Sevilla

Manuel Cañas, un artista fundamental en la Sevilla de 1929

Pintura de las santas Justa y Rufina realizada por Manuel Cañas para el Hotel Alfonso XIII.

Pintura de las santas Justa y Rufina realizada por Manuel Cañas para el Hotel Alfonso XIII. / M. G.

Manuel Cañas fue uno de los artistas más importantes de Sevilla en el primer tercio del siglo XX. Pintor y decorador, discípulo del gran Antonio Cavallini, de quien heredó su prolijo taller de la calle Cardenal Spínola, también trabajaba para la fábrica de cerámica de Laffitte. Cuenta con importantes obras diseminadas por toda la ciudad, como retablos cerámicos, artesonados, o pinturas murales. Fue un estrecho colaborador de Aníbal González, pintando algunos de los bancos de cerámica más importantes de la Plaza de España o encargándose de la cerámica y los artesonados de los pabellones de la Plaza de América.

Fruto de esta relevancia, el Ayuntamiento recurrió a él cuando decidió reformar la Casa Consistorial para los fastos de la Exposición de 1929. Su labor consistió en la decoración de los paramentos de la bóvedas de la escalera principal, que debían impresionar a todas las personalidades que visitaran la casa mayor de la ciudad.ç

Banco de Vizcaya pintado por Cañas en la Plaza de España. Banco de Vizcaya pintado por Cañas en la Plaza de España.

Banco de Vizcaya pintado por Cañas en la Plaza de España. / M. G.

Alberto Cañas lleva 15 años investigando en los archivos diocesanos y municipales para sacar a la luz la obra de su abuelo y ha conseguido, por ejemplo, que se le reconozca la autoría de dos de los tapices que cuelgan de las paredes del salón de bóvedas del Real Alcázar con los escudos de España y Portugal.

Siendo muy joven comenzó a trabajar en el taller de Antonio Cavallini, donde se convirtió en primer oficial, heredando el obrador en 1905. "Eran las dos personas que más sabían de pintura mural en su época en Sevilla", sostiene Alberto Cañas.

Cúpula de la capilla sacramental del Santo Ángel. Cúpula de la capilla sacramental del Santo Ángel.

Cúpula de la capilla sacramental del Santo Ángel. / M. G.

Su estrecha amistad con Aníbal González le llevó a tener un papel muy relevante en la decoración de sus edificios para la Exposición del 29. Por ejemplo, realizó algunos de los mejores bancos de la Plaza de España, como los de Madrid, Tarragona, Ciudad Real o Vizcaya. Se encargó de los artesonados de los pabellones o de, por ejemplo, toda la decoración pictórica del Pabellón Real y el fabuloso zócalo de su salón central, hoy perdido tras instalarse en este espacio unas oficinas municipales.

Uno de los artesonados realizados por Cañas para el palacio de Monsalves. Uno de los artesonados realizados por Cañas para el palacio de Monsalves.

Uno de los artesonados realizados por Cañas para el palacio de Monsalves. / M. G.

"Gestoso decía que no había casa en Sevilla sin artesonados de Manuel Cañas", añade el nieto. Ejemplos destacados son la Casa de Pilatos, las Dueñas, el palacio de Monsalves, el museo de Bellas Artes, o el desparecido palacio de los Sánchez-Dalp. También hizo esta decoración para el Hotel Alfonso XIII junto a todas las pinturas, destacando el motivo de su bóveda.

La firma de Manuel Cañas en uno de los tapices del Alcázar. La firma de Manuel Cañas en uno de los tapices del Alcázar.

La firma de Manuel Cañas en uno de los tapices del Alcázar. / M. G.

Entre una obra tan extensa, también hay que destacar las pinturas murales realizadas para la capilla sacramental de la iglesia carmelita del Santo Ángel, donde Antonio Díaz Arnido y Manuel Antonio Ruiz-Berdejo descubrieron la firma durante su reciente restauración. Otros templos con decoración mural de Manuel Cañas son la parroquia de San Lorenzo, la capilla sacramental del Salvador o la iglesia de Los Terceros. Una de sus obras más emblemáticas es el retablo cerámico del Cristo del Amor en la Plaza del Salvador.

El retablo cerámico del Cristo del Amor. El retablo cerámico del Cristo del Amor.

El retablo cerámico del Cristo del Amor. / M. G.

Manuel Cañas se retiró en 1934. Se compró un cortijo en Utrera, donde había restaurado el Santuario de Consolación, y se dedicó a la actividad agrícola. Falleció en 1954 y está enterrado en el cementerio de San Fernando de Sevilla.

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