Con Magallanes de Cuba a Santo Domingo

Metrópolis: Avenida República Argentina

Se llama como el país que este año es el invitado del Festival de las Naciones, iniciativa de un argentino que reconquistó España por Sevilla. Único barrio de la ciudad con un premio Planeta y donde nació a las ondas el Loco de la Colina

Vista de la Avenida República Argentina.
Vista de la Avenida República Argentina. / Víctor Rodríguez

LA Avenida República Argentina, arteria principal del barrio de Los Remedios, empieza en la Plaza de Cuba y termina en la Glorieta de la República Dominicana. Desde el busto de José Martí (1853-1895), libertador de Cuba, al de Juan Pablo Duarte y Díez (1813-1876), uno de los fundadores de la República Dominicana, país que tiene su consulado en la Avenida República Argentina esquina con Pagés del Corro. La tierra que más amó Colón, que da nombre al paseo desde el que se tiene una vista inmejorable de una avenida con dos estaciones de Metro (Plaza de Cuba, Parque de los Príncipes), zona azul y carri-bici, novedades que dan a la Torre de los Remedios, antaño la más alta de la ciudad, regusto romántico de reminiscencia urbanística de la prehistoria.

Sergio Frenkel llega a la plaza de Cuba en bicicleta eléctrica. Nació en Buenos Aires en 1961, el año de la riada del Tamarguillo, y llega a una avenida con el nombre de su país que separa dos ríos, el manso de las postales y el bravo, Río Bravo como la película de Howard Hawks, de los planos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que tiene una oficina al final de la avenida, donde ésta por un lado hace esquina con Santa Fe y por el otro con López de Gómara, aunque en el Tardón le han quitado la tilde a este soriano que sin cruzar el Atlántico fue cronista de la conquista de México.

Argentina es el país invitado en la vigésimo quinta edición del Festival de las Naciones, que Sergio Frenkel fundó en 1993 y sobrevive a cinco alcaldes. “Cuando yo vine en 1989 a trabajar en la Expo, los argentinos estaban muy mal vistos. Tuve que pedir cuatro avales para que me alquilaran un piso”. Ahora se ven carteles de venta y alquiler en esta avenida, pero no tantos como banderas españolas. Dicen que a la plaza de Cuba, en buena parte diseñada por el arquitecto Luis Díaz del Río, y a la avenida República Argentina las conocían como el barrio de los millonarios porque fueron los primeros pisos que se empezaron a vender por un millón de pesetas.

Desde la avenida se ve el palacio de San Telmo y la Sevilla del 29. La misma que Sergio Frenkel eligió cuando le propuso al alcalde Alejandro Rojas-Marcos organizar “una Expo en miniatura”, a partir de un master que le premiaron y que premonitoriamente tituló La Feria de Naciones Iberoamericana. Enriqueta Vila, entonces concejala de Cultura, americanista, animó al alcalde y buscó el primer emplazamiento, el Casino de la Exposición. “El primer año cobramos la entrada a cien pesetas, se formaron colas como en la Expo”. Tiene en la retina, y en alguna fotografía de su álbum privado, a Rojas-Marcos el día que llegó a la inauguración. “Se quitó la corbata, se metió en el stand de ese país y se puso a servir mojitos”.

Antes que Argentina, el Festival de las Naciones tuvo de países invitados a Filipinas, El Salvador y Suecia. Un movimiento canalizado por el cuerpo consular, aunque Argentina no tiene cónsul en Sevilla. “Hay uno en Cádiz de cuando salían los barcos”. Pocos países han enviado visitantes que hayan dejado la impronta de algunos compatriotas. Evita Perón, en 1947, “dejó obnubilada a la mujer de Franco, que al principio la miraba con el rabillo del ojo”, Jorge Luis Borges, en 1984, que en su poema Buenos Aires se preguntaba 25 veces qué era esa ciudad. “Es la otra calle, la que no pisé nunca, es el centro secreto de las manzanas, los patios últimos...”. En otro poema dedicado a su ciudad natal, Borges recordaba “la resolana y la siesta”. En aquella visita, lo entrevistó Jesús Quintero, cuyo personaje radiofónico más impactante, El loco de la Colina, nació en los estudios de Radio Nacional de España en la Avenida República Argentina, con Paco Cervantes como productor y Antonio Calderón como timonel del sonido y los sargazos.

En 1992 vino Diego Armando Maradona para fichar por el Sevilla. Una estrella en el crepúsculo. Sergio Frenkel creció en el mismo barrio del futbolista, Devoto, y después se trasladó a Palermo. Contempla una avenida que une el corazón turístico de la ciudad con el extrarradio, con la estatua al Sagrado Corazón que es un faro sagrado de San Juan de Aznalfarache. El Instituto Hispano-Cubano de Historia de América todavía muestra esas credenciales en un edificio que en la actualidad es Museo de Carruajes y Real Club de Enganches de Andalucía. Allí al lado, junto a la calle Juan Sebastián Elcano, está el monumento a los que circunnavegaron el planeta, la Milla Cero de la Tierra. En Argentina está el Estrecho de Magallanes y Sergio Frenkel, cónsul oficioso, va a homenajear este año en el Festival de las Naciones al comandante del Juan Sebastián Elcano, el buque-escuela que todos los años parte de Cádiz para dar la vuelta al mundo.

Todos los hitos que aparecen camino de esta avenida evocan lugares o pensamientos del otro lado del Atlántico. Colón nunca descubrió Argentina –se descubrieron a sí mismos con el psicoanálisis–, pero el paseo que lleva el apellido del almirante evoca a un equipo de fútbol argentino y al teatro más importante de Buenos Aires. El intrépido navegante gana por goleada, ya que su patria chica, Génova, da nombre a la calle que une la Plaza de Cuba con la Avenida República Argentina. Trazando una diagonal, está Asunción, con un cartel del Festival de las Naciones, la Feria de otoño con portada en el Prado, como la antigua de la primavera. Hay también un monumento a los poetas de la generación del 27. Los ecos de Alberti llegaron a Argentina, de donde regresó; los de Cernuda, a México, donde murió en 1963. Un grupo de turistas aparcan sus bicicletas junto a la torre del Oro, que lleva el nombre del premio que recientemente recibió Enrique Iglesias, un asturiano que emigró a Uruguay, amigo de Felipe González que llegó a presidir la Secretaría General Iberoamericana. “Cuando recibió el premio dijo que cuando Iberoamérica despierte será una potencia mundial”.

Frenkel, una brújula con los dardos de su genética familiar, tiene dos hijos españoles y arribó a su tercer “y definitivo” matrimonio con una socióloga madrileña a la que le dice que ellos vinieron para reconquistar España. Sevilla, desde la Avenida República Argentina, es su gran aliada. “Por aquí pasó todo y todo dejó algo. Es una ciudad que ha vivido con una gran intensidad. Es la más solicitada por los Erasmus”. Cada vez entiende mejor a su gente. “Existe el clasismo sevillano pero se le desarma rápido”.

En vísperas de la festividad de Santa Teresa, Los Remedios es el único barrio sevillano con un premioPlaneta, el que hace medio siglo consiguió Manuel Ferrand con La noche a cuestas. Bajo la torre de Los Remedios tiene su consulta el odontólogo David Gallego, cordobés de Belmez. En la sala de espera se lee: “La vida se vive en momentos... y sonrisas, que es la línea curva que lo endereza todo”. La casualidad ha querido que en esta sala Ana María Mutti, una mujer argentina de Quilmes, como la cerveza que patrocinó a River y Boca, aguarde a que salga de la consulta su marido, Nicolás Bianco. Es como cerrar el bucle de este viaje sentimental a la República Argentina, que lo es según los anales históricos desde el 25 de mayo de 1810.

En la Avenida República Argentina vivió Juan Antonio Carrillo Salcedo, catedrático de Relaciones Internacionales y comisario de los actos del quinto centenario de la Hispalense. Fue preceptor del rey emérito y amigo de la reina Sofía. Hijo de Morón, sabio de Estrasburgo. Calle con soportales. A un lado, El Cobrador del Frac; al otro, el primer Vips. Edificios de la Junta y un cartel. “Se vende. Dos pisos en uno. 230 metros cuadrados”. Dos en uno. El manso y el bravo.

República Argentina. Y mañana juega Inglaterra en Sevilla. Pero las Malvinas ya sólo es un archipiélago que sale en un libro de viajes de León Lasa.

Un pabellón del 29 para un currante del 92

Desde el puente de San Telmo se ve el pabellón de Argentina en la Exposición Iberoamericana de 1929. El entorno que Sergio Frenkel utilizó después de trabajar en la Exposición de 1992. El 23 de octubre, en el Alcázar, entregarán los premios solidarios del Festival de las Naciones en su décimo quinta edición. Una iniciativa que hasta su fallecimiento en 2014 siempre contó con la presencia de la duquesa de Alba. El Festival reconoció a la UME (Unidad Militar de Emergencia) que tanto ha trabajado por mitigar los estragos de la riada en Mallorca. Y este año premiará a José Luis Bonet, un español de Cataluña desde la Cámara de Comercio y Freixenet.

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