concurso convocado por la Sociedad Española de Literatura de Terror. En 2007 ganó la quinta edición del premio de relatos Alfonso de Cossío del Ateneo de Sevilla con la obra Miedo me da.

Ha ejercido la crítica de fútbol y dirigió la Escuela de Escritores de la Universidad Popular del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra. La cuna de Claudio Guerin, el cineasta que murió en Noia (Pontevedra) durante el rodaje de La campana del infierno. Precursor de esta nueva edad de oro del cine sevillano. Francés se fue a trabajar y a vivir a Barcelona, los dominios del editor José Manuel Lara. Y desde allí, entre libros de texto y ejercicios de ficción, logra esa panacea del para todos los públicos.

Lo sorprendente de esta alianza asimétrica entre el cineasta coreano y el escritor sevillano es que la duquesa que unió sus destinos aquella tarde de cine oriental marcó a través del servicio de Dueñas el número de teléfono del bonobús caducado. Una señora.

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