Que el Ramadán caiga en invierno o en verano no es igual tanto a la hora de practicar el ayuno como por la recompensa espiritual que se obtiene por dicho sacrificio. Así lo explica el tendero Abdelhamid, quien incide en que "la voluntad es la que permite a un musulmán estar 10 horas vendiendo al sol sin beber agua ni probar bocado". "No es la misma recompensa espiritual la que recibe una persona que trabaja en la calle que la que lo hace en una oficina con aire acondicionado. Tampoco es lo mismo practicar el ayuno cuando el Ramadán cae en invierno, con días más cortos y menos calor, que ahora en verano, cuando hay más horas de sol", explica este carnicero.

En los últimos 10 días de este periodo hay una noche especial en la que se le pide a Alá por todas las necesidades de la familia. "Es la mejor noche del año, cuando se conmemora la revelación del Corán al profeta y son horas de implorar la misericordia de Alá", comenta Abdelhamid.

Por su tienda pasan sevillanos y foráneos. También hay quienes estudian el Islam y se preparan para una conversión. Es el caso de Mari Ángeles Mora, que a sus 45 años está viviendo su primer Ramadán. El interés de esta sevillana por la religión islámica empezó a surgirle a través de un grupo de ámigos árabes, entre los que se encuentra su novio. "Él nunca me dijo que me convirtiera siempre aceptó mi voluntad. Mi interés surge por convicción propia", relata Mora.

"Fue a raíz de un accidente cuando me planteé seriamente convertirme a esta religión, de la la que me atrae, sobre todo, la manera tan auténtica que tienen de vivir su fe", comenta esta sevillana que fue educada en una familia de fuertes creencias cristianas. "No me está costando mantener el ayuno. En mi casa siempre hemos llevado a rajatabla los días de vigilia y los viernes de Cuaresma. No entiendo ese cristianimo light que cambia el ayuno por un donativo. Si comemos carne todo el año, ¿qué más da no hacerlo durante seis viernes?". Como Mari Ángeles, son muchos sevillanos los que se sienten atraídos por las enseñanzas del Corán tras conocerlo por los árabes en El Cerezo.