La Policía detecta un rebrote del tráfico de cocaína en el vuelo Lisboa-Sevilla

Las mafias de Suramérica vuelven a utilizar la conexión aérea entre Brasil y el aeropuerto de San Pablo, con escalas en la capital portuguesa, para introducir droga en suelo español

Control de la Policía Nacional en el aeropuerto de San Pablo.
Control de la Policía Nacional en el aeropuerto de San Pablo.
Fernando Pérez Ávila / Sevilla

22 de octubre 2009 - 05:03

El vuelo Lisboa-Sevilla ha vuelto a convertirse en los últimos meses en una de las vías más activas de entrada de cocaína en Andalucía. La Policía Nacional ha detectado un rebrote de la actividad de los narcotraficantes en esta ruta, que tiene su origen en Brasil y que comenzó a ser utilizada para introducir droga entre finales de 2007 y principios de 2008. El refuerzo de la vigilancia en aeropuertos más grandes como los de Barajas o El Prat llevó a los narcos a trazar itinerarios alternativos que pasaban por aeropuertos más pequeños para tratar de burlar los controles policiales. Pese a ello, la Policía Nacional y la Guardia Civil han decomisado en poco más de año y medio casi 70 kilos de cocaína en el aeropuerto de San Pablo. En el mismo plazo han sido detenidas 20 personas relacionadas con estos alijos.

El último de los arrestados es un ciudadano chileno de 33 años identificado mediante las iniciales F. C. L. V., que portaba dos kilos y medio de cocaína ocultos en un doble fondo de una maleta y que ya se encuentra en prisión de manera preventiva. Como sus predecesores, se trata de un correo encargado de traer la droga desde Brasil a Sevilla haciendo escala en Lisboa. Su detención es fruto de la colaboración entre las fuerzas de seguridad españolas y portuguesas. Los agentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional habían sido alertados de que en el vuelo Lisboa-Sevilla podría venir una persona cargada con droga y sometieron al detenido a varios controles en el aeropuerto de Sevilla.

Las primeras inspecciones con el escáner y los perros especializados en la detección de estupefacientes dieron resultados negativos porque el detenido había impregnado la maleta con sustancias para evitar sospechas. Sin embargo, los agentes localizaron el doble fondo que había sido fabricado en un costado del equipaje, donde se alojaba una plancha de plástico rellena de cocaína.

Este tipo de prácticas supone un negocio seguro y rentable para las bandas de narcotraficantes asentadas en Iberoamérica y con ramificaciones en Europa. Los responsables de estos clanes no entran en contacto con la droga y son los correos -también conocidos como mulas, en el argot policial- quienes se juegan su detención, y con ella un mínimo de nueve años de cárcel. Estas mulas suelen ser personas de escaso poder adquisitivo que no pertenecen a la organización, sino que son reclutadas en los mismos vuelos a Iberoamérica.

Una de las primeras personas detenidas en Sevilla, una mujer de 47 años, admitió en el juicio que se había prestado a introducir cocaína porque "estaba mal de dinero". La mujer aseguró que no sabía lo que había en la maleta "pero lo intuía". Los correos no suelen conocer ni a las personas que les entregan la carga ni a sus destinatarios. Generalmente cobran entre 3.000 y 5.000 dólares americanos por cada trayecto. Además, no obtienen el dinero hasta después de haber entregado la droga en su lugar de destino, por lo que en muchas ocasiones son detenidos sin ni siquiera haber cobrado un solo euro.

Una vez reclutados, la organización los mantiene durante una semana en Brasil a gastos pagados hasta que le entregan la maleta con la droga ya preparada y los billetes de avión. A veces la cocaína viaja oculta en dobles fondos, como en este caso, y en otras ocasiones son métodos más sofisticados. Uno de los sistemas más utilizados es el de las carpetas tipo portafolios rellenas de cocaína. En el aeropuerto de Sevilla también se ha detectado droga camuflada en rodillos de máquinas para hacer pizzas y en botes de desodorante y cosméticos.

Los clanes explotaron la ruta Brasil-Lisboa-Sevilla a lo largo del año 2008. Ese año fueron intervenidos más de 50 kilos de esta droga sólo en la terminal sevillana. Los golpes policiales y el incremento de la vigilancia en el aeropuerto de San Pablo frenaron la actividad de las mafias en el aeródromo sevillano desde principios de 2009 pero ahora esa vía se ha vuelto a reactivar.

Originalmente solía entrar gran cantidad de droga en el puente aéreo entre Bogotá y Madrid, pero el incremento de los controles entre ambos aeropuertos obligó a las mafias a buscar rutas alternativas. Los acuerdos en materia de extranjería y espacio Schengen entre Brasil y Portugal brindaron una oportunidad magnífica a los traficantes para entrar en la Unión Europea sin levantar demasiadas sospechas. Para ello optaron por evitar los grandes aeropuertos brasileños y partir desde Fortaleza y Natal hacia Lisboa. Una vez allí, para introducir la droga en España sólo hacía falta encontrar algún aeropuerto no demasiado grande ni férreamente vigilado que mantuviera una conexión regular con la capital lusa. El vuelo diario de la TAP hacia Sevilla suponía una buena oportunidad para transportar la cocaína a suelo español. Una vez en Sevilla, el correo sólo tiene que entregar la droga a su destinatario.

stats