Ramadán en Sevilla

Una Navidad en pleno agosto

  • Los comercios de alimentación árabes aumentan hasta un 70% sus ventas por la compra de los productos típicos de esta fecha · Los sevillanos se han convertido en los principales clientes de este tipo de negocios

El Ramadán, además de ser el periodo religioso más importante para los musulmanes (se conmemora la revelación del Corán a Mahoma), es también el mejor mes en los negocios de alimentación árabe. Durante los 30 días en los que se mantiene el ayuno este tipo de tiendas logra que sus ventas suban un 70% por la compra de los productos típicos que se consumen durante las tres cenas que se celebran cuando se pone el sol. Dulces, sopas y carnes que preparan al cuerpo para soportar las casi 16 horas que debe llevarse sin consumir agua ni comida alguna, como establece el Corán. Un sacrificio que tiene su recompensa con la llegada de la noche.

"Para los que tenemos tiendas de alimentación árabe el Ramadán viene a suponer como la Navidad en el periodo cristiano. Es la época en la que más aumentan las ventas, aunque ni de lejos alcanzamos las cifras de las fiestas cristianas", explica Abdelhamid, propietario de la carnicería Halal Hamid, en el barrio de El Cerezo. Este marroquí, nacido en Tánger, lleva 10 años con este negocio. Antes de iniciar su periplo en el negocio de la alimentación, Abdelhamid tuvo una larga trayectoria profesional donde siempre predominó el trato directo con los clientes. En 1981 emigró a Francia, donde estuvo trabajando en el selecto Club Mediterráneo, donde árabes adinerados se jugaban parte de su fortuna todas las noches en los casinos. Once años después llegó a Sevilla. Su aterrizaje en la capital andaluza coincidió con la celebración de la Expo 92. Durante más de una década este marroquí estuvo trabajando como vendedor ambulante, hasta que en 2001 decidió abrir una carnicería para atender a la comunidad árabe, que ya era bastante importante por aquel entonces en este barrio.

En estos 10 años la clientela de su tienda -donde además de carne vende especias, sopas y dulces- ha variado mucho. Aunque los musulmanes (la mayoría de Marruecos) siguen viniendo a comprar, ahora son principalmente españoles e iberoamericanos los que más solicitan sus productos. "Los sevillanos están fascinados con la repostería árabe. Les encantan los dulces y la comida preparada que se consume especialmente en el Ramadán, son delicatessen con un punto exótico", comenta Abdelhamid. La gastronomía propia de este periodo religioso tiene tantos adeptos que las ventas suben un 70% durante el mes de celebración, según relata el propio carnicero, quien no aporta cifras concretas de ingreso porque durante el Ramadán "está prohibido hablar de beneficios económicos".

"Se trata de enriquecerse espiritualmente y dejar a un lado los aspectos más banales de nuestra vida", relata Abdelhamid. Uno de los fines principales del Ramadán es la solidaridad con los más pobres. "Igualarse con los que viven en la más absoluta de las miserias", de ahí que no se pueda beber agua ni comer desde que sale el sol hasta que se pone, horas en las que también está prohibida la práctica del sexo y hacer ostentació de riqueza. Además, se debe intentar siempre buscar el bien del prójimo y evitar cualquier acto que dañe a los demás.

Las horas que marcan el ayuno cambian cada día. Por lo general, los árabes suelen tener un cuadro horario con el minuto exacto de la la salida y la puesta del sol, lo que condiciona también las cenas que se desarrollan durante la noche. "Cada día comenzamos a comer un minuto antes", dice Abdhelmadi, quien tiene colgado en su carnicería una lista con las horas de ayuno del Ramadán de 2011. "Ayer la abstinencia acabó a las 21:32, hoy lo hará a las 21:31", señala este carnicero, quien no da abasto para atender al medio centenar de clientes que en una sola mañana acuden a su tienda a comprar dulces y carnes.

Precisamente la combinación de los sabores dulces y salados -herencia del judaísmo- marcan las comidas nocturnas del Ramadán. Como en la Navidad, la repostería en esta fecha tiene una especial importancia, entre otras cuestiones, porque el azúcar sirve de reconstituyente tras más de medio día de ayuno. De hecho, los primeros alimentos que consumen los árabes en el momento en el que el sol se oculta son leche y dátiles, frutos que llenan las estanterías de las tiendas del El Cerezo estos días. Sin embargo, más que a los turrones y mantecados, los dulces propios del Ramadán se asemejan en sabor y aspecto a los que degustan los sevillanos en Cuaresma y Semana Santa. La miel, en este sentido, es la protagonista absoluta en pasteles como la Chebakiya (una especie de pestiño en forma de flor con ajonjolí) o el rigaif (una torta grande de almendra cuyo sabor recuerda a las rosas de miel).

Estos productos son los más demandados estos días por sevillanos y extranjeros en los ultramarinos árabes que existen en el barrio de la Macarena, donde la convivencia de vecinos de distinta cultura y raza hacen posible que junto a una tradicional cervecería se puedan comprar especias únicas del lejano Oriente.

Junto a los dulces, la carne (a excepción de la del cerdo) también constituye un componente esencial en las cenas del Ramadán. Ternera, pollo y cordero se venden en tiendas como la de Abdelhamid después de que el animal del que proceden haya sido matado como establece el Libro Sagrado del Islam. Para ello, en el matadero de Mercasevilla hay dos árabes encargados de cumplir con el ritual para que los musulmanes practicantes que viven en la provincia puedan consumir carne sin incumplir ningún precepto de su religión.

Otra de las fechas importantes en el calendario islámico es la Fiesta del Cordero, aunque no se logran las cifras de venta que en el Ramadán, entre otras causas porque son menos días. Pese a que el mes sagrado es el periodo en el que más aumenta el consumo en estos negocios, el hecho de que este año coincida plenamente con agosto ha provocado que muchos inmigrantes aprovechen sus vacaciones para trasladarse a sus países de origen y disfrutar allí del Ramadán con el resto de su familia, por lo que las ventas, presumiblemente, no alcanzarán a las de otros años.

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