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La lluvia regresa este fin de semana a Sevilla

"Llevé la cocina de Pilas con un lituano y con una rusa"

Los invisibles

Codificó el gusto, el estilo y la clase en la Sevilla de la transición. Tiene muchos secretos de fogón. En marzo perdió al cómplice que le mostró el camino del Rocío.

"Llevé la cocina de Pilas con un lituano y con una rusa"

22 de mayo 2010 - 05:03

CUARENTA años no son para ella la medida de una dictadura, sino del amor, los 40 años y un día de vida matrimonial con Manolo Perales. Berta Moreno (Huelva, 1949) hizo 35 Rocíos con su marido. Ayer, la Hermandad de La Palma del Condado guardó un minuto de silencio a su paso por la casa de la calle Villamanrique en la que vivieron tantos caminos.

-Usted es rociera casi de cuna.

-Nací en Huelva. La primera niña, la deseada. Mis hermanos nacen en los destinos de mi padre: Santiago, Astorga, Ayamonte.

-¿Dónde transcurre su infancia?

-Los diez primeros años de mi vida en la finca de mi abuelo, El Empalme de Isla Cristina. Era ingeniero de minas y fue nombrado director de las minas de Duro Felguera en Asturias. Compró la finca para conseguir madera con destino a la mina. A mi prima, a mi hermana y a mí nos decían las niñas del Empalme. Aquello era un paraíso. Íbamos en coche de caballos al colegio, al mercado, a la playa de Isla Cristina.

-¿Cuándo se acaba el paraíso?

-Primero, cuando empiezo el colegio en Huelva, y después cuando mi abuelo vende la finca. De veranear en Isla Cristina pasamos a veranear en Astorga. En Land Rover con la tata y con la abuela.

-¿Cómo empieza a regir su vida?

-Me independicé pronto porque me casé con 20 años. A Manolo me lo presentaron en el Coliseo cuando iba con mis hermanos a tomar una copa al Traga. Empecé yo a organizar los veraneos. El primer verano fuimos a Almonaster, a una casa de película. Después llegó Caños de Meca y después Zahara de los Atunes. De Caños nos fuimos por los muchos suicidios y la mucha droga y de Zahara nos echó la gente cuando se puso de moda.

-¿Cómo llega a Sevilla?

-Mi padre estudiaba Arquitectura y estalla la Guerra Civil. Tiene que irse al frente y en la zona roja lo nombran arquitecto. Lo ponen a hacer casas hasta que se escapa a la zona nacional. Era el mayor de 14 hermanos, deja Arquitectura e ingresa en la Academia de Zaragoza. Lo destinan a Astorga, allí conoce a mi madre. En el ejército no gana lo suficiente y mi abuelo le encarga la gestión de la finca de Isla Cristina. El estamento militar le obliga a incorporarse. Lo nombran coronel de artillería antiaérea y nos venimos a un chalet de Pineda, al lado del cuartel.

-¿Su padre sólo ejerció de arquitecto en la guerra?

-Sí, pero siempre estaba haciendo planos de casas. A mí me sirvieron para estudiar Decoración, donde conocí a Romero Murube y tuve de profesor de Jardinería a Juan de Aizpuru. Y a mi hermano José Ramón, el mayor, le abrió las ganas de hacerse arquitecto. Mi hermano Falo vive en Vancouver y Miguel era pintor y murió en Fuenteheridos.

-¿Cuál ha sido su oficio?

-Llevo 15 años vendiendo termomix. Tengo un currículum que ya lo quisiera mucha gente y que no me sirve para nada. Llevé el restaurante Berta. Era de un director de banco que no tenía permiso de apertura. Estuve en el Mesón del Moro y la Venta Antequera. No me llaman por mis valores profesionales, sino por ser muy reconocida y me daba coraje. Abrí la sala Guadalquivir con Los del Río y el restaurante Ox, cocina vasca en la calle Betis hasta el 92. Me voy a Bailén, 34, un restaurante de los González de Caldas donde hice de todo y conocí gente interesantísima como Alicia Ríos, la mujer que más sabe de aceites en España, casada con un arquitecto.

-¿Recuerda su último Rocío?

-A mi amiga Luisa la nombraron hermana mayor de Pilas. Le encargó a Manolo el pregón y a mí la cocina de la hermandad. Una experiencia maravillosa. Preparé cola de toro, arroz a la marinera, salmorejo, papas aliñás. Tenía un camarero lituano, Ramón, y una ayudante de cocina rusa, Svetlana, una enfermera de Moscú que es una de mis mejores amigas.

-¿Cómo vivía el Rocío?

-Con los ojos y con la pasión de Manolo. Lo descubrió antes que yo. Con su amigo José Luis Reyes, de La Palma del Condado, el marido de mi hermana Elena. Manolo le escribía todos los años cuatro sevillanas a la Hermandad de La Palma, cuatro a nuestra hija Rocío y a nuestra nieta Rocío.

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