Miguel asesinó a Marta después de que la joven le negara un beso

El instructor del caso dicta tras 14 meses de investigación el auto de apertura de juicio oral contra los cuatro imputados · El cuerpo fue sacado del piso de León XIII más allá de las dos de la madrugada del 25 de enero.

Miguel asesinó a Marta después de que la joven le negara un beso
Miguel asesinó a Marta después de que la joven le negara un beso
Jorge Muñoz

13 de abril 2010 - 07:00

La negativa de Marta del Castillo a darle un beso a Miguel Carcaño desencadenó su asesinato y violación. Eso es lo que recoge el titular del juzgado de Instrucción número 4 de Sevilla, Francisco de Asís Molina, en el auto dictado ayer, por el que abre juicio oral contra los cuatro adultos imputados en la causa: el propio Miguel Carcaño, su hermano Javier Delgado, la novia de éste, María García, y su amigo Samuel Benítez Pérez.

El auto del magistrado, que tiene 50 folios y ayer fue notificado a los acusados, realiza un relato pormenorizado de los hechos que ocurrieron la tarde del 24 de enero de 2009 y en la madrugada del día siguiente, cuando los imputados se deshicieron presuntamente del cadáver. El juez asegura en primer lugar que Miguel y el Cuco estuvieron con Marta en el piso de la calle León XIII, donde los dos jóvenes consumieron varios combinados de ron y fumaron hachís, lo que les hizo alcanzar un estado de "euforia y cierta desinhibición sin perder nunca el pleno control".

Los dos amigos y Marta estaban sentados en el sofá frente a la televisión cuando se desencadenó la brutal agresión. El instructor de la causa, que ha investigado los hechos durante 14 meses, señala que cuando Marta rechazó el beso, Miguel se levantó del sofá, "despechado". La joven le pidió que no se enfadara, pero Miguel, "encolerizado", le asestó a Marta un primer puñetazo en la cara, "que fue seguido por otros tantos golpes y puñetazos que propinaron a la menor ambos varones". A continuación la llevaron a un dormitorio, donde tras amenazarla con una navaja tipo mariposa, la violaron.

Después de consumar la agresión sexual, le colocaron un cable de alargadera al cuello y tiraron de él "con fuerza" hasta provocarle la muerte, aunque el juez no precisa cuál de los dos acusados lo hizo -la Fiscalía había mantenido que fue el menor quien estranguló a Marta en su escrito de acusación-. Para certificar que la joven había fallecido, le colocaron un tensiómetro y después decidieron pedir ayuda al también imputado Samuel Benítez -al que llamaron por teléfono- para deshacerse del cuerpo que, según el magistrado, fue sacado del piso de León XIII en una silla de ruedas más allá de las 02:00 del día 25 de enero y trasladado en un Volkswagen Polo, propiedad de la madre del Cuco, hasta el lugar donde se deshicieron del cadáver.

Miguel sacó la silla de ruedas y entre Samuel y el Cuco cogieron el cuerpo -que ya mostraba signos de rigidez- para, una vez ya en la calle, colocarlo de forma transversal en el reposabrazos de la silla y desplazarlo hasta el vehículo, sostiene el auto del instructor.

Después de la muerte de Marta se presentaron en el domicilio de la calle León XIII el hermano del asesino confeso, Francisco Javier Delgado, y la novia de éste, María García, que había acudido a la vivienda para estudiar y que, según el juez, participaron en el encubrimiento del crimen. El relato que hace el juez señala que cuando Samuel y el Cuco llegaron con el coche en el que iban a deshacerse del cadáver y accedieron a la vivienda "se encontraron con que Francisco Javier Delgado y Miguel preparaban en el salón el cuerpo de Marta para sacarlo de la misma", envolviéndolo en una manta o similar. Fue en ese momento cuando, añade el juez, el hermano del asesino confeso, "nervioso", se dirigió al menor y "le dijo que si decía algo le iba a pasar algo muy grave a su familia".

Una vez que sacaron el cuerpo del piso, el juez cree que los imputados "limpiaron concienzudamente las huellas y vestigios de lo acaecido y tiraron la navaja a un sumidero de recogidas de aguas pluviales allí existente situado frente a la puerta de entrada del edificio".

En cuanto al paradero del cuerpo, la resolución recuerda que a día de hoy se desconoce. "Los acusados dieron al cuerpo de Marta un destino buscado para evitar que fuera conocido o encontrado; destino ocultado al juzgado que aún hoy se ignora".

El auto decide la apertura de juicio oral contra los cuatro acusados porque, según argumenta, existen "suficientes indicios racionales de la participación en los hechos" de los acusados, entre los que destaca las intervenciones de los teléfonos de los implicados, las inspecciones oculares, los informes periciales de la Policía Científica, las reconstrucciones de hechos realizadas y las declaraciones de los imputados y testigos.

El magistrado señala que a lo largo de la instrucción las defensas han manejado "a su conveniencia" los informes sobre la localización de los teléfonos móviles de los implicados, tratando de hacer un "rompecabezas difícilmente resoluble", pero, con independencia de que los imputados usaron distintos móviles, teléfonos de terceros y hasta cabinas para comunicarse, lo cierto es que el juez entiende que hay dos franjas de tiempo comunes a Miguel Carcaño, su amigo Samuel Benítez y el menor en el que ninguno está posicionado por las antenas repetidoras. Esas franjas se sitúan entre las 21:24 y 23:26 del día 24 de enero, y entre la 01:38 y la 03:35 de la madrugada siguiente -en ésta no están localizados ninguno de los imputados-, de lo que se desprende que pudieron desprenderse del cuerpo a partir de las dos de la madrugada, según la hipótesis de trabajo del juez.

De otro lado, el juez Francisco de Asís Molina acuerda además que el juicio contra los cuatro adultos implicados en el caso se celebre ante un jurado popular en la Audiencia de Sevilla y no ante un tribunal profesional, como habían pedido las defensas de los imputados. La resolución esgrime la competencia del jurado en el acuerdo de los magistrados del Tribunal Supremo que decidieron que cuando no esté claro el fin primordial del delito, el criterio para declarar la competencia debe ser el que rija el delito más grave y, en este caso, es el asesinato, cuya competencia recae en el jurado. Según el instructor de la causa, "en ningún caso" puede afirmarse "con certeza y objetividad que el fin primordial perseguido [por Miguel Carcaño] fuese el de agredirla sexualmente y que luego se decidiera acabar con su vida para procurarse su impunidad".

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