Sevilla

Ludopatía: una adicción que no cesa

  • En Sevilla 232 personas están en rehabilitación por dependencia a los juegos de azar. Las apuestas por internet son el nuevo reclamo de los menores de edad.

Las máquinas tragaperras fueron inventadas en 1887 por Charles Fey, un mecánico estadounidense que, con esta creación, dio paso al nacimiento de la industria de los juegos mecánicos. Este aparato del azar, que estaba presente en barberías, estancos y burdeles estadounidenses ocupa una posición inalterable, un siglo después, en cualquier taberna sevillana. No es atípica la estampa de un señor de mediana edad apostando en dicha máquina, situada por lo general junto a la barra metálica de los bares, bajo la atenta mirada de los asiduos que celebran junto al jugador el sonar de las tres campanas en línea, indicativo de la mayor ganancia.

Esta imagen no sólo no ha desaparecido, sino que el número de personas que dedican parte de su tiempo a esta alternativa de ocio ha aumentado con respecto a las misma fecha en 2013. La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía indicó el año pasado que 1.859 andaluces se encontraban en tratamiento por esta patología, de los que 202 eran sevillanos. La consejería difundió a finales de octubre los datos de este año, que indican que 2.077 pacientes se encuentran en tratamiento por este trastorno en la comunidad autónoma y que 232 personas pertenecen a la provincia, lo que supone un aumento.

Aunque la Junta señala este dato, José Jiménez, presidente de la Asociación Sevillana de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Asejer), afirma que la cifra es aún más elevada porque muchos sufren esta enfermedad aunque no estén reconocidos por un certificado médico. En el centro, que lleva 25 años luchando para erradicar la ludopatía, 270 personas reciben tratamiento actualmente. El presidente señala además que se han incorporado 60 pacientes desde que comenzó el año.

En España, el juego de azar tradicional se legalizó en el año 1977 con el calificativo de actividad económica especial. Esto supuso que no se permitiera su publicidad y que tuviese una fiscalidad especialmente elevada, buscando la seguridad y garantía del jugador. A pesar de ello, no se evitó el aumento de personas que invertían un elevado capital en apuestas y que, finalmente, alcanzaron la ludopatía. Al juego de azar tradicional, que engloba las máquinas recreativas, el bingo o las actividades de casino, se suma un nuevo caballo de batalla: las apuestas on line o por internet. El auge de este tipo de apuestas encuentra un filón en la publicidad, la promoción y en la diversidad de pujas sin ninguna medida técnica o administrativa que defienda, sobre todo, a los menores de edad.

Jiménez apunta que esta nueva modalidad acapara el 40% del juego en España, cifra que según el presidente "es muy grande porque el control de los adictos es más complicado. Además, ha cambiado el perfil del ludópata, porque antes solían ser personas de mediana edad que jugaban a las tragaperras o al bingo y ahora la mayoría son personas de entre 14 y 26 años, ya que tienen un acceso más rápido a las nuevas tecnologías".

En muchos casos, los adictos a las apuestas en línea no han tenido nunca contacto anterior con el juego de azar, siendo las pujas deportivas la principal atracción. Desde que se liberalizó el sector del juego por internet se ha experimentado un boom gracias, según Jiménez, a la enorme publicidad que las casas de apuestas vuelcan en sus páginas. "La principal herramienta de captación que utilizan las grandes empresas son los bonos de regalo que te ofrecen cuando te haces usuario de la web. Comienza a desarrollarse una conducta adictiva en la persona cuando toma contacto con estos cheques que permiten que empieces a pujar sin utilizar tu propio dinero", señala Jiménez.

El presidente de Asejer apunta que las medidas de control para entrar en las páginas de apuesta por internet deberían ser más rigurosas y manifiesta que se debería abordar de manera más tajante la identificación de la persona y la autoprohibición para acceder a las webs de juegos de azar: "La restricción para entrar en cualquier sala recreativa como el bingo o el casino era más fácil porque se denegaba el acceso al ludópata con sólo enseñar el DNI. Esta comprobación es fácilmente falseable en internet y, de hecho, los menores de edad utilizan las tarjetas de crédito y la identificación de sus padres".

Tales medidas parecen inalcanzables conforme avanzan los años, explica Jiménez, por el elevado coste que supone para los administradores de las páginas y debido a los "grandes beneficios que la ludopatía genera para las arcas del Estado".

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